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Inicio > REVISTA > Editorial > ![]() Tú eres un “sin papeles”, una “ilegal”, un “refugiado”.
29/11/2016 - La gran mayoría de las personas, que se ven obligadas a salir de su familia y país, a causa de las guerras, de la violencia y del hambre, emigran a otros países africanos o llegan hasta nuestros países europeos y se encuentran con estas etiquetas e insultos: “tú eres un sin papeles”, “una ilegal”. Estos prejuicios e ignorancia no les permiten distinguir entre “tener o no tener papeles” y “ser un ilegal”. Se descalifica a las personas que buscan refugio, dignidad y oportunidades, diciendo que cualquier persona que busque refugio es “ilegal”, implicando que ha cometido ofensas, y que es un indeseable. Rechazamos a la persona, sencillamente porque no “tiene papeles”. En la Declaración Universal de los Derechos humanos (1948), leemos: Artículo 1. “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.” Artículo 3. “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.” Respecto al Derecho de asilo, el artículo 1 dice: “En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.” Los misioneros-as hemos tenido la suerte de ser acogidos con cariño, respeto y generosidad en todos los países de África. Somos afortunados-as por haber gozado la acogida, bondad y generosidad de tantos pueblos y culturas africanas. Estoy seguro que los que habéis visitado algún país africano, sabéis de qué estoy hablando. Cuando las personas africanas se ven obligadas a abandonar su familia, tierra, país y continente, llegan a nuestras fronteras de Europa, y encuentran vallas y rechazo. Si saltan los muros, se les lleva a los Centros de Internamiento (CIES), donde reciben un trato inhumano, de rechazo y hasta peor que en la cárcel, como si de criminales se tratara. Hemos conocido testimonios escalofriantes de refugiados-as, que han sufrido abusos brutales y crueles, durante todo el camino, desde que salieron de su país de origen. Mujeres que han sufrido violaciones masivas que destruyen sus cuerpos, su mente y su dignidad. Muchas fallecen a causa del sida y heridas, sufridas en el camino. Son siempre las personas más vulnerables, como las niñas y las mujeres, las que sufren la tortura de violaciones, violencia, inseguridad y abusos de su dignidad. Las personas que buscan refugio necesitan en primer lugar: respeto, acogida, trabajo y oportunidades, aunque temporalmente requieran ayuda y asistencias. Los inmigrantes y refugiados de África y de otros continentes tienen una gran aportación humana, personal, social y profesional, que pueden, desean ofrecernos y que necesitamos. No podemos dejar de ser humanos y acogedores, para nuestro propio bienestar y para alegría de los que llegan. Es beneficioso para todos, abrir las puestas, la mente y corazón a las personas que buscan refugio en nuestra tierra. Recordemos que también los Españoles hemos sido migrantes a lo largo de la historia. Muchas personas buscando refugio, trabajo y oportunidades, se encuentran con el muro de la “superioridad” europea o americana, que delata nuestros prejuicios y arrogancia, y a veces hasta nuestro racismo. Algunos líderes políticos son fundamentalistas y quieren atrincherar sus países dentro de murallas. Una parte de nuestras sociedades europeas mira a los refugiados e inmigrantes, como “enemigos”, pensando que nos quitan el trabajo. En realidad, realizan tareas que nosotros no podemos hacer, como cuidar a nuestros mayores, traducción oficial entre lenguas africanas y europeas, o no deseamos hacer, como trabajos de limpieza. Los refugiados e inmigrantes africanos y otros, encuentran también un trato irrespetuoso por parte de algunos funcionarios del gobierno, cuando les piden los papeles o los interrogan, por la calle o en cualquier lugar. Además encuentran que algunas discotecas y restaurantes no les dejan entrar, por el color de su piel y por sus propios prejuicios. En toda sociedad, y especialmente en la española, necesitamos a las personas que llegan de otros continentes y culturas, para humanizarnos, cuidarnos y ayudarnos a ser más interculturales, para trabajar y para apreciar la riqueza de la diversidad. Toda sociedad moderna, educada y responsable, debe ser capaz de integrar a todas las razas, culturas, religiones y experiencias, para conocerlas, respetarlas, trabajar juntos y apreciar la riqueza mutua, porque este Planeta es de todos. El continente europeo necesita África con su sabiduría ancestral, su joven e increíble potencial humano, así como sus inmensos recursos naturales y minerales. De hecho Europa necesita África, más de lo que África necesita Europa y Occidente. La interculturalidad y la globalización son algo permanente en nuestro estilo de vida actual. Y como sucede con todos los nuevos elementos en la sociedad, pueden servir como oportunidad para integrar y promover un desarrollo sostenible y una convivencia armoniosa, o pueden también causar divisiones, exclusivismos y hasta violencia. Si sabemos aprender de la historia, y promover integración y responsabilidad social, seremos capaces de construir una sociedad donde todas las personas vivan con dignidad, respeto mutuo y trabajen juntas para el Bien Común. Necesitaríamos además líderes íntegros, como Nelson Mandela, y una política económica profundamente humana y orientada al Bienestar social.
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