Un mensaje del Sínodo Africano sin pelos en la lengua , por José Carlos Rodríguez Soto

26/10/2009 | Bitácora africana

Se reconocen los avances positivos realizados en algunos países durante los últimos años. Se critica duramente a dictadores, multinacionales de rapiña y traficantes de armas. Se clama contra la pena de muerte, la injusticia, la falta de respeto a la vida. Se marcan directrices pastorales, se anima a comunidades cristianas y se concluye con una llamada a la esperanza. «África, levántate y anda». Los 42 puntos del mensaje final del segundo Sínodo Africano, que acaba de clausurarse en Roma, no tienen desperdicio. Como ya ocurrió con el documento de trabajo (Instrumentum Laboris) de esta asamblea, incluso los que no estén interesados en temas de Iglesia pueden encontrar en este mensaje un buen análisis de los problemas actuales de África y sus soluciones. Soluciones, por cierto, en las que desde hace mucho tiempo ya trabaja con un gran compromiso la Iglesia africana. Los 244 obispos (197 de ellos africanos) que han participado en este encuentro han hecho los deberes. Les recomiendo la lectura del texto completo. http://www.zenit.org/article-33009?l=spanish

Mi trabajo habitual sólo me permitió pasarme por Roma tres días y hablar con algunas de las personas -obispos, sacerdotes, religiosas, laicos- que participaban en el Sínodo. De lo mucho que vi y escuché esos días me acuerdo especialmente de lo que comentó uno de los que estaban en la comisión que redactó el mensaje final. Según esta persona -cuyo nombre tengo que omitir-, cuando tenían listo el primer borrador, el ya retirado cardenal Sodano pidió a los obispos africanos que rebajaran el tono y utilizaran un lenguaje más diplomático. Un obispo nigeriano se levantó entonces y le replicó: «Durante los años en que usted fue secretario de Estado comió en la mesa de nuestros peores dictadores y no consiguió nada con su diplomacia». Me alegro de que los prelados africanos hayan optado finalmente por hablar sin pelos en la lengua.

Otro de los participantes me dijo: «Hace 30 años la Iglesia latinoamericana era la voz más profética de la Iglesia y la africana aparecía más callada y espiritualista. Ahora sucede justamente al revés». Yo también estoy de acuerdo en que la Iglesia africana se ha convertido ahora en la punta de lanza del profetismo en la Iglesia, y creo que lo hace con buen sentido, de forma equilibrada, sin exageraciones y sin resbalar fuera de la comunión eclesial.
Y también, si me lo permiten, les ofrezco algunos párrafos que personalmente me parecen muy significativos:

«África es rica en recursos humanos y naturales, pero muchos en nuestro pueblo se debaten en medio de la pobreza y la miseria, de guerras y conflictos, entre crisis y caos. Muy raramente todo esto es causado por desastres naturales. Se debe, más bien y en gran medida, a decisiones y acciones humanas de personas que no tienen ninguna consideración por el bien común, y esto, con frecuencia, debido a la trágica complicidad y conspiración criminal entre responsables locales e intereses extranjeros» (número 5).

«Pero África no debe desesperarse. Las bendiciones de Dios todavía son abundantes y esperan ser aprovechadas, con prudencia y justicia, en favor de sus hijos. Donde las condiciones son justas, sus hijos han demostrado que pueden alcanzar, y de hecho han alcanzado, el más alto grado de compromiso humano y competencia. Existen muchas noticias positivas en diversas partes de África. Pero los medios de comunicación moderna prefieren, con frecuencia, las malas noticias y parecen concentrarse solamente en nuestras desgracias y defectos, y no en los esfuerzos positivos que estamos realizando. Hay naciones que han salido de largos años de guerra y caminan poco a poco por senderos de paz y prosperidad» (número 6)

Encuentro muy significativas las proposiciones 24, 25 y 26, dedicadas al buen gobierno, la política y las elecciones. Los padres sinodales ofrecen su definición de democracia y piden a los países africanos que se sometan a ella. «Sin igualdad entre las personas, soberanía de los pueblos y respeto a la aplicación de la ley, a la democracia le falta vitalidad y muere». Hubo también espacio para la crítica: «En muchas naciones africanas se producen violaciones de los derechos humanos y hay corrupción e impunidad que fomentan los golpes de Estado, los conflictos y las guerras».

Pero los obispos no se limitan a repetir lo que todo el mundo dice, sino que además fustigan con dureza a los dictadores que dicen ser miembros de la Iglesia y le dice claramente: o cambiáis o marchaos. «Por desgracia, muchos católicos en puestos de prestigio no han respondido adecuadamente al ejercicio de sus cargos. El Sínodo invita a estas personas a que se arrepientan o a que dejen el escenario público y que así dejen de perjudicar al pueblo y de crearle mala fama a la Iglesia Católica» (número 23)

«A los grandes poderes de este mundo les dirigimos una súplica: tratad África con respeto y dignidad. África desde hace tiempo reclama un cambio en el orden económico mundial en cuanto a las estructuras injustas acumuladas que pesan sobre ella. La reciente turbulencia en el mundo financiero demuestra la necesidad de un radical cambio de reglas. Pero sería una tragedia si las modificaciones se hicieran sólo en interés de los ricos y una vez más en perjuicio de los pobres. Muchos de los conflictos, guerras y pobreza de África derivan principalmente de estas estructuras injustas» (número 32).

«La situación de más de un país africano sigue siendo vergonzosa. Pensamos en particular en la dolorosa situación de Somalia, inmersa en un conflicto virulento desde hace casi dos decenios que ya compromete a sus países vecinos. No olvidemos la trágica condición de millones de personas en la región de los Grandes Lagos y la crisis que todavía perdura en Uganda septentrional, en el Sudán meridional, en Darfur, en Guinea Conakry y en otros lugares. Aquellos que controlan la suerte de estas naciones deben asumir la plena responsabilidad por su deplorable comportamiento. En la mayor parte de los casos, estamos ante la avidez del poder y de la riqueza, en desmedro de la población y la nación. Cualquiera que sea la injerencia de los intereses extranjeros, se da siempre la vergonzosa y trágica colusión de los líderes locales: políticos que traicionan y malbaratan sus naciones, hombres de negocios corruptos que están coludidos con multinacionales rapaces, comerciantes y traficantes de armas africanos que han hecho fortuna con el comercio de armas pequeñas que causan gran destrucción de vidas humanas».

Por lo demás, qué quieren que les diga. Que estoy encantado de haber dedicado 20 años de mi vida a dar mi granito de arena a la Iglesia de África y de seguir haciéndolo ahora desde la retaguardia.

Autor

  • Rodríguez Soto, José Carlos

    (Madrid, 1960). Ex-Sacerdote Misionero Comboniano. Es licenciado en Teología (Kampala, Uganda) y en Periodismo (Universidad Complutense).

    Ha trabajado en Uganda de 1984 a 1987 y desde 1991, todos estos 17 años, los ha pasado en Acholiland (norte de Uganda), siempre en tiempo de guerra. Ha participado activamente en conversaciones de mediación con las guerrillas del norte de Uganda y en comisiones de Justicia y Paz. Actualmente trabaja para caritas

    Entre sus cargos periodísticos columnista de la publicación semanal Ugandan Observer , director de la revista Leadership, trabajó en la ONGD Red Deporte y Cooperación

    Actualmente escribe en el blog "En clave de África" y trabaja para Nciones Unidas en la República Centroafricana

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