Secuestro de franceses en el Sahel: detrás del burka, la codicia

13/10/2010 | Opinión

Secuestrados el pasado 16 de septiembre, en Arlit, Níger, en una mina de uranio del grupo francés Areva, por un grupo de hombres que después se reconocieron como el brazo de Al Qaeda del Magreb Islámico, Aqim, los cinco franceses, un togolés y un malgache, hasta el momento, están vivos, en algún lugar del Sahel.

Dos semanas después del incidente, por fin, hicieron pública una prueba de que están vivos, foto y grabación sonora, para alivio de las familias y los países de origen. Después de la reivindicación y la prueba de vida, queda, seguir el proceso, bien conocido, de los secuestradores, las exigencias a satisfacer contra toda eventual liberación de sus cautivos.

Después hemos podido conocer, a través de un intermediario de Mali, el estado de salud degradado de la única mujer entre los secuestrados, que sufre cáncer. Según la cadena de TV satélite Al Arabiya, entre las reivindicaciones materiales e ideológicas de Aqim, están, entre otras, un rescate de siete millones de euros y la derogación de la ley que prohíbe llevar el burka en los lugares públicos de Francia.

A la espera de que los servicios franceses se pronuncien sobre la autenticidad de estas reivindicaciones, una cosa está clara: el Sahel se ha convertido en la Meca de un negocio muy lucrativo llevado por fanáticos que no tienen de religiosos más que el nombre.

Verdaderos contrabandistas, traficantes de cocaína y de personas, discípulos impenitentes de Mahoma, cuyo dios es el dinero, se las ingenian para hacer de la toma de rehenes un fondo de comercio que les da unos grandes beneficios, un montón de dinero que sirve a estos jinetes del apocalipsis para reclutar matones, pagar le silencio, si no la complicidad de las tribus locales, sobornar a algunos intermediarios y abastecerse de armas, para mejor abatir a sus presas humanas.

Interrogado sobre la información dada por Al Arabiya, el portavoz de Quai d’Orsay, habló sobre todo de “numerosos rumores, la mayoría absurdos e infundados”, añadiendo que “… la discreción es una condición indispensable de la eficacia de nuestra acción”.

Pero la cuestión es saber ¿de qué acción habla? ¿La negociación?, ¿la respuesta armada, como la que acabó en fiasco en la tentativa de liberar al rehén francés Michel Germaneau, asesinado después por sus captores en señal de represalia?

Sin duda, desconcertada por esta traumática experiencia, Francia se verá tentada a ceder a la demanda del rescate, que, aunque todavía no se haya formulado, no tardará en venir, pero, sobre el burka, sobra decir que Francia no retrocederá un ápice. Por otra parte, esta reivindicación es una máscara para esconder el afán de lucro de los corsarios del Sahel.

Alain Saint Robespierre

(L’Observateur Paalga, Burkina Faso, 13-10-10)

Traducido por Rosa Moro.

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