Una próspera mina perdida en los bosques de la República Democrática del Congo

4/05/2010 | Crónicas y reportajes

El lugar no está marcado en ningún mapa, pero en el este de la República Democrática del Congo, 80.000 personas arriesgan su vida y salud para extraer de las minas casiterita, el mineral primario para el estaño.

En Bisie, un enclave 200 kilómetros al oeste de Goma, la capital de la provincia de Kivu Norte, ha crecido una ciudad en toda regla en torno a la mina más grande de casiterita descubierta en el vasto país del centro de África, la República Democrática del Congo.

Pero la zona es de muy difícil acceso. Tanto el estaño, como la cerveza, la comida, la ropa y otros productos y equipos, todo ello es transportado a la espalda de hombres, a lo largo de los 50 kilómetros que unen el lugar con la carretera más cercana.

A la entrada del bosque, “Ma Rouge” ha crecido como el asentamiento más grande de la región minera, donde las familias con niños viven en chozas con techos de lona blanca.

Ma Rouge es un laberinto lleno de pasadizos sucios y llenos de ruido, donde las casas se agolpan con las tiendas en las que puedes encontrar casi de todo. También forman parte del asentamiento bares y restaurantes que por las noches ponen música ensordecedora.

Bisie no tiene escuela ni hospital, sólo tres centros de salud. El suministro de agua son los arroyos cercanos y la electricidad es proporcionada por unos cuantos generadores en toda la ciudad.

“Comemos y dormimos en el agujero”

La mina más cercana se llama “Sitio 15”, por el número de minutos que cuesta llegar hasta ella desde Ma Rouge. El pozo se sumerge 200 metros en la ladera de una colina. Con el torso desnudo pero con botas puestas, decenas de mineros artesanales trabajan en la mina bajo un calor sofocante. A mediados de abril había unos 3.000 mineros así.

Por encima en la cima está el “Sitio 45”, que es la mina más grande y donde las tiendas permiten a los mineros vivir de manera autosuficiente.

Con el cuerpo brillante por el barro y el sudor, un hombre de rostro demacrado que lleva un cincel, sale del oscuro agujero que se hunde hacia abajo en las galerías subterráneas.

“Comemos y dormimos en el agujero, podemos permanecer ahí más de 24 horas”, dice el minero. “ni los rebeldes pueden encontrarnos cuando estamos abajo del todo”.

¿Los rebeldes? Las colinas de alrededor, hasta tan lejos como la vista pueda alcanzar, se esconden rebeldes del FDLR ruandés y otras milicias locales.

Las dos provincias del Kivu, del Norte y Sur, son las peor afectadas de la República Democrática del Congo, por las actividades de grupos insurgentes y el ejército, que a veces han tomado el control de las operaciones mineras para obtener beneficios financieros.

Con un casco de linterna, Depsi, de 19 años, dice que “cava por dinero”.

Muertos por derrumbes

“Gano unos 20 dólares al día. Es muy duro. Antes, solía vender pan aquí y sólo ganaba 50 dólares al mes”.

La mayoría de los mineros se gastan sus salarios en alcohol y el comer, y algunos de ellos frecuentan las prostitutas que hay en el asentamiento Hewa Bora (Aire Fresco), apartado del “Sitio 45”.

Con frecuencia, los mineros resultan heridos o muertos por desprendimientos.

Hasta principios de 2009, la región estaba completamente controlada por el ejército, bajo la estricta autoridad de un coronel que explotaba unos 130 pozos de minas y exigía impuestos de producción.

Desde entonces, la brigada y su líder han cambiado, y ahora son los oficiales estatales los que actúan en la zona. Los soldados son más discretos, pero algunos siguen reclamando estas cuotas a los mineros.

“La situación ha mejorado. Pero necesitamos a los soldados de todos modos, porque todavía está la amenaza de los rebeldes”, explica Sylvain Balengelisa, el administrador local de Bisie.

El verano pasado, hombres armados atacaron las minas, matando a cerca de 30 personas.

En marzo, Bisie produjo 568 toneladas de casiterita, que es utilizada sobre todo para la industria electrónica.

Después de ser transportada por los porteadores, el metal es llevado en avión hasta Goma, desde donde es exportado principalmente a la vecina Ruanda, según las autoridades locales.

Por la falta de pistas de aterrizaje en Bisie, los pilotos utilizan un tramo de carretera asfaltada que tiene una curva y atraviesa el pueblo de Kilambo. Hasta el momento, no ha habido accidentes.

(News 24, 04-05-10)

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