Victoria en Ruanda

4/12/2009 | Crónicas y reportajes

Victoria se enfrentará en las urnas al presidente Paul Kagame, responsable impune de crímenes contra la humanidad, convencida de que si la democracia vuelve a Ruanda, habrá paz en los Grandes Lagos.

En algún momento del mes de octubre Victoire Umuhoza se despedirá de su familia, hará las maletas de quince años de exilio europeo, subirá al avión y volverá a su casa de Ruanda, acompañada de un equipo de diez personas dispuestas, como ella, a arriesgar su integridad física, en la pugna por las presidenciales del 2010, a las cuales ha decidido presentarse como cabeza de lista de las Fuerzas Democráticas Unificadas (FDU). Esta mujer de cuarenta años, de sonrisa abierta y elocuencia serena se propone conseguir la verdadera reconciliación entre los habitantes de su pequeño país situado al centro de África, en la convulsa región de los Grandes Lagos, un país que se encontraba prácticamente fuera del mapa hasta 1.994, cuando irrumpió en la escena mediática a causa de la terrible explosión de violencia de los hutus contra los tutsis, producido después de cuatro años de invasión y de matanzas contra la población civil por parte del grupo tutsi, actualmente en el poder.

¿Cuál es la ayuda de la que puede disponer Victoria para intentar vencer mediante las urnas a la dictadura de Paul Kagame acusado de fraude masivo en todas las convocatorias que hasta ahora han legitimado su régimen de terror? «De la fuerza más poderosa de la historia, que es la verdad, junto con la justicia y el coraje», apunta su amigo Juan Carrero y «con la fuerza del diálogo, imprescindible para recuperar el estado de derecho», ella continúa y pide a la comunidad internacional que no le dé la espalda a Ruanda y que acepte hacerse responsable de la transparencia del proceso electoral, comprometiéndose a seguirlo y acompañarlo, convencida de que es la última oportunidad para evitar la catástrofe que se avecina de nuevo, ante la indiferencia del mundo. Así nos lo explicaba un día de julio, en Mallorca, en una de las casas que la fundación S’ Olivar mantiene en el tranquilo valle d’Estellencs, en plena sierra de Tramontana, donde hicimos la entrevista juntamente con Juan Carrero, presidente de la fundación y del Forum Internacional para la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos, y Elisenda Ndayasiba, presidenta de la asociación de la Asistencia a las Víctimas de los Conflictos de África Central.

Victoire y Elisée se habían desplazado a la isla de la cual ha surgido -impulsada por la Fundación S’Olivar- una de las más intensas y perseverantes campañas de denuncia de los crímenes y violaciones de los derechos humanos en aquella región africana, para perfilar algunos puntos respecto al soporte institucional, al proceso democrático que se inicia en Ruanda. De las gestiones realizadas con la alcaldesa de Palma, Aina Calvo, y con la Presidencia del Consell Insular, Francina Armengol, se obtuvo la promesa de una contribución económica al proyecto internacional -comenzado por una concertación de organizaciones europeas, norteamericanas y ruandesas- que tienen previsto lanzar diferentes brigadas de activistas no violentos, para hacer de escudo de protección a la candidata y a su equipo, desde el mismo momento que entren en el país. Este proyecto será también apoyado en parte por la oficina de promoción de la paz y de los derechos humanos de la Generalitat de Catalunya. Y por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), que contribuirá a la celebración del diálogo altamente inclusivo -con la participación de todos los grupos: hutus, tutsis, y twas- que tendrá lugar en Tanzania antes de las elecciones para profundizar y encontrar caminos de convivencia inter -étnica.

Evitar la pantomima

Todas estas precauciones y otras medidas pendientes de concretizar, son necesarias -recalca Victoire Umuhoza -para garantizar que las elecciones no sean una vez más una pantomima bajo el hombre fuerte del país, actual presidente Paul Kagame, aliado y sostenido -sin dudas, casi hasta ahora mismo- por Estados Unidos y Gran Bretaña. Según dice, Kagame habría manifestado últimamente síntomas de nerviosismo, porque empieza a percibir el deterioro internacional de su imagen conciliadora, con la que ha sabido encubrir hábilmente su amplio historial de crímenes. (Una reciente investigación del Consejo de Seguridad de la ONU confirma su participación en la guerra del Congo, reclutando niños-soldados para el ejército de Nkunda).

Victoire considera que el riesgo para ella y para los miembros de su equipo llegará, de hecho, por las muchas posibilidades que tienen de ganar las elecciones si el proceso es limpio, si la gente puede votar sin coacciones ni amenazas, y es por eso que insiste en la necesidad de que la comunidad internacional se implique más allá del mero hecho de enviar a última hora observadores al pie de una urna, que tendrían una función muy poco útil. Recuerda que en Ruanda la libertad de expresión es un bien inexistente -cosa que confirma cada año Reporteros Sin Fronteras-,que no se admite ninguna oposición, que se obliga a la población a asistir entusiásticamente a los mítines para que las cámaras capten su adhesión al régimen, que la arma política más usual es la intimidación y que la batalla fundamental que se determinará en los próximos comicios será, simple y llanamente, entre el mantenimiento de la actual dictadura o la instauración de un estado de derecho.

Dineros manchados de sangre

Su llamada a la comunidad internacional es dirigida especialmente a países que son donantes al Ruanda o que mantienen estrechas relaciones y están en condiciones de presionar a Kagame: Gran Bretaña, Estados Unidos, Holanda, Bélgica y Alemania. Dice que todos le han dado buenas palabras, que le han manifestado el deseo de que las elecciones se celebren con las debidas garantías y le han asegurado que mirarán lo que pueden hacer para la protección de todo el equipo. Ahora sólo queda que lo realicen, y en este sentido, la reciente entrega por parte de Gran Bretaña de 200 millones de euros para la campaña de Kagame, no llega como buena noticia, pero también, en el otro platillo de la balanza se coloca el presidente norte-americano, Barak Obama, con quien ella se entrevistó y de quien pondera la carga profunda de uno de sus mensajes al continente «África no necesita hombres fuertes -entiéndase dictadores corruptos- si no más bien instituciones fuertes». Ahí está totalmente de acuerdo y añade: «En el fondo, nuestra única esperanza es la democracia». (Obama se habría comprometido con un apoyo importante a su proyecto).

Le preguntamos si le da miedo volver y no contesta. Tan sólo nos explica que lo tiene todo preparado con su marido y sus tres hijos -que ellos se quedan de momento en Holanda- y que juntos afrontarán la nueva situación muy conscientes de todo lo que implica. La violencia la ha vivido y conocido en su propia familia y de todos los bandos: los extremistas tutsis le asesinaron unos tíos, un sobrino de seis años, los abuelos y su suegro, los extremistas hutus, a un hermano de 18 años. Se puede decir que el sufrimiento y el horror vivido en aquel momento en el país le llevó a transcender su profesión de gestora empresarial y a asumir diferentes responsabilidades políticas en la diáspora, hasta a ocupar, en abril del 2006, la presidencia de las Fuerzas Democráticas Unificadas, en donde se agrupan representantes de todas las etnias que «quieren vivir en paz». El alma y el propósito de contribuir a la plena reconciliación de los ruandeses y de erradicar el fermento de la desconfianza, sembrada durante muchos años- desde la época colonial y al abrigo de intereses económicos y geoestratégicos- entre la población.

¿Cómo conseguirlo? Con una sola pregunta es capaz de lanzar toda una conferencia de ideas bien articuladas que iluminan muchos rincones de la historia, del pasado reciente y del momento actual. Resumimos los puntos más sustanciales. El conocimiento de la verdad. “El genocidio fue posible por una política sistemática de exclusión y de manipulación psicológica de los grupos». La necesidad de un diálogo profundo: «Hutus, tutsis y twas tenemos la responsabilidad de trabajar juntos para construir un país donde la diversidad cultural sea un bien colectivo y no un pretexto para el conflicto». El papel de la mujer: «ha sufrido mucho pero es clave para la reconciliación, porque tiene un gran respeto por la vida y su generosidad es un valor que tiene mucha fuerza». La justicia actual: «La versión oficial sólo habla de las víctimas tutsis, ya que reconocer las víctimas hutus equivaldría a reconocer los crímenes del régimen; la población hutu no tiene derecho ni a llorar, ni a recordar a sus muertos». La igualdad: «para mantener los privilegios de la minoría tutsi, el gobierno transmite la imagen de que todos los hutus son genocidas y los discrimina en todos los ámbitos.
La frustración que esto genera está peligrosamente aumentando la tensión social. Necesitamos la democracia para poner fin a la política de exclusión y garantizar los mismos derechos para todos los ciudadanos». Y podríamos continuar…

La guerra del Congo

A su lado, Elysée Ndayasiba va asintiendo y aporta un argumento muy sólido en favor de un cambio del escenario político en Ruanda: el de la pacificación de toda la zona de los Grandes Lagos, muy especialmente la República Democrática del Congo, donde se están librando terribles batallas promovidas por el régimen del Frente Patriótico Ruandés (FPR) de Paul Kagame, para saquear sus inmensos recursos naturales, oro, diamantes, coltán, con el cual se fabrican nuestros teléfonos móviles entre otros.»Los 200 millones de euros que da Gran Bretaña para contribuir a la campaña de Kagame se van directamente a financiar la guerra del Congo, un conflicto que ya acumula más de cinco millones de muertos. Es una tragedia en la que se unen los intereses de políticos corruptos y empresas multinacionales que están trabajando allá sin ningún escrúpulo ante la indiferencia del mundo, que se contenta con la explicación fácil de que es una guerra tribal». Ndayasiba preside AVICA (Asistencia a las Víctimas de los Conflictos en África Central), una asociación que da apoyo a toda la población civil que sufre de la violencia en la zona y promueve la justicia y el diálogo como material de reconciliación. También hace una llamada a la ciudadanía ante la presidencia española de la Unión Europea (primer semestre del 2010) «Confiamos que el gobierno de Rodríguez Zapatero asuma la prioridad de parar la guerra, y que haga comprender a los otros países la terrible absurdidad de financiar el régimen de Kagame, que conlleva destrucción y miseria; y de enviar, a la vez, ¡dinero de la cooperación internacional al Congo! cuando lo que más necesitan es la paz».

Llegar muy lejos

Las expectativas de Elysée Ndayisaba y de Victoire Umuhoza en relación con el apoyo de nuestro país a su causa no son banales sino más bien fundamentadas en dos actuaciones antecedentes de peso. Por un lado, de la Audiencia Nacional ha salido la justicia que hasta ahora no se ha atrevido a hacer el Tribunal Penal para Ruanda: el magistrado Fernando Andreu emitió en febrero del 2008 una orden de arresto internacional para cuarenta mandatarios de la administración ruandesa imputados de crímenes de genocidio, de guerra y contra la humanidad, crímenes de los cuales fueron víctimas, entre muchos otros, nueve ciudadanos españoles. (Ver: Ruanda: La historia que no se explica). Y, continuando con la investigación, el mismo juez ha dictado este año una comisión rogatoria internacional a la ONU para que dé a la Audiencia las pruebas contra los cuatro altos cargos (entre ellos el presidente Kagame) y quince empresas que figuran en los informes del 2001 y del 2002 del Consejo de Seguridad de la ONU) sobre los crímenes de guerra de pillaje de los recursos naturales de la República Democrática del Congo. Y por otro lado, a «casa nostra” aquí ha nacido también la iniciativa del Diálogo Interuandés (DIR) una perspectiva muy interesante que se está extendiendo entre representantes de todas las etnias convocadas a exponer sus puntos de vista, para la construcción de la paz en la región.

Y en este punto es importante decir -y son Victoire y Elysée los que insisten- que si se está llegando tan lejos en la búsqueda de la verdad, la justicia, y la reconciliación en sus castigados países es en gran parte por el compromiso y la eficacia de la conexión mallorquina/catalana/africana constituida a finales de los noventa, o sigue por el apoyo de la sociedad civil en diferentes momentos de la lucha (la Coordinadora de ONG de las Comarcas gironesas y del Alto Maresme es un exponente) y sobre todo por la infatigable dedicación de activistas con nombres propios y apellidos como el abogado Jordi Palou Loverdos, responsable de la investigación abierta a la Audiencia Nacional como representante legal de las nueve familias de las víctimas españolas, de víctimas ruandesas, y congoleñas y de los ayuntamientos de: Figueres, Navata, Manresa y Tremp, relacionados con los catalanes asesinados: Imma Parada y Josep Maria Bonet, miembros de Amnistía Internacional y del Grupo de Ampurdaneses y Ampurdanesas Para la Solidaridad (GEES) de Figueres, vinculados con Ruanda porque allí perdió la vida el misionero de Navata Joaquim Vallmajó, amigo de Bonet, con quien mantuvo una intensa correspondencia con una relevante información sobre los hechos, y muy especialmente Juan Carrero, presidente del Forum para la Verdad y de la Fundación S’Olivar, el cual empezó a darse cuenta en el año 1994 que las informaciones del genocidio llegaban perversamente manipuladas y que inició, juntamente con otros miembros de la fundación, la campaña de solidaridad que ha dado sus buenos frutos. (En su libro “África, la mare ultrajada”, que aparecerá próximamente, en más de mil páginas denuncia los lobbies que mantienen el continente en estado de guerra i miseria).

Con Parada i Bonet comparamos las imágines actuales de los refugiados del Congo con aquellas que captó Vallmajó a principios de los noventa y ciertamente la similitud es hiriente. Pero ahora hay una posible ventaja – quisiéramos pensar los dos-, que es que el mundo de ahora ya no puede hacer ver que no sabe lo que está pasando.

Pau Lanao y Carme Vinyoles.

Artículo publicado e n el número 1960 de “Presencia”, del Diari Punt de Girona, semana del 18 al 24 de septiembre.

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