Una fatua no es más que una opinión

9/01/2012 | Opinión

La debacle del “jeque pepino” ha desencadenado un verdadero debate internacional sobre Islam, el periodismo y el concepto de la fatwa (fatua) Islámica. Siempre ha habido vergonzosas declaraciones por parte de los líderes religiosos, cristianos, judíos y musulmanes, que probablemente no tienen nada que ver con las verduras. Sin embargo, en la complejidad del debate, muchos se preguntaban si el jeque estaba emitiendo una fatua, a la que se hace referencia a menudo como un edicto islámico. La realidad, sin embargo, es que esto no debería importar, y para la mayoría, especialmente en el mundo islámico, no importa.

“Una fatua es la opinión de un jeque religioso, aunque a nosotros nos gustaría pensar que son vinculantes, la historia nos dice lo contrario. Nosotros no tenemos un clero en el Islam y solamente Dios o Sunna (tal y como escribió y dijo el profeta Mohamed) son verdaderamente vinculantes”, dijo el Jeque Goma’a en la oficina de conversión de al- Azhar, hace poco cuando se le preguntó acerca de una fatua sobre que los niños musulmanes no deben llamar a sus ositos de peluche como el Profeta. “Ellos son niños y necesitan divertirse. Esto debería entenderse como un signo de fe, no de intolerancia.” Añadió.

Durante los primeros años del Islam, se emitía una fatua para guiar a los seguidores, que lanzaban algunas cuestiones relacionadas con cómo vivir sus vidas de acuerdo con el Corán. Esto tiene que ver con los primeros años de fe en la infancia y las necesidades de los eruditos para ayudar a los creyentes a seguir el camino del Islam. Actualmente, parece que casi todos los líderes religiosos pueden utilizar una fatua en lugar de una opinión.

Una fatua no es más que una opinión, en palabras de Samer Ali, profesor de la Universidad de Texas, en Austin. “Tanto en tiempos modernos como clásicos, una fatua es simplemente una opinión legal dada por un erudito religioso y que no tiene o ejerce fuerza alguna como en el caso de la ley”, argumenta.

Esto estaría de acuerdo con los resultados de la famosa fatua sobre la lactancia materna -la fatua de un jeque de al-Azhar que pedía a las mujeres que amamantasen en la oficina para evitar el acoso sexual– y las fatuas de los ositos de peluche. Nadie pareció darse cuenta de ellas o tomarlas en serio. En el momento que el Ayatollah Khomeini dictó su famosa fatua de amenaza de muerte contra Salman Rushdie en relación su libro “Los Versos Satánicos” en Gran Bretaña, según Ali, no se hizo apenas caso a las demandas de asesinato contra el autor indio.

“Una fatua exclusivamente cobra fuerza en términos legislativos (Hukum o resolución) en el caso de que goce de ijmaa o consenso, que raramente sucede desde el momento que siempre se da diversidad de opiniones sobre estos temas. De hecho, literalmente, una fatua en árabe significa simplemente “una respuesta a una pregunta”, continúa diciendo Ali.

Aquí, en Egipto, esto es considerado claramente como una línea pública creada por el ministerio de Dotaciones Religiosas que permite a los ciudadanos llamar para resolver sus dudas. Entonces se publican las fatuas en respuesta a las peticiones o necesidades de los ciudadanos, para que todos puedan verlas. El ministerio básicamente responde a las cuestiones planteadas por los musulmanes de a pie, tal y como argumenta Ali.

Entonces, ¿por qué la prensa Occidental, con bastante frecuencia, informa sobre la fatua como “un edicto Islámico”? Ali sostiene que un edicto, por definición presume que “la persona posee total autoridad para hacer público, expedir una proclama y dos, el comunicado es “oficial”. En el Islam Suní no existe un organismo oficial que oficie la emisión de las fatuas, es por ello que hay un número ingente de comunicados contradictorios.

“El efecto de cualquier fatua no es más que el de la opinión de un dietista que compite con otros dietistas para aconsejar sobre el sobrepeso, y las audiencias con sobrepeso toman sus propias decisiones”, dice Ali intentando mostrar cómo las fatuas en la actualidad no son vinculantes.

Al igual que los cristianos, que buscan un líder religioso de su agrado, los musulmanes “compran” al que mejor se adapte a sus necesidades. Salir a comprar fatuas forma parte simplemente de la naturaleza humana.

Mientras los periodistas y eruditos siguen elaborando comparaciones entre una fatua y un edicto religioso, la realidad es que nunca ha existido una conexión importante entre éstas. Una fatua es simplemente una opinión o una respuesta que en realidad no posee autoridad sobre la población, a menos que la gente elija que la tenga. Ali proporciona una mejor comparación para los eruditos e intelectuales de educación occidental con una educación y comprensión “cristiana”.

“Por ejemplo, el paralelo del Corán en el Cristianismo no es la Biblia, sino el propio Cristo, ya que él es vehículo de salvación, i.e la palabra de Dios. El paralelo de un edicto papal no es la fatua o el edicto islámico, sino el proceso lento y multi-generacional hacia el nivel más alto de la escuela legal islámica, el consenso y la práctica legal”.

La próxima vez que cualquier jeque emita una fatua y los comentaristas lo traduzcan como si fuera un “edicto Islámico”, tómese con una pizca de sal. Obviamente, no se trata de una declaración vinculante que todos los musulmanes deban seguir y asesinar a los extranjeros en cualquier lugar donde se encuentren. Si esto fuese así, los mil millones de musulmanes tendrían que dominar hoy en día el mundo.

Una fatua no es más que una opinión, y cada vez es más probable que pase inadvertido para los fieles.

Joseph Mayton

(Editorial del diario Bilka Masr, Egipto, 14-12-11)

Traducido para Fundación Sur por Aida Sanz.

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