Un refugiado palestino que hace dos mil años encontró acogida en África

23/12/2019 | Editorial

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Recordar y celebrar la Navidad implica pensar en un Refugiado de Palestina, que huyó a Egipto, por la persecución de Herodes, y se convirtió en Bendición, para su país de origen, y para los países de acogida.

Mientras que los gobernantes se preocupan por su seguridad y los sondeos, la sociedad es más abierta y acogedora hacia los inmigrantes y los refugiados. La xenofobia, por el desconocimiento del otro, provoca una cierta tensión, que suele superarse con la convivencia y relaciones sociales.

El conocimiento del otro, así como la información sobre la realidad migratoria, son siempre beneficiosos. Un tercio de los inmigrantes en la UE, son europeos de los países del Este.

Existe en Europa un cierto temor de que la cultura europea está amenazada por los inmigrantes y por los refugiados, cuando en realidad son una pequeña parte de la población.

Somos unos 710 millones de europeos, y la inmigración en nuestros países es de unos 54 millones, o sea menos de una décima parte la población. Lo que hace peligrar nuestra identidad es realmente, nuestra falta de solidaridad para con los refugiados e inmigrantes.

Somos capaces de enviar gente a la luna y al mismo tiempo cerramos las puertas a las personas que buscan refugio y oportunidades en nuestros países.

Se buscan pactos para facilitar una migración segura, ordenada y regular, pero los gobiernos de la UE no abren las fronteras, porque temen la opinión pública y perder votos. Lo que hacen pues, con la ayuda de Marruecos sobre todo, es contener a los migrantes.

Los países africanos podrían también facilitar los visados a sus ciudadanos, pero eso no ocurre. Al contrario, muchos gobiernos en África y en la UE, abusan de los migrantes.

Lo trágico es que miles de refugiados africanos tienen que arriesgar sus vidas. Entre siete y diez personas africanas mueren cada día, en el mar Mediterráneo.

Aunque los inmigrantes son una necesidad para los países europeos, son además una fuente de riqueza y beneficio, para los países de origen, así como para los países que les acogen. Esta realidad la hemos experimentado en muchas de nuestras familias.

Estamos llamados a acoger a las personas que necesitan refugio y oportunidades en nuestros países y regiones, no solamente porque este intercambio es beneficioso para las dos partes, ni porque la mayoría hayamos vivido como refugiados y migrantes, sino sobre todo, porque somos humanos y solidarios. Y si somos creyentes, porque todos debemos tratarnos como hermanos y hermanas de una Gran Familia.

Todo ser humano tiene el derecho a ser acogido. No nos debe importar ni el origen, el color, la cultura o la religión de los que buscan asilo, porque son miembros de nuestra Familia Humana.

Somos la Gran Familia humana de aquel Palestino de Belén, que encontró refugio en África.

África Fundación Sur desea a todos sus seguidores unas Felices Navidades llenas de acogida y alegría familiar, así como un Año Nuevo 2020 con: Techo, Trabajo y Tierra, para todos.

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