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Inicio > REVISTA > Crónicas y reportajes > ![]() El género en África: prioridad de la agenda internacional para el desarrollo (1/2)
12/11/2020 -
A pesar de los esfuerzos que buscan alcanzar el objetivo 5 de los ODS, las iniciativas concretas y específicas para conseguirlo son escasas. La Ayuda al Desarrollo se centra en otros temas, generalmente aquellos que generan un mayor rédito económico o que permiten utilizar la ayuda como herramienta diplomática a los países emisores. Además, la epidemia del covid-19 podría revertir los escasos logros que se han alcanzado en esta materia, según señala un informe de Naciones Unidas. El brote de coronavirus agrava las desigualdades existentes, ya que afecta de forma desproporcionada tanto a las trabajadoras sanitarias en primera línea como a las cuidadoras en el hogar. Es, por tanto, más imperativo que nunca poner este tema en el centro de la agenda internacional. Nicholas D. Kristof y Sheryl WuDunn explora en su libro La mitad del cielo: convirtiendo la opresión en oportunidad para las mujeres de todo el mundo las necesidades específicas de género que derivan de las condiciones de pobreza y falta de oportunidades en los países en vías de desarrollo. Para ello se centran en tres pilares:
Vamos a explorar la situación actual de estos tres pilares en África, poniendo de manifiesto cuáles son las necesidades específicas del continente para lograr avances sustanciales en la lucha contra la desigualdad de género. La trata de personas y la prostitución forzada La trata de personas y, particularmente la prostitución forzada, constituyen la forma moderna de esclavitud que afecta mayoritariamente a mujeres y niñas. A pesar de que el número de personas no es claro por la dificultad de distinguir entre trabajadores sexuales voluntarios y prostitución forzada, la Organización Internacional del Trabajo estima en un informe que en 2016 existían 24,9 millones de personas atrapadas en alguna forma de trabajo forzado. De estas, 4.8 millones responden a la explotación sexual forzada de las cuales 400.000 se estima que provienen de África. Los traficantes de personas se centran en las personas más vulnerables de las zonas rurales, con poca educación y acuciantes necesidades de ingresos económicos para sostener a sus familias. Generalmente, se tiende a engañar a la víctima con la promesa de un trabajo en la capital para después ser llevadas a burdeles que, en muchos casos, se encuentran en otros países. Además, la prostitución forzada afecta de forma desproporcionada a los menores de entre 10 y 18 años, siendo necesario desarrollar políticas adecuadas para esta realidad. Según el libro de Kristof y WuDunn, actualmente, la gente puede esclavizar a las niñas de los poblados por la misma razón por la que hace doscientos años se podía esclavizar a los negros: las víctimas son percibidas como seres humanos de segunda categoría. De hecho, el libro va incluso más allá al señalar que, en la medida en que no se perciba la prostitución forzada como una prioridad de la agenda internacional, las autoridades nunca implementarán las medidas necesarias para frenar el tráfico de personas para este sector. Una de las mayores epidemias contra las que se ha luchado en los últimos 50 años es el VIH. Según ONUSIDA, los trabajadores sexuales tienen 30 veces más posibilidades de contraer el SIDA. De los 38 millones de personas que viven con SIDA en el mundo, 25,84 millones están en África (el 68 % de los casos mundiales). De los 1,7 millones de personas infectadas con el virus en 2019, el 58 % se encuentran en África. Esto es relevante cuando se tiene en cuenta que la población africana supone el 17 % de la población mundial, mostrando cómo el continente sufre la epidemia de forma desproporcionada. Estas cifras responden a múltiples factores: la falta del uso del condón en los burdeles, el contagio por hombres que acuden a burdeles y después contagian a sus parejas, la falta de pruebas, el difícil acceso a la terapia antirretrovírica, etc. De ahí que la mejor política debe tomar una aproximación integral que elimine los problemas desde la raíz: erradicar la prostitución forzada y una campaña de salud pública que permita a los trabajadores sexuales tener acceso a condones y a todo un sistema de detección que reduzca estas cifras. Ana María Martín Calderón [Fundación Sur]
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