Solidaridad con Sudán

18/03/2009 | Editorial

El título de esta editorial es ambiguo. Dependiendo de quien lo lea significará una cosa u otra. El panorama político y social en Sudán se ha complicado mucho, se ha agravado el sufrimiento de la población en la zona del Darfur, y su presidente aparece dañado en el ámbito internacional, aunque solo sea su imagen. Algunos ven la causa de los nuevos males en la orden internacional de arresto contra el Presidente, Omar Hassan al Bashir, dada por la Corte Penal Internacional de la Haya. En realidad, ésta no es la causa de los males sino solo una circunstancia más que el Presidente utiliza para recrudecer lo que ya estaba haciendo. Por eso ha querido librarse de incómodos testigos internacionales presentes en la zona, los miembros de las ONGs.

Si perteneces a una de las ONGs expulsada de la zona del Darfur, “solidaridad con Sudán” significa: hacer lo posible para mitigar el sufrimiento de la gente y evitar lo más posible las muertes sin sentido que, sin duda, se van a amplificar en toda la zona; eso, sin contar los miles de refugiados que intentarán pasar la frontera del país hacia el Chad. El sentimiento de impotencia ante la violencia de las milicias, unido a la expulsión de los cooperantes, ordenada por el gobierno sudanés, se hace aún más insoportable al constatar que dirigentes de otros países se “solidarizan” con Sudán, defendiendo a su presidente, y atacando con desfachatez la valentía de la CPI acusando al presidente. Organizaciones internacionales, como La Liga Árabe y la UA, han apoyado a Omar Hassan al Bashir, y varios países, como Eritrea, se han “solidarizado” con Sudán, invitando a su presidente a hacerles una visita.

“Solidaridad con Sudán” significa, pues, cosas diferentes; todo depende del significado que se entienda por “Sudán”. ¿Sudán, es un pueblo o su presidente? Al parecer, una de las desviaciones sicológicas más corrientes que afectan a los líderes es su concepto orgánico de la institución que lideran: consideran al grupo como “cuerpo” y a ellos como la “cabeza” del mismo. Mal camino es ese, ya que solo la cabeza piensa; los miembros, no. Pero lo peor es cuando dan el paso siguiente y se identifican con la totalidad del cuerpo. Entonces, el líder confunde sus deseos personales con el bien del conjunto. Si el líder esté bien, todo el cuerpo lo está, aunque haya que sacrificar a muchos en beneficio del bienestar del líder y de su organización. Cuando esto sucede en un país donde el líder utiliza la violencia como poder estatal, las consecuencias son catastróficas para el pueblo que sufre y muere a manos del líder que, en teoría, debería protegerlos.

Acusar a un presidente no es acusar a un pueblo sino a la persona que ostenta ese puesto. Que nadie crea solidarizarse con Sudán apoyando a Omar Hassan al Bashir. Solidarizarse con Sudán es apoyar y defender al pueblo, especialmente a los que más sufren.

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