Victoire Ingabire, la valiente dama de Kigali

3/01/2012 | Opinión

Victoire Ingabire es una mujer ruandesa de 43 años, madre de tres hijos. Acaba de pasar sus segundas Navidades consecutivas en una cárcel de Ruanda. Su procesamiento está en curso en Kigali. ¿Su crimen? El de haberse atrevido a desafiar el poder total del hombre implacable que preside los destino de este pequeño país. Este hombre, es el general-presidente Paul Kagame, responsable además de dos guerras de invasión y saqueo que causaron millones de muertos en el Congo-Zaire.

Victoire Ingabire habría podido seguir viviendo tranquilamente en los Países Bajos, donde realizó sus estudios superiores y donde tenía asegurada una carrera brillante. Sin embargo, lejos de su país de origen, se preocupaba por la situación que en él prevalecía. Se integró en la oposición a la dictadura ruandesa y se mostró activa en la diáspora. En abril de 2006, fue elegida presidenta de una plataforma que agrupó a los movimientos opositores al régimen de Kagame, FDU. Regresó a Kigali en enero de 2010, después de 16 años de exilio y se inició un hostigamiento incesante que pronto se convirtió en persecución, para luego finalmente llevarla a la cárcel.

Cuando regresó a su tierra, se dirigió al memorial del genocidio, donde pidió que todos los perpetradores de crímenes fueran llevados ante la justicia, incluyendo a los que pertenecían al poder actual. Se atrevió además a reivindicar el derecho a la memoria para todas las víctimas del genocidio. Eso le valió una primera detención; fue liberada al día siguiente pero se le colocó bajo vigilancia judicial, con prohibición de abandonar Kigali. Inmediatamente se lanzó una campaña de desprestigios contra ella, acusándola de “negacionismo” y de “divisionismo”. No se dejó intimidar y prosiguió con su tentativa de presentarse como candidata de la oposición a las elecciones presidenciales de agosto de 2010.

Sin duda subestimó la naturaleza liberticida del régimen de Kagame. Éste no podía tolerar una verdadera oposición y menos una voz que ponía en cuestión la versión oficial de la tragedia ruandesa. Victoire no podía ignorar la suerte reservada a los disidentes y opositores. ¿Cuántos políticos habían sido liquidados por los matones de Kagame dentro y fuera del país desde 1994? ¿Cuántos detenidos y encarcelados acusados de negacionismo? ¿Cuántos testigos molestos extranjeros que pagaron con su vida el hecho de saber demasiado? Pienso en los misioneros Claude Simart, Guy Pinard, un quebequés que sabía cómo habían sido asesinados tres miembros españoles de Médicos del Mundo, en el padre Vijeko Kuric. Si unos extranjeros pueden ser suprimidos en total impunidad, Victoire Ingabire debía ser consciente de los riesgos que asumía al regresar a su país y desafiar al general-presidente. Su candidatura no fue validada y la “justicia” ruandesa siguió encarnizándose con esta valiente mujer. Tras varios meses de residencia vigilada, fue encarcela el 14 de octubre de 2010, acusada de “organización de grupo terrorista”. Sigue allí.

Se han multiplicado contra ella mentiras. Kagame, con ocasión de su visita a Uganda el 12 de diciembre último se atrevió a afirmar que Victoire Ingabire “había reconocido gran parte de las acusaciones que pesaban contra ella”, esto es, traición, terrorismo e ideología genocida. Incluso afirmó que sus abogados la habían abandonado.

Todo ello no ha impedido que en Francia se haya desenrollado la alfombra roja para acoger a Paul Kagame en septiembre de 2011. Este dictador, sin embargo, no ha cesado de meterse con Francia desde que alcanzó el poder, acusando a militares y dirigentes franceses de haber tomado parte activa en el genocidio. ¿Ha evocado Nicolas Sarkozy la suerte de la valiente opositora ruandesa? Lo dudo.

Victoire Ingabire ha pasado en consecuencia sus segundas Navidades en la cárcel, vestida con el uniforme rosa. Sus partidarios y amigos no la han olvidado. Cada vez más comparan a la dama de Kigali con otra mujer valiente, Aung San Sun Kyi, conocida por su combate pacífico. Victoire Ingabire parece dar pruebas de la misma determinación para establecer el Estado de derecho y la democracia. Deseemos que se convierta en la próxima laureada del Premio Nobel de la Paz, como lo fue hace 20 años Aung San Sun Kyi. ¡Es seguro que para Victoire, incluso desde el fondo de su celda, la victoria está asegurada!

Hervé Cheuzeville, 26 de diciembre de 2011.

(Autor de tres libros: “Kadogo, Enfants des guerres d’Afrique centrale”, l’Harmattan, 2003; “Chroniques africaines de guerres et d’espérance”, Editions Persée, 2006; “Chroniques d’un ailleurs pas si lointain – Réflexions d’un humanitaire engagé”, Editions Persée, 2010.

Traducción de Ramón Arozarena.

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