Suráfrica: la historia de dos estadios

2/06/2010 | Crónicas y reportajes

También hay héroes del deporte en los Cape Flats*. Nombres de futbolistas como Calvin Peterson, los hermanos Valentine, Peter y Kevin, y Neville “el fantasma de Athlone” Londt sueltan la lengua de la gente cuyos recuerdos vuelven al apartheid.

Estos son jugadores reverenciados tanto por sus habilidades en el terreno de juego, como por su papel en la lucha política que se entrelazó con el deporte en Suráfrica, en los años 70 y 80.

“Aquí veíamos y jugábamos los deportes de SACOS, Consejo de Deportes de Suráfrica, y discutíamos los problemas del día, concienciándonos como juventud”, cuenta el director del estadio Athlonel Shahied Adams. “Había mítines políticos y sabías que habías llegado a ser un deportista si entrabas en este campo”.

SACOS era el organismo paraguas radical para las organizaciones deportivas de negros, durante el apartheid que propagaba la idea de “no hay deporte normal en una sociedad anormal”. Liderado por administradores como Hassan Howa, hizo presión con éxito para obtener una moratoria contra los equipos de blancos de Suráfrica jugando en competiciones internacionales, como un arma contra el apartheid.

“Por eso duele que el Athlone no sea uno de los lugares elegidos por el Mundial de Fútbol. Este estadio es el hogar del deporte no racista y del no-racismo en Ciudad del Cabo. Si se quería reflejar Suráfrica en el mundial, su historia y dónde estamos ahora, se debería haber jugado en el Athlone”, explicó Adams.

Inicialmente, tanto el gobierno de la región de Cabo occidental como Ciudad del Cabo ofrecieron el estadio para albergar el mundial, Athlone fue descartado y se prefirió construir un nuevo estadio en Green Point, con un coste de 4.500 millones de rands, y una capacidad para 68.000 espectadores, 13.000 de los cuales sólo son asientos temporales.

La decisión de construir un nuevo estadio se tomó por insistencia de la FIFA, que prefería la estética agradable de la famosa Montaña de la Mesa (Table Mountain) y el océano Atlántico que rodean Green Point, que las barriadas de chabolas que rodean al Athlone.

La presidenta de la provincia del Cabo Occidental, Helen Zille, dice que encargó un estudio en 2006, para examinar la viabilidad del nuevo estadio y los lugares alternativos. “modernizar el estadio de rugbi de Newlands era la mejor opción… pero me dijeron claramente de parte de la FIFA que o era Green Point o Johannesburgo. La opción era o seguimos adelante con la construcción de un nuevo estadio o Ciudad del Cabo iba a perder el mundial de fútbol”.

Pero el nuevo estadio de Ciudad del Cabo está muy lejos de los terrenos de juego de Ciudad del Cabo.

En Bonteheuwel, cerca de Athlone, el presidente del club de fútbol Bluegum Unido, Lindsay Daniels, está supervisando el entrenamiento de sus diversos grupos junior: desde sub-nueve hasta sub-diecisiete. Con escasos recursos, tanto para el club como para los empobrecidos jóvenes, este hombre está decidido a mantener vivo el fútbol.

“Es difícil conseguir patrocinadores para el fútbol popular”, dice, “no recibimos dinero de SAFA y nunca sabemos nada de departamentos del gobierno como educación o deportes. Luchamos por sobrevivir y ponemos dinero de nuestros bolsillos para comprar equipamientos, balones y equipos de entrenamiento”.

Es una queja muy común entre los numerosos administradores de clubes de fútbol, según Claude Brown, el presidente de la Asociación de fútbol Atlantis y el club de fútbol Aberdeen, “SAFA da entrenamiento a nuestros administradores y entrenadores, eso es genial, pero es difícil digerir cosas como el incentivo de 1 millón de rands para los Bafana Bafana por marcar un gol durante el mundial, cuando nosotros a nivel de base, no estamos recibiendo absolutamente nada. Y ¿dónde está el plan de desarrollo que debería haberse puesto en marcha como legado del fútbol?”.

Norman Arendse, presidente de SAFA Ciudad del Cabo, es sincero sobre el “fatal” enfoque desde arriba hacia abajo de la administración de deportes, que deja a las estructuras de las bases “las migajas”, pero también es realista. “Lo ideal sería que hubiéramos modernizado el Athlone, un monumento al No racismo, y gastado esos 3.000 o 4.000 millones de rands extra en infraestructuras para el deporte en la ciudad. Pero así no es cómo funcionan las cosas”.

Para Wayne Weiytz, el secretario general de los Sea Point Swifts, que celebran su 90 aniversario este año, el fútbol no es sólo deporte. “Hemos alimentado modelos a seguir y contribuido a la sociedad durante el apartheid, enseñando concienciación política y responsabilidad. Ahora, también, cuando los chicos se ven frente a cosas como las drogas, las bandas y toda la negatividad que les rodea, nosotros intentamos cambiar sus vidas”, explica Weitz.

Weitz dice que celebrar partidos en el estadio de Green Point no dejará ningún legado para las comunidades en las que se juega al fútbol. “No nos podemos permitir ir allí, o comprar las entradas”.

El comité organizador, los manipuladores de la opinión pública y políticos querrán hacernos creer que el fútbol volverá a su principio, Green Point: se cree que el primer partido de fútbol que se jugó en Ciudad del Cabo fue precisamente ahí, pero con las reglas de Winchester, que permitían la utilización de las manos.

Pero ese retorno al principio es un círculo muy pequeño que cerrar, porque excluye a los que viven y sienten el juego, muy lejos del pintoresco entorno de la Montaña de la Mesa y el océano Atlántico.

NIREN TOLSI

Mail & Guardian, Suráfrica, 20 de mayo de 2010.

Fundación Sur

* Cape Flats, literalmente es la llanura del Cabo. Es una zona de la metrópoli de Ciudad de Cabo que es completamente plana, una gran llanura a la que eran relegados los negros en la época del apartheid. Algunos durante el apartheid lo llamaban “vertedero de basura” y era la principal zona “no blanca” de la ciudad. La zona sigue estando seriamente afectada por la pobreza, el desempleo y la violencia.

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