Somalia, piratas y la comunidad internacional.

29/09/2008 | Editorial

En España ya estamos acostumbrados a leer en los titulares sobre los piratas somalís, sobre todo desde que el secuestro del pesquero español ‘Playa de Bakio’ tuviera tanta atención mediática en abril de este año. Cada vez que los piratas amenazan a los barcos de pesca españoles o se hacen cargo de un barco importante, el tema de la piratería y la necesidad de una vigilancia internacional de las costas de Somalia sale a flote. La comunidad internacional, España incluida, parece que solo le preocupa la protección de sus barcos, pesqueros, mercantes o de ocio. España ya ha enviado unidades de vigilancia para garantizar la seguridad de los pesqueros que faenan cerca de las aguas de Somalia.

Ciertamente que la comunidad internacional está trabajando para hacer desaparecer la piratería marítima porque cada vez más, los piratas se están envalentonando y secuestrando barcos con mayor envergadura comercial y estratégica. Los piratas secuestraron un petrolero griego la semana pasada exigiendo de rescate unos 35 millones de dólares. El pasado jueves fue un barco mercante con 33 tanques, municiones, lanzagranadas y mercancías químicas peligrosas, el que cayó en manos de los piratas.

Lo que sorprende de la política internacional es que la solución al problema de la piratería se centre en un control “policial” de las aguas. Pero esa estrategia no es ninguna solución, sino un mero parche estético. La presencia de las fuerzas del orden internacional hará la piratería más difícil, más esporádica y la desplazará a otras zonas marítimas peores vigiladas, pero no acabará con ella, sobre todo, después de saber lo lucrativo que puede ser esa actividad al haber cobrado ya muchos rescates millonarios. Como un absceso que puede simularse con maquillaje, sabiendo que el maquillaje no lo curará, así mientras dure la presencia coercitiva internacional, la piratería disminuirá y dejará de ser noticia, pero no se erradicará.

Somalia es un estado fallido, reconocido así por toda la comunidad internacional, donde reina el caos por más de 17 años. Y la piratería se nutre de ese caos y falta de poder central. Y como la pescadilla que se muerde la cola, la misma piratería refuerza ese caos inyectando con dólares las guerrillas que mantienen el conflicto y el caos generalizado. Si la comunidad internacional estuviera preocupada por traer el orden y la paz a las aguas somalíes, ayudaría a hacer realidad un estado somalí eficaz y funcional, dejando que éste se encargue de los piratas de una vez para siempre. El mundo occidental no sólo conseguiría sus objetivos de hacer seguras las aguas limítrofes a Somalia, sino que sería más económico al no tener que mantener fuerzas militares constantemente en la zona y además daría una esperanza de vida a toda la población somalí, cuyo futuro fue robado hace años por la violencia de las guerrillas y la indiferencia de la comunidad internacional.

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