Zuma, los estudiantes y los jesuitas

17/10/2016 | Opinión

graham_pugin1.jpg“Sólo ante el peligro” podría ser el título de una de las fotos que recorren las redes sociales en África del Sur, las del jesuita sudafricano Graham Pugin, pacifista que ya tuvo problemas como objetor de conciencia durante el régimen del apartheid. Recoge el momento en el que, éste 10 de octubre, delante de la puerta de su parroquia de la Santísima Trinidad en Braamfontein, un barrio de Johannesburgo cercano a la universidad de Witwatersrand. Vestido con el alba litúrgica y con sus brazos extendidos, el padre Graham se opone a que la policía entre en la parroquia persiguiendo a un grupo de estudiantes que participaban en una manifestación antigubernamental. Por desgracia otra foto tomada algunos instantes más tarde nos lo muestra sangrando, herido en la mandíbula por una pelota de goma que uno de los policías a los que impedía el paso le ha disparado a bocajarro.

La educación en Sudáfrica debería ser gratuita, inscrita como está en la Carta de la Libertad de la ANC, el partido en el poder desde 1994. No es así en la realidad. Aunque el PIB por habitante llega a los 6000€, las estadísticas oficiales admiten que más del 50% de sus habitantes viven en la pobreza. En Eastern Cape, la segunda provincia más pobre del país, el salario medio es de 140€ mensuales. Pagar una inscripción universitaria puede costar hasta los 3000€, imposible para la inmensa mayoría sin la ayuda del Estado. Cuando el actual presidente Jacob Zuma llegó al poder en 2008, prometió la gratuidad de la educación. Promesa incumplida puesto que la financiación gubernamental descendió del 50% en 2000 al 39% en 2016.

graham_pugin2.jpgLa protesta estudiantil comenzó en la universidad de Witwatersrand en 2015, cuando se consiguió que el gobierno retirara el proyecto de aumentar en un 10’5% la inscripción universitaria para el curso 2016/17. Las manifestaciones se han extendido por todo el país desde el pasado mes de agosto, al proponer el Estado que las universidades podrían subir la inscripción hasta en un 8% el próximo curso. Con el lema “FeesMustFall” los estudiantes están exigiendo la gratuidad de la enseñanza universitaria. Ha habido duras confrontaciones con la policía y numerosas detenciones. Las principales universidades están cerradas. El incidente de Braamfontein no es excepcional, excepto que esta vez un sacerdote católico, jesuita, pacifista y mediador en las conversaciones entre estudiantes, universidades y gobierno, ha resultado herido. El martes 11, el presidente Zuma anunció la creación de una comisión que se encargaría del problema y apeló a estudiantes, familias y líderes a evitar que se pusiera en peligro “la educación de nuestros hijos”. Por desgracia Zuma, envuelto en una serie de escándalos, condenado por utilizar para fines privados dinero del Estado, e intentando en estos mismos días deshacerse de su ministro de Finanzas, Pravin Gordhan, muy apreciado por su trabajo contra la corrupción, no goza de credibilidad ante los estudiantes.

David Rowan, responsable regional de los jesuitas en Sudáfrica ha reaccionado con un comunicado en el que insiste: “Desgraciadamente el proceso de negociación se ha estancado, y nos preocupa la desconfianza entre las partes”… “Creemos que es necesario un esfuerzo concertado de todos los sectores sociales para solucionar el problema que hace que la enseñanza superior sea económicamente imposible para millones de Sudafricanos pobres”… “El Padre Graham y la Compañía de Jesús seguimos pensando que una solución es posible en esta crisis de la Enseñanza Superior y estamos dispuestos a participar en toda mediación”.

Un jesuita francés, Guy Tachard, astrónomo de profesión, visitó en Cape Town en 1685 en su camino hacia Siam, hoy Tailandia. Una presencia más estable de los jesuitas comenzó en 1875. Con comunidades en Johannesburgo y Cape Town, 25 jesuitas trabajan en Sudáfrica como capellanes universitarios, conferenciantes, profesores de seminario y párrocos. El Servicio Jesuita para los Refugiados (SJR) se ocupa de dos proyectos, en Johannesburgo y Pretoria, en la provincia de Gauteng, y de un tercero en la provincia de Limpopo, colindante con Mozambique. “Acompañar” a los refugiados es según su director internacional, el padre Thomas Smolich, el cometido principal de este servicio que se inició en los tipos del ya mítico Padre Arrupe. El padre Russell Pollitt dirige en Johannesburgo el Instituto Jesuita de Sudáfrica: Dedicado a fomentar el debate, la reflexión y el diálogo sobre cuestiones sociales de actualidad, el Instituto pone el énfasis en la formación y el empoderamiento de los seglares cristianos. El Padre Russel está convencido que fe y justicia son dos caras de la misma moneda, lo cual hace necesario colaborar con personas que se encuentran en la periferia de la Iglesia y de la Sociedad.

Este viernes, 14 de octubre, el venezolano Arturo Sosa ha sido elegido General de la Compañía de Jesús en la XXXVI Congregación General. En una interesante entrevista publicada por Religión Digital el miércoles 12, los jesuitas Sam Sawyer y Paddy Gilger, de la revista América, abogaban por que la presente Congregación General llevara a los jesuitas, entre otras, a una mayor profundidad y radicalidad en su presencia en las periferias existenciales, por ejemplo las de las sociedades secularizadas y las de las personas marginadas. El mismo día el semanal The Tablet daba la palabra a otro jesuita, el nigeriano Agbonkhianmeghe Orobator, en la actualidad Presidente de Hekima University College de Nairobi, Kenia. En su entrevista el Padre Orobator insistía: “Siento que nos hemos hecho demasiado cómodos, no nos sentimos suficientemente ofendidos por los problemas de la gente como para reaccionar de manera radical y profética”… “Nuestro discernimiento requiere que nos mantengamos abiertos ante posibilidades de las que no controlamos los resultados, y que busquemos la voluntad de Dios y no nuestras soluciones concebidas de antemano”.

Del nuevo Padre General se dice que en su vida ha combinado brillantez académica con preocupación por los más débiles. En Sudáfrica Sur son los más débiles quienes desean y no pueden formarse académicamente. Según David Rowan, los jesuitas que allí trabajan quieren participar en la mediación necesaria y en la búsqueda de soluciones. Les deseamos que estén a la altura de las circunstancias.

Ramón Echeverría

* Ramón Echeverría es misionero de África, conocidos por Padres Blancos, y colaborador de la Fundación Sur.

[Fundación Sur]

Autor

  • Echeverría Mancho, José Ramón

    Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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