Umoja, un pueblo para las mujeres en Kenia

7/11/2017 | Crónicas y reportajes


La situación de las mujeres en África no es envidiable y Kenia no es una excepción. En respuesta, hace más de 30 años las kenianas crearon una aldea donde pueden vivir felices. Rahimat Emozozo explica en su artículo la increíble historia de estas mujeres independientes, que viven en una aldea prohibida a los hombres y que, gracias a su espíritu emprendedor, han conseguido huir de la pobreza.

umoja.jpg En África, las mujeres se han visto perjudicadas por la falta de independencia social y financiera, especialmente en las regiones más pobres. Las culturas locales les han impuesto la dependencia de los hombres, lo que a menudo obliga a las familias pobres a vivir de una sola fuente de ingresos. Las perspectivas financieras y profesionales de las mujeres son, en muchas ocasiones, poco alentadoras.

El sistema patriarcal que existe en la mayor parte del continente africano expone a las mujeres a malos tratos y a abusos. Por otro lado, muchas costumbres y tradiciones, perpetuadas por las culturas locales, son contrarias a las libertades, no solo sociales, sino también físicas, de las mujeres: desde el matrimonio a edades tempranas, hasta la mutilación genital y los delitos de homicidio.

Umoja, un pueblo solo para mujeres

En algunas culturas, particularmente en el norte de África, los casos de agresión sexual contra las mujeres todavía se resuelven mediante el matrimonio del agresor con la víctima. En el pasado, las mujeres eran expulsadas de sus hogares para vivir separadas de sus familias y comunidades. Hoy en día, las leyes vigentes en estos lugares tampoco garantizan que los maridos violentos que cometan abusos sean llevados ante la justicia. Estas leyes continúan tratando a las mujeres como culpables, sin protegerlas del abuso masculino, tanto dentro como fuera del hogar. Al fin y al cabo, este razonamiento conduce a que las mujeres, una vez casadas, se conviertan en propiedad de los hombres.

Sin embargo, un pequeño pueblo de Kenia ha puesto en tela de juicio esta mentalidad durante casi tres décadas. Después de sufrir continuos abusos por parte de su esposo, Rebeca Lolosoli formó Umoja en 1990, una aldea «femenina» en la región de Samburu en Kenia (a 300 km de Nairobi) que quedaba prohibida para los hombres. Su deseo era crear un refugio para las mujeres maltratadas que buscaban liberarse de la sociedad tóxica e injusta de la que provenían. En Umoja, todas las casas y edificios, incluyendo la escuela, han sido construidos con recursos naturales por las habitantes locales, es decir, por todas las mujeres del pueblo. Para proteger a las mujeres, los hombres tienen prohibido vivir allí.

Cambio a través del emprendimiento

kenia-umoja.jpgSi Umoja sobrevivió es gracias al espíritu emprendedor. Como se podría esperar de una aldea habitada solo por mujeres, uno de sus mayores desafíos ha sido generar ingresos en una cultura que las desanimaba a trabajar. Durante los primeros años de este proyecto, las mujeres ganaban dinero vendiendo joyas hechas a mano en la carretera principal que pasa cerca de Umoja. Con los años, fueron forzadas a abandonar estos caminos, debido a la presencia de hombres de los alrededores que asaltaban y robaban con frecuencia a quienes vendían objetos.

El pueblo ha atraído cada vez más atención, gracias a la originalidad de su mini sociedad. Tras un giro muy favorable de los acontecimientos, las mujeres residentes utilizaron esta atención para conseguir que el comercio artesanal, que antes se concentraba en la carretera principal, pasase por su aldea, donde ahora hacen todos sus negocios. Las visitas regulares de turistas que quieren conocer Umoja han creado una fuente estable de ingresos para todas las residentes de la aldea. Gracias al turismo y a su existencia como una sociedad autónoma y femenina, las habitantes de Umoja han conseguido liberarse del patriarcado cultural y han adquirido cierta estabilidad financiera, libertad y una independencia real.

¿Y en el futuro?

Servicios como M-PESA, un servicio de dinero móvil en Kenia, están aumentando la seguridad de los fondos y ayudando a reducir el coste de protección del dinero ante los ladrones. Gracias a la posibilidad de utilizar dinero móvil incluso en aldeas remotas como Umoja, las transacciones con clientes rara vez requieren un intercambio mano a mano, ya que los turistas pueden comprar joyas y recuerdos pagando directamente con sus teléfonos móviles. Tras la compra, los ingresos se almacenan de forma segura y remota en una cuenta virtual para su utilización por parte de las vendedoras.

Además de ser totalmente capaces de construir su propia infraestructura, administrar sus propias escuelas, proporcionar un suministro constante de agua y cultivar sus propios alimentos, estas mujeres también se han hecho cargo de cuestiones de seguridad y cumplimiento de la ley. En general, la aplicación de la ley se considera un bien público en la sociedad moderna. Sin embargo, existen ejemplos de situaciones en las que los bienes que proporciona la esfera pública no son suficientes. En este caso, la aplicación de la ley en comunidades como Umoja y las aldeas vecinas perpetúa un sesgo en contra del bienestar de las mujeres. Por esta razón, las mujeres no pueden confiar en los agentes del Estado para garantizar la justicia y la seguridad. Por esta razón, las residentes de la aldea de Umoja han decidido usar su propio organismo de protección: ellas mismas. Para ello, han puesto en marcha un sistema de rotación para garantizar la seguridad, la ley y el orden.

Durante casi 30 años, estas mujeres han logrado hacerse cargo de sí mismas y vivir de forma independiente en su pequeña aldea. Estoy seguro de que continuarán haciéndolo gracias a su sentido de la cooperación y su espíritu emprendedor.

Rahimat Emozozo

* Rahimat Emozozo es estudiante del grado de economía en el Johnson Center for Political Economy en la Universidad de Troy.

Fuente: Afrik.com – Artículo publicado en colaboración con Libre Afrique

[Traducción: Elvira Vara]

[Fundación Sur]


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