Un nuevo tipo de química: por qué la ciencia está repensando la humilde red de cama (parte 2/2)

25/05/2020 | Crónicas y reportajes

Cambio de juego : la OMS aprueba, despues de treinta años una primera nueva clase de insecticida para tratar redes.

A miles de kilómetros de distancia, James Austin trabaja sentado en una silla frente a un largo banco de laboratorio en las oficinas del productor químico mundial BASF. Detrás de él, bajo el resplandor de lámparas de escritorio, se encuentran una serie de contenedores de plástico.

Austin explica en un video para la compañía que la resistencia se desarrolla cuando los mosquitos están expuestos no solo al mismo tipo de insecticidas, sino también a insecticidas que están estrechamente relacionados en la forma en que funcionan. Imagínese: usa los mismos productos químicos en una misma zona año tras año para protegerse de los insectos. En cada grupo, puede haber uno o cinco mosquitos que resisten un poco mejor los insecticidas. Sobreviven y tienen bebés con, por ejemplo, similares genes que también resisten el próximo rociado. Finalmente, son estos supervivientes resistentes los únicos que quedan.

Hasta que cambies el plan de juego.

stop_malaria_spray_poster_cc0.jpgEn 2017, BASF anunció que había recibido la aprobación de la OMS para un tipo completamente nuevo de red de cama tratada con insecticida, que denominó Interceptor G2. Las redes están revestidas con una mezcla de piretroides y clorfenapir, la primera nueva combinación de insecticidas aprobada por la OMS para tratar mosquiteros en 30 años, según la compañía.

Las redes fueron el producto de largos años de investigación de BASF en colaboración con el IVCC y la London School of Hygiene & Tropical Medicine que reutilizó el clorfenapir, destinado primeramente a ser utilizado en granjas y hogares para combatir cucarachas o chinches, para ayudar a protegerse contra mosquitos portadores de malaria.

El clorfenapir funciona al afectar el metabolismo de los mosquitos; esencialmente, evita que sus cuerpos produzcan energía, lo que eventualmente es fatal. Pero es una muerte lenta, y es por eso que las nuevas redes mantienen a los piretroides en la mezcla, dice el director del programa IVCC New Nets Project, David McGuire. La idea es que el viejo insecticida básico noqueará a los insectos, dando al clorfenapir más tiempo para eliminar su sistema de resistencia.

Austin explica que «cuando los piretroides trabajan bien, eliminarían al mosquito inmediatamente. Aterrizarían en la red, les pondrían un poco de insecticida y simplemente los dejaría inconscientes y caerían al suelo […] y mueren bastante rápido».

En 2019, Ruanda comenzó a distribuir 1,2 millones de estas mosquiteras de nueva generación. Es parte de un programa piloto internacional allí y en países como Mozambique, Malí y Costa de Marfil.

Una prueba de 2018 en Costa de Marfil comparó a las redes Interceptor G2 contra, entre otros, su predecesor de solo piretroides. Descubrió que incluso cuando el Interceptor G2 había sido lavado 20 veces, todavía mataba al 82 % de los mosquitos que entraron en contacto con él. Además, la investigación publicada en la revista Parasite encontró que una versión anterior de la red, llamada simplemente Interceptor, mataba solo a uno de cada 10 insectos después de 20 lavados, incluso cuando los lavados estaban distanciados lo suficiente como para permitir que la estructura de las redes liberara más fuerza química.

Las nuevas redes podrían proporcionar un doble golpe

Hoy, la transición a las nuevas redes, dice McGuire a Bhekisisa, «está sucediendo más rápido de lo que nadie pensaba porque todos se están dando cuenta de que el problema de resistencia con las redes estándar es muy grave». Actualmente, las redes Interceptor G2, que tienen un precio más alto, solo se recomiendan para países como Ruanda donde los mosquitos se están haciendo resistentes a los tratamientos tradicionales con redes de cama de piretroides. Muchos países en el continente han confirmado la resistencia de los mosquitos al insecticida tradicional y otros corren el mismo riesgo.

Ruanda distribuye redes Interceptor G2 como parte de sus regulares campañas de distribución de redes de cama, que tienen lugar cada dos o tres años. Pero junto con las nuevas redes, el gobierno distribuyó también tres millones de redes piretroides estándar y un millón de otras redes que combinan este insecticida más antiguo con un agregado químico, el butóxido de piperonilo (PBO), que hace que los mosquitos sean más vulnerables al piretroide. Al poner a disposición esta combinación de diferentes tipos de redes, los investigadores podrán comparar la eficacia de cada uno de ellos.

Una revisión de investigación de 2018 realizada por el centro Cochrane descubrió que empapando las redes con la combinación PBO y piretroide consiguieron matar más mosquitos y prevenir más picaduras que las redes estándar solo de piretroides. Pero los datos no estaban disponibles para determinar cuánto tiempo permaneció PBO en las redes, especialmente después de que algunas investigaciones mostraron que no pasó la crítica prueba de «20 lavados».

Actualmente, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, no hay suficientes datos sobre esas redes para que la OMS apruebe su uso. Y obtener esa evidencia puede llevar años. BASF, por ejemplo, trabajó en su red G2 durante casi dos décadas. Pero si la experiencia piloto actual da buen resultado podría cambiar la forma en que se desplieguen las nuevas redes tratadas con insecticida en el futuro.

El proceso para la aprobación de la OMS de nuevos insecticidas para mosquiteros es largo y costoso. «Antes de que la OMS haga una recomendación de política, requiere múltiples y controlados ensayos aleatorios durante un par de años en diferentes entornos, lo que lleva mucho tiempo y es muy costoso», explicó McGuire de IVCC. Es importante demostrar que las nuevas redes son más efectivas para matar mosquitos y prevenir la malaria, agregó. Pero una vez que se ha aprobado, no es necesario volver a repetir las pruebas. Los futuros nuevos proyectos de redes podrían solamente realizar pruebas de mortalidad de mosquitos, que son mucho más fáciles y más baratas.

De vuelta en la aldea de Gihuke, Uwamahoro cogió la medicina contra la malaria ofrecida por el centro de salud y la suministró cuidadosamente a su hijo, que se recuperó pronto. Ahora juega en el colchón de la familia con otros niños del vecindario, riendo y gritando. Su vieja red de cama está doblada en un rincón. Seguirán usándola todas las noches hasta que encuentren una nueva.

*Este informe ha sido apoyado por una beca de la International Women’s Media Foundation.

**[29 de febrero de 2020 10:56 a.m. Esta historia se actualizó para reflejar que desde la citada entrevista de 2017, Dave Malone ha dejado el IVCC.]

Melody Schreiber – Laura López González

  • Melody Schreiber es periodista independiente con sede en Washington DC. Síguela en Twitter @@ m_scribe.
  • Laura López González es la editora adjunta de Bhekisisa. Ella ha cubierto la salud a nivel mundial y en el sur de África durante 15 años. Puede comunicarse con ella en laural@bhekisisa.org. Síguela en Twitter @LLopezGonzalez

Fuente: Bhekisisa

[Fundación Sur]


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