«Y si no resucitan… habrá que enterrarlos», por Alberto Eisman

1/03/2010 | Bitácora africana

En otras ocasiones he mencionado ya el gran poder que tiene la religión en África, para lo bueno y para lo malo. A veces ve uno a un tío biblia en ristre apostado al lado de un semáforo en una gran ciudad, desgañitándose estoicamente desafiando al polvo y la polución enfrente de los coches que se paran allí y repartiendo puras soflamas para quien quiera aceptarlas y hacer examen de conciencia. La gente mirará con curiosidad o con interés, habrá quien en su fuero interno se mofe de él… pero nadie irá a decirle «mire Ud., casi mejor que vaya a un psiquiatra porque esto de predicar al humo de los tubos de escape no es que sea síntoma de normalidad psicológica y menos aún de santidad». Hay como un miedo reverencial ante todos los representantes de la religión, como si todo el mundo tuviera en su mente la sospecha de «¿y si de verdad ha enviado Dios a este tío?»

Y como dicen los clásicos, «donde se demuestra lo dicho con algunos ejemplos»… en la ciudad de Nakuru (Kenia) hubo la semana pasada un lamentable accidente donde perdieron la vida dos pastores de una pequeña iglesia protestante. Los tenían que haber enterrado el sábado de esa semana, pero los fieles decidieron posponer la celebración fúnebre ya que habían decidido hacer oraciones especiales para conseguir que los difuntos volvieran a la vida y continuaran con su labor. Los miembros más fervorosos de la congregación sostenían que el milagro se produciría si los fieles oraban constantemente durante cinco días. Ni qué decir tiene que tal situación atrajo la atención de fieles y curiosos. Al ver que el milagro no ocurría, celebraron el funeral y durante el mismo, uno de los obispos más inasequibles al desaliento de esa iglesia, el teleevangelista Harrison Ng’ang’a, anunció solemnemente: «Si no han resucitado en las próximas dos horas, tendremos que enterrarlos». Como era de esperar, la cosa terminó en el cementerio y ambos fueron sepultados en la misma tumba.

En África, la línea entre la fe y la credulidad, entre el fervor y el fanatismo es extremadamente tenue. No es raro que en las diferentes iglesias históricas tengan que hacer verdaderos esfuerzos para evitar desmadres y desviaciones entre sus miembros. Lo milagroso, lo sensacionalista y llamativo vende. Ayer mismo toda una página de uno de los rotativos de Uganda estaba dedicada a las acciones milagrosas de un cierto pastor, con cerca de 10 fotografías mostrando su poder sanador y sus fehacientes milagros. Una página entera de publicidad en un periódico de difusión nacional no es algo que esté en la mano de muchas empresas aquí… y uno se pregunta hasta qué punto es la religión parte del márketing y cuáles no serán los (obviamente pingües) beneficios de tal campaña.

Afortunadamente, algunas de las peripecias de tales clérigos salen a la luz. Lo mismo que en España la historia del cura que se quedó con dinero y se prostituía ha salido a la luz pública en las portadas de los periódicos (el morbo se añade al escándalo financiero), asuntos de ese calibre no pasan aquí desapercibidos en absoluto. Pasó por aquí el famoso telepredicador Benny Hinn, que atrajo en su día a masas de fieles (a pesar de haber hecho predicciones que nunca se cumplieron, como la muerte de Fidel Castro en los años 90 o la destrucción de la comunidad homosexual en Norteamérica) pero ahora parece haber sufrido también en su reputación, afectada entre otras cosas por su mujer (o va camino de ser exmujer si no me equivoco) y también –en todas casas cuecen habas y en mi convento a calderadas– por temas de dinero. Hombre, hay que tener cara para venir a un país subdesarrollado y lo primero que haces es anunciar el número de cuenta, hacer una colecta y pedir a tus fieles dinero para comprarte un jet «para anunciar el evangelio» … pero estos elementos no se despeinan al decir tales burradas. Siempre habrá el colgado que lo justifique todo diciendo «es que ha hecho esa propuesta inspirado por el Espíritu Santo». Como decía el otro, hablando de ciertas actitudes religiosas… «hay gente que tienen la rara habilidad de hacerme creer que Dios es estúpido».

Original en:

http://blogs.periodistadigital.com/enclavedeafrica.php

Autor

  • Eisman, Alberto

    Alberto Eisman Torres. Jaén, 1966. Licenciado en Teología (Innsbruck, Austria) y máster universitario en Políticas de Desarrollo (Universidad del País Vasco). Lleva en África desde 1996. Primero estudió árabe clásico en El Cairo y luego árabe dialectal sudanés en Jartúm, capital de Sudán. Trabajó en diferentes regiones del Sudán como Misionero Comboniano hasta el 2002.

    Del 2003 al 2008 ha sido Director de País de Intermón Oxfam para Sudán, donde se ha encargado de la coordinación de proyectos y de la gestión de las oficinas de Intermón Oxfam en Nairobi y Wau (Sur de Sudán). Es un amante de los medios de comunicación social, durante cinco años ha sido colaborador semanal de Radio Exterior de España en su programa "África Hoy" y escribe también artículos de opinión y análisis en revistas españolas (Mundo Negro, Vida Nueva) y de África Oriental. Actualmente es director de Radio-Wa, una radio comunitaria auspiciada por la Iglesia Católica y ubicada en Lira (Norte de Uganda).

Más artículos de Eisman, Alberto