¿Deberían tener acceso los adolescentes ruandeses a métodos anticonceptivos?

23/11/2017 | Crónicas y reportajes

El embarazo adolescente es un problema que ha preocupado a la sociedad ruandesa desde hace mucho tiempo, pero las opiniones sobre cómo reducir el número cada vez mayor de adolescentes embarazadas continúan siendo divergentes.

Una encuesta llevada a cabo el año pasado por CLADHO (Collectif des Ligues et Association de Défense des Droits de l’Homme au Rwanda), una entidad que abarca todas las organizaciones de derechos humanos del país, indicó que en 52 sectores, 818 adolescentes se habían quedado embarazadas antes de cumplir los 18 años en un período de tan solo dos años. La Encuesta Demográfica y de Salud 2014/15 también mostró que los embarazos de adolescentes en Ruanda aumentaron del 6,1% en 2010 al 7,3% en 2015.

La sociedad continúa siendo reticente a la idea de que los jóvenes accedan a servicios de planificación familiar, pero ¿deberían tener acceso los adolescentes ruandeses a métodos anticonceptivos?

ruanda-madre-hijo.jpgBosco Murangira, el Director de Empoderamiento de la Mujer del Ministerio de Género y Promoción Familiar, está en contra de permitir el acceso a métodos anticonceptivos a los adolescentes. Murangira argumenta que, dado que su edad no permite mantener relaciones sexuales, proporcionarles servicios de planificación familiar a adolescentes sería contrario a la ley.

Por lo tanto, sugiere otras formas de solucionar el problema, como que los padres les den a sus hijos suficiente educación sexual: «Incluso los niños varones deberían involucrarse en la salud reproductiva sexual, porque si se les educa, es probable que el problema se reduzca», señala. «Las comunidades, por otro lado, deberían asumir la responsabilidad como lo hacían en el pasado. Si queremos superar los problemas sociales, tenemos que desarrollar estos métodos», agrega. Murangira hace hincapié en que la mejor forma de luchar contra los embarazos de adolescentes es la educación positiva y en la movilización de la comunidad.

Benon Kamuhabwa, Director Adjunto de la escuela infantil y primaria Nyagatare Parents afirma que, si los métodos anticonceptivos se pusieran a disposición de los adolescentes, se estaría tolerando el sexo prematrimonial, que es la causa principal del creciente número de embarazos en estas edades. «Algunos pueden recurrir a comportamientos peores como la prostitución; son demasiado jóvenes para que se les otorguen ciertos derechos, como el acceso a métodos anticonceptivos. Incluso teniendo la información correcta, es difícil para ellos tomar decisiones informadas», señala. “Los adolescentes pueden ser sexualmente activos, pero todavía no son maduros. Esta es la razón por la que no apoyo esta idea». Kamuhabwa pone como excepción a los adolescentes que no asisten a la escuela, ya que considera que estos sí deberían tener acceso a los servicios porque están bien informados sobre temas de educación sexual reproductiva en la mayoría de los casos.

Para Valens Butare, un padre, el acceso de los adolescentes a los servicios de planificación familiar es un mal necesario, ya que, si se ponderan ambas posibilidades, las consecuencias de no acceder a estos servicios serían peores. «Ahora, el mundo se encuentra en un estado diferente de evolución y nosotros, como padres, necesitamos entender esto. Ningún padre estaría orgulloso de tener un hijo o hija adolescente sexualmente activo a una edad tan temprana, pero es mejor prevenir que lamentar», afirma.

Bárbara Burabyo, una estudiante universitaria, se posiciona en contra de que los adolescentes accedan a los anticonceptivos y argumenta que las campañas sobre la abstinencia deberían marcar el camino. «Por supuesto que no es posible asegurarse que el adolescente se vaya a abstener hasta el matrimonio, ya que hoy en día es casi imposible, pero tenemos que entender que el embarazo no es la única consecuencia del sexo prematrimonial, también se transmiten enfermedades. Yo preferiría tener una hija embarazada que una hija seropositiva”. Por lo tanto, insiste en fortalecer la lucha por la promoción de la abstinencia y hacer un llamamiento a los padres para que cumplan con su labor de crear un ambiente seguro para los niños.

Alexandre Babwirayumva, un líder local, argumenta que, a pesar de que la sociedad está evolucionando, los padres y las otras partes interesadas deben seguir dando una educación en valores morales a sus hijos. Para él, promover el acceso a los servicios de planificación familiar es una forma de transmitir el mensaje a los jóvenes de que está bien ser activo sexualmente cuando no se está casado. «Estaríamos luchando contra un problema, pero abriendo las puertas a otro; tenemos que solucionar los problemas sociales, pero no podemos descuidar nuestros valores morales como ruandeses», afirma.

Esee Maniribuka, el director de la escuela secundaria Mbathi en el distrito de Kamonyi, considera que, teniendo en cuenta el peso del problema, la mejor opción ahora podría ser explorar otras alternativas, como proporcionar anticonceptivos a los adolescentes. «Podemos educar a los jóvenes sobre los peligros de las relaciones sexuales tempranas; sin embargo, aún les corresponde tomar una decisión, por lo que todas las opciones posibles para ellos deberían estar abiertas», sugiere Maniribuka. Además, a pesar de reconocer las consecuencias negativas asociadas a esta práctica, señala que las consecuencias de que “los niños tengan otros niños” son mucho peores.

Josianne Uwamariya, madre de dos hijas adolescentes, apoya la visión de Maniribuka de que la sociedad necesita adaptarse, porque, según declara, no hay necesidad de seguir utilizando un método que no está dando los resultados deseados. «Los tiempos han cambiado y los jóvenes están mucho más expuestos a muchas cosas, este es un hecho que todos sabemos. Todos los padres desearían que sus hijos se abstuvieran hasta que crecieran, pero este no es siempre el caso, por lo que tenemos que equipar a nuestros hijos con medios que funcionen, para que se puedan asegurar un futuro seguro», afirma.

Donah Mbabazi

Fuente: The New Times

[Traducción, Elvira Vara]

[Fundación Sur]


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