La educación cívica y de valores humanos parece volver en algunos países, lo cual no deja de ser un paso relevante en la buena dirección.
Es necesario analizar el contenido de esta educación ética, así como la preparación de los educadores y la forma de impartir dicha educación.
1. ¿De qué valores humanos estamos hablando: locales, universales, de mínimos o de máximos?
2. ¿Quién y cómo se imparte esta educación ética: en clave política partidista o con acuerdos consensuados por peritos y con referencias éticas universales?
En primer lugar, es absolutamente prioritario definir claramente el significado de cada término utilizado en el texto: dignidad humana, ética, conciencia, valores humanos, libertad, solidaridad, principios fundamentales, etc. Con términos genéricos, no aclaramos nada, ni promovemos comunicación positiva.
Si analizamos los manuales de educación cívica y de valores que encontramos en las Redes sociales, nos sorprende, que, entre los valores mencionados, aun siendo muy válidos, existe una falta notable de algunos valores, que a muchos nos parecen fundamentales, como son: Naturaleza y Origen de la Dignidad Humana, Fundamentos del Bien Común y de la Solidaridad, y la referencia básica de la Conciencia personal.
La Dignidad Humana es el fundamento de todos los Derechos Humanos. Sin comprender bien el significado de esta base esencial de, la Dignidad Humana, el Bien Común y la Conciencia personal, difícilmente llegaremos a valorar adecuadamente otras referencias derivadas y propuestas, como la democracia, la ciudadanía y las normas de convivencia, expresadas en los acuerdos y en las Constituciones.
Construir un plan educativo consensuado, de valores humanos y cívicos al completo, que sea válido y universal, requiere un estudio profundo y holístico, integrando todas las dimensiones constitutivas del ser humano: racional, emocional, física, intelectual, social, relacional, psicológica, cultural, ecológica y religiosa de cada ser humano.
Nuestro mundo, con tantos mundos incluidos, se caracteriza ante todo por su interconexión global gracias a la comunicación digital, por su constante transición o condición cambiante, por sus descubrimientos científicos y tecnológicos, y por la necesidad de filtrar y discernir la constante lluvia de información.
Es necesario afrontar las oportunidades y riesgos que tantos cambios nos presentan diariamente, con reflexión compartida, responsable y con referencias válidas.
Esto es fundamental para poder integrar los retos más relevantes, como: el empobrecimiento de la humanidad, el paro, la violencia, los refugiados, los fundamentalismos, etc.
Disfrutar los recursos disponibles, en un desarrollo sostenible y en una convivencia libre y solidaria, requiere un gran trabajo de educación integral y de compromiso social para que la sociedad pueda integrar a todas las personas en su diversidad, vivir en libertad, respeto y bienestar, promoviendo y exigiendo, una gestión más justa, equitativa y sostenible de los recursos disponibles.
Necesitamos seguir promoviendo diferentes, nuevas y alternativas más colaborativas y éticas de: educación, comercio, desarrollo, política económica, donde las personas y el bien común estén siempre en el centro de atención, y abandonar al mismo tiempo, todas las políticas de partidos, bancos, empresas y gobernantes dictadores, que solo buscan su propio interés.
Los pueblos y las sociedades deben seguir retomando su propio poder y responsabilidad para gestionar, profesional y responsablemente, todos los recursos y servicios disponibles, para promover un desarrollo sostenible,, equitativo, ecológico y humano.
