Sur Sudán: Crónicas de un desencuentro (I), por Alberto Eisman

12/01/2011 | Bitácora africana

Mientras tiene lugar el decisivo referéndum de autodeterminación del Sur Sudán, quizás sea bueno compartir con ustedes algunas de las razones por las que se ha llegado a esta situación de antagonismo y de distanciamiento entre el Norte y el Sur del país.

Lo que voy a contar en estos días no es en absoluto un relato completo ni exhaustivo, sino unas pinceladas espero que mínimamente coherentes sobre las razones por las que creo que los sudaneses del sur van a votar masivamente por la independencia.

La primordial causa de la división ancestral entre pueblos negro-africanos del Sudán Meridional y pueblos árabes o arabizados del Septentrional es la esclavitud que durante siglos ha tenido lugar en la región. Al ser la del Norte una sociedad mucho más estructurada y más avanzada desde el punto de vista comercial, las tribus árabes siempre jugaron un importante papel en la explotación de las rutas comerciales tanto de marfil como de esclavos, las cuales iban de los desiertos septentrionales hasta las selvas tropicales y sabanas del África Central.
La sofisticación mayor de este comercio llegó en el siglo XIX cuando, gracias a la astucia y sentido comercial de Zubeir Rahma Mansur (1830-1913), más conocido como Zubeir Pasha, se organizó todo un imperio comercial alrededor del sistema de “zaribas”. Cada zariba (“recinto” en árabe) era un campamento cerrado y eventualmente fortificado donde, gracias a alianzas con tribus enemigas las unas de las otras, se iban acumulando no solo grandes cantidades de marfil sino principalmente remesas de esclavos listas para ser vendidas y dispuestas en lotes para cualquier mayorista, el cual pagaba encantado por los servicios ya que no tendría ni que esforzarse en mandar a sus mini-ejércitos a atrapar jóvenes locales en la selva ni tendría que enfrentarse a resistencia militar alguna. Esta diabólica subcontrata del régimen esclavista tuvo un gran éxito y Zubeir Pasha llegó a poseer 30 de estas zaribas, lo cual le hizo extremadamente rico.

Este sistema llegó incluso a los albores del siglo XX ya que la gran extensión del país hacía casi imposible el poder controlar todas las rutas de los esclavistas. El sistema colonial británico, con las huestes del Mahdi cerrando progresivamente el cerco de Jartum, bastante tenía con mantenerse en el poder y por tanto no podía desviar demasiada atención a este tema. Sólo algunos misioneros y exploradores hablaron de esta práctica como un mal endémico, pero por desgracia Sudán no contó con un Livingstone que pudiera alertar a Occidente sobre la situación de los esclavos de este país en los medios de comunicación más influyentes de la época.

La práctica ancestral de la esclavitud formó unas conciencias y unas relaciones de poder que están todavía latentes hasta el presente día. Ya he mencionado en este blog que la peor palabra que un árabe puede utilizar contra un negro es la de “abid”, esclavo, la cual denota un sentido profundamente despectivo del que no se posee a sí mismo o es reducido a una condición casi de animal de carga. Con el paso de los años y los siglos, se ha creado una sensación de superioridad.. en los medios oficiales se miraba al Sur

como una región donde sólo había salvajismo, entre otras cosas porque se negaban a aceptar el Islam o el estilo de vida árabe.

El problema se agravó cuando a principios del siglo XX las instituciones religiosas (congregaciones misioneras católicas, especialmente los Misioneros Combonianos y la Church Missionary Society por parte de los anglicanos) comenzaron una masiva campaña de evangelización que en muchos casos iba unida a la alfabetización de catecúmenos y la creación de escuelas primarias en todo el Sur. Los misioneros de aquellos tiempos tardaron poco en producir las primeras gramáticas de las diferentes lenguas del Sur Sudán y poco después comenzarían las primeras escuelas elementales en las lenguas vernáculas. Los hijos de los jefes locales fueron de los primeros en beneficiarse de este nuevo sistema. La presión del sistema colonial británico hizo que el inglés entrara pronto en las aulas y en pocos años se comenzó a formar toda una clase nueva de ciudadanos que dominaba tanto las lenguas tradicionales como la colonial. El nivel de algunas de estas escuelas era considerablemente alto y podían competir con las mejores escuelas del Norte.

La élite árabe en el Norte, sin embargo, miraba con malos ojos todas estas iniciativas ya que, con tanta educación por parte de las iglesias cristianas, poco a poco el Sur Sudán se convertía en un impenetrable tapón que impedía el avance del Islam hacia el Sur, al mismo tiempo que se creaba una conciencia no de nación pero sí de grupo diferente al de los árabes y los esclavistas.

El sistema colonial impedía que los árabes tuvieran paso franco al Sur y sólo a algunos funcionarios les era permitido trabajar en la “región meridional”, pero esta protección hacia las poblaciones del Sur se terminó en cuanto se fueron los británicos. Casi todos – si no todos – los gobiernos que ha tenido el Sudán desde 1956 han sido de corte islamista: Sudán alcanzó la independencia el 1 de Enero del 1956, y el 20 del mismo mes entraba ya en la Liga Árabe, con el gobierno pregonando a los cuatro vientos el mensaje de la “arabidad” de un país que en realidad tenía un porcentaje bastante considerable de pueblos y tribus que ni son ni se sienten árabes, aunque muchos de ellos utilicen por conveniencia el árabe como lengua franca.

Los verdaderos problemas a gran escala entre el Norte y el Sur comenzaron incluso algunos meses antes de la independencia, pero eso es cuestión de otro día y otro post..

Original en http://blogs.periodistadigital.com/enclavedeafrica.php

Autor

  • Eisman, Alberto

    Alberto Eisman Torres. Jaén, 1966. Licenciado en Teología (Innsbruck, Austria) y máster universitario en Políticas de Desarrollo (Universidad del País Vasco). Lleva en África desde 1996. Primero estudió árabe clásico en El Cairo y luego árabe dialectal sudanés en Jartúm, capital de Sudán. Trabajó en diferentes regiones del Sudán como Misionero Comboniano hasta el 2002.

    Del 2003 al 2008 ha sido Director de País de Intermón Oxfam para Sudán, donde se ha encargado de la coordinación de proyectos y de la gestión de las oficinas de Intermón Oxfam en Nairobi y Wau (Sur de Sudán). Es un amante de los medios de comunicación social, durante cinco años ha sido colaborador semanal de Radio Exterior de España en su programa "África Hoy" y escribe también artículos de opinión y análisis en revistas españolas (Mundo Negro, Vida Nueva) y de África Oriental. Actualmente es director de Radio-Wa, una radio comunitaria auspiciada por la Iglesia Católica y ubicada en Lira (Norte de Uganda).

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