Túnez: Silencio

11/01/2011 | Opinión

Tras las playas de Túnez, un país profundamente enfermo. El poder podrá tratar de tranquilizarse al no ver en los disturbios de estos últimos días más que una rebelión de jóvenes no politizados. Pero estas manifestaciones de la desesperanza son un tanto más inquietantes. Manifiestan un país que ha reducido, en el transcurso de los años, todos los espacios públicos de libertad y de expresión. Los partidos políticos, los sindicatos, los periodistas, los abogados han sido progresivamente reprimidos por el Presidente Ben Ali, regularmente reelegido sin oposición.

Los asociados de Túnez, Francia a la cabeza, han hecho gala de complacencia con el sucesor de Bourguiba. Un grupo de presión benevolente formado de políticas, tanto de derechas como de izquierdas, protege a este país pese a sus más elementales violaciones de derechos humanos. Túnez, destino de vacaciones tan apreciado por los franceses, es un país que sobrevive bajo un manto de silencio, donde los periodistas, tanto locales como extranjeros, no pueden trabajar sin ser perseguidos, intimidados o encarcelados. Esta indulgencia de país amigo se explica por los resultados que Ben Ali, colaborando con los servicios occidentales, habría conseguido en la lucha contra los islamistas. También desde largo tiempo ha reportado confianza un relativo éxito económico a pesar de la corrupción que rodea su régimen y su familia. Pero los rebeldes de Sidi Bouzid han mostrado los límites de estas antiguas fórmulas. Rechazando toda perspectiva de futuro a su juventud, poniéndoles fin a toda expresión política. Ben Ali hace la cama de los islamistas que él cree combatir.

Por FRANÇOIS SERGENT

Publicado en “Liberation”, París el 5 de enero de 2011.

Traducido por Luis Fernando Carretero Solana.

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