VIVIR CON REFERENCIAS UNIVERSALES

4/02/2013 | Editorial

Los pueblos que mayor bienestar social disfrutan, viven en países más bien pequeños, como Noruega, Suecia, Suiza, Mauricio, Cabo Verde, Botsuana, etc. donde han alcanzado un buen nivel de desarrollo integral y de responsabilidad social, tanto en la gestión local como nacional.

Viven con referencias (valores) personales y sociales que la mayoría valora y respeta. Además cuentan con la Constitución, como marco jurídico o legal, por la que desean convivir. Se exigen mutuamente transparencia y responsabilidad en su gestión.

Esto lo podemos constatar en Europa y en África. Este desarrollo integral y responsabilidad social parece ir de la mano con la capacitación de las autonomías regionales y la participación activa de la sociedad.

En varios países más grandes, centralizados y mediterráneos, como Italia, España y Francia, Egipto, Argelia, Marruecos etc. notamos como reinan la picaresca y hasta la irresponsabilidad social: “Hecha la ley, encontrada la trampa”. El “financial times” habla hoy de “podredumbre” en casi todas las instituciones de España.

Al no gestionar la vida personal y social por valores humanos universales, lo que hacemos es cambiar de “pieles” pero seguimos con los mismos “lobos”, modelados por el mismo sistema depredador.

Podríamos aprender más de la historia y de la experiencia de tantas generaciones, culturas y pueblos. Transmitir los valores humanos y universales a las generaciones más jóvenes debería ser una responsabilidad personal, familiar y social.

Pienso que deberíamos elegir, (fuera de los ámbitos actuales de partidos, sindicatos y banqueros), auténticos profesionales: educadores, médicos, economistas, gestores sociales etc. que sean además responsables y solidarios, para gestionar la Política de recursos y servicios sociales.

La concentración y abuso del poder y finanzas del sistema capitalista, han viciado la política y economía actuales. Se juega incluso con la Cosntitución.

“El juez investigará”, soluciona poco y tarde, porque la justicia no es “la misma para todos”, y porque hemos secuestrado la razón y los valores más universales.

La responsabilidad y la tarea por tanto siguen en nuestras manos, aquí y en África.

Si esta crisis de humanidad y de ética nos ayuda a despertar personal y socialmente, no habrá sido en vano.

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