Violencia en el este del Congo R.D.: Se interpela de nuevo a Kinshasa

17/06/2009 | Opinión

Si damos crédito a las últimas estadísticas sobre personas desplazadas desde el mes de febrero, habría al menos 800.000 desplazados internos. Se añade a este dato la recrudescencia de la violencia. No pasa un solo día sin que se deplore la muerte de personas. Situación ya puesta de relieve por los obispos del Kivu en su última carta pastoral. Hemos vuelto prácticamente al periodo de diciembre de 2008, a los tiempos duros de la guerra « FARDC – CNDP ». Inquietante.

Prosigue la quema de la casa. Las informaciones provenientes de la región del Kivu afirman que los grupos armados han vuelto a activarse fuertemente estas últimas semanas. Un verdadero desafío lanzado a la Operación Kimia II, llevada a cabo conjuntamente por las FARDC y la MONUC. Vean ustedes.

Se nos dice que el campo militar Mkwenda habría sido quemado por las FDLR. Durante el mismo periodo, en Nyamiringa, un centro agrícola importante, situado a 115 km. de Goma, en la carretera a Ishasa, puesto fronterizo con Uganda, cerca de 20.000 habitantes han abandonado su pueblo. Huyen de las exacciones de los grupos armados, todavía no formalmente identificados, que han saqueado y quemado sus casas.

En Kiwanja, algunas casas de Rutshuru-centro han sido saqueadas por hombres de uniforme. Antes, habían levantado una barrera en Bunyagula. Todos los vehículos, conductores de motos, han sido saqueados.

Una semana antes, se habían encontrado los cuerpos de diez jóvenes asesinados por las FDLR, en una reacción de venganza. Entretanto, los campos de los campesinos de Rutshuru son sistemáticamente saqueados por grupos armados a su paso, antes de violar y matar a apacibles mujeres. También en Rutshuru, los ramales de carretera Rutshuru – Kanyabayonga, Kiwanja – Ishasa – Bunangana, son muy peligrosos. Los vehículos que se atreven a penetrar son pura y simplemente quemados.

En la zona de Lubero, se habla de 60 casas quemadas en Muhola, 36 en Bulofwa, 13 en Kinyondo, 10 en Kanyabayonga, 35 en Kaleghe. En el parque Virunga, la confusión es total. Además del furtivismo, los actos de violencia se saldan con muertes humanas, robos de motos y vehículos quemados. Estos actos de violencia, cada vez más frecuentes, han lanzado a las carreteras y caminos a más de 800.000 personas, si hacemos caso de las estadísticas provenientes de los organismos encargados de la asistencia a desplazados internos. Si estos cálculos son exactos, es indudable que hemos vuelto a la casilla de partida. Esto es, al periodo de diciembre de 2008, a los momentos de duros combates entre las FARDC y el CNDP de Nkunda. Materia más que suficiente para interpelar al gobierno a fin de que reaccione de manera apropiada.

No perder el control

Ante la gravedad de la situación, Kinshasa es interpelado de nuevo. Es cierto que se han llevado a cabo esfuerzos, pero lo que suscita muchas preguntas es constatar que cada vez que se produce una nueva iniciativa, las exacciones y las matanzas se multiplican.

En efecto, el comité de seguimiento del Acuerdo de Ihussi entre el gobierno y el CNDP está a pie de obra y se registran avances significativos para consolidar lo acordado el 23 de marzo.

Luego, el gobierno, junto con la MONUC, ha iniciado la Operación Kimia II y Rudia, para limpiar las últimas bolsas de resistencia de las fuerzas negativas. Curiosamente, es en este instante preciso cuando se asiste al recrudecimiento de las violencias.

Es importante ahondar en este fenómeno; se diría que existen personas que no quieren que la paz vuelva a la RDC. Multiplican las acciones para desanimar a personas de buena voluntad con la finalidad de llevar a Kinshasa a la pérdida del control de la provincia del Kivu. Una vez demostrada su incapacidad (de Kinshasa) aparecerán otras iniciativas maquiavélicas.

Por consiguiente, corresponde a Kinshasa desmontar este complot. Esto es, poseer efectivamente el control del desarrollo de las operaciones militares hasta en los más pequeños detalles. Reaccionar sin sentimentalismos, sancionando, si fuera preciso, a quienes se aventuran a perturbar el proceso del retorno de una paz duradera.

Tener en cuenta, paralelamente, las observaciones pertinentes emitidas por algunas sensibilidades, concretamente por la Conferencia episcopal del Congo, en su rama del Kivu. Y, siempre en la misma línea, reforzar los dispositivos de reintegración y las capacidades de intervención de las FARDC para eliminar cualquier frustración.

Riesgos de interconexión

Kinshasa es interpelado para sofocar cualquier tentativa de interconexión de las acciones de los grupos armados Si estos grupos armados se percatan de que las FARDC y la MONUC no disponen de fuerzas disuasivas, nada les impedirá iniciar nuevas acciones de guerra.

Ahora bien, si por un casual se produjera esta interconexión, los grupos armados dispondrán de una gran capacidad para tratar de que se desencadene una nueva guerra.

He ahí lo que podría permitir a ciertos vecinos directos de la RDC a aprovechar la ocasión y blandir una vez más esa eterna cuestión de la seguridad. Será de nuevo volver a la casilla de partida. Esto es, a 1998, con todas las consecuencias que comporta semejante eventualidad.

La RDC no acaba de salir totalmente del agujero; el peligro sigue en casa.

Publicado en Le Potentiel, de Kinshasa, congo R.D. el 16 de junio de 2009.

Traducido por Ramón Arozarena, para Fundación Sur.

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