¿Se está batiendo en retirada la Comunidad Económica de los Estados del África del Oeste (CEDEAO)?

11/02/2011 | Crónicas y reportajes

Tras la destitución de Philippe Henry Dacoury-Tabley, que se fue de la manera que ya conocemos de la Banca Central de los Estados del África Occidental (BCEAO), el vice-gobernador elegido como interino no ha perdido tiempo en anunciar sus disposiciones.

Y la primera decisión importante que ha tomado, solamente unas horas después de su nominación, es la del cierre de las agencias de la BCEAO presentes en el territorio marfileño. Se comprende el objetivo de la medida: la asfixia financiera a Laurent Gbagbo está más que nunca a la orden del día. Pero el ciudadano medio se plantea legítimamente algunas cuestiones en torno a la puesta en marcha y utilidad de la citada medida. ¿Cómo se puede traducir concretamente en el terreno? ¿Significa que las agencias nacionales marfileñas de la BCEAO deberán simplemente cerrar las puertas?

Entonces, ¿qué pasará con el personal que hasta el momento trabaja allí? Además, resulta que la instancia financiera de la Unión Económica y Monetaria del África del Oeste (UEMOA) cuenta, además de con la sede principal situada en Abidjan, con seis agencias repartidas en el interior del país. Si las de las regiones del Norte y Oeste bajo el control de las Fuerzas Nuevas están efectivamente cerradas desde el comienzo de la crisis en septiembre de 2002, las otras, situadas en zonas bajo el control de las fuerzas de Laurent Gbagbo siguen abiertas. ¿Cómo podrá traducirse concretamente la prohibición de funcionamiento emitida contra esos bancos?

No parece factible que decidan hacerse el hara-kiri sólo porque el interino del Gobernador de la BCEAO lo quiera así. En cuanto al deseo emitido de ver a las fuerzas imparciales proteger las sedes de la BCEAO, puede resultar un deseo irrealizable. Puesto que las mencionadas fuerzas sufren las provocaciones cada vez mayores de los seguidores de Gbagbo, nos preguntamos cómo les podrían dejar posicionarse con todo tranquilidad para asegurar la protección de esos lugares.

La ecuación aquí tiene varias incógnitas y no nos extraña observar que los bancos de la zona Gbagbo continúan funcionando como si no pasara nada. Otra decisión que puede conocer el mismo resultado es, sin duda, la anunciada por el presidente Alassane Ouattara, que pide a los operadores económicos de Costa de Marfil que cesen toda exportación de café y cacao. Aquí también, el objetivo está claro: se trata de desestabilizar a Laurent Gbagbo, todavía en el palacio presidencial.

Pero es necesario reconocer que su aplicación real está lejos de ser evidente. Hasta el momento es Gbagbo quien controla, con maestría, todos los trámites y los puertos de Abidjan y de San Pedro siguen a día de hoy bajo su mando. En la actualidad no sabemos cómo podría arrebatárselos Alassane Ouattara, de igual modo que ignoramos cómo podrá forzar a los operadores que opten por no obedecer su mandato.

A menos que enfoquemos la cosa desde muy alto, entre los compradores que aprovisionan el mercado marfileño. Pero aquí también el éxito de la operación es altamente hipotético: estos últimos provienen de todos los continentes y habrá algunos, conocedores de los negocios, que responderán que “los negocios son los negocios” y que, por tanto, emociones y estados de ánimo se encontran en zona prohibida. Sin contar, y el hecho es importante, que la Unión Europea, muy diplomáticamente y en un lenguaje muy cortés, ha manifestado su desacuerdo con la decisión. Un “no” aunque sea muy educado es un rechazo por lo que la puesta en práctica de la decisión de Alassane Ouattara puede revelarse como altamente ardua.

De alguna manera comprendemos la negativa de la Unión Europea que, incluso si reconoce al presidente electo, no está parece ser realmente dispuesta a romper la hucha para comprar el café-cacao, cuyos precios están condenados a dispararse. Y si esta medida está también destinada a morir como prácticamente todas las que le han precedido, podremos afirmar, sin discusión, que el presidente elegido ha apostado por un caballo perdedor. Y esto está lejos de servir a su causa en materia de credibilidad.

El tercer asunto de inquietud para Ouattara y los suyos, lejos de ser el menor, es la petición lanzada por el jefe de la diplomacia nigeriana, solicitando al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que vote una resolución que autorice el uso de la fuerza para desalojar a Laurent Gbagbo del poder. Se libera de fuertes tufos de impotencia y de lasitud que dan la falsa impresión de que volvemos a la casilla de salida: después de todas las decisiones tomadas, después de todo lo anunciado y en el momento en que todo el mundo se esperaba inminentemente una acción concertada, ¡cataplum!, es necesario esperar recibir una aprobación de la ONU. Y sin embargo se había dado como seguro que todo estaba casi listo.

Habíamos hablado de Bouaké como el centro de operaciones y un país de la subregión había sido percibido como el punto de partida del que debían llevarse a cabo todas las acciones militares contra Gbagbo y su régimen. Esta aprobación puede ir para largo si tenemos en cuenta las eternas discusiones de liderazgo que, de manera recurrente, enfrentan a los cinco grandes. Sabemos que en esta crisis, por ejemplo, China y Rusia han elegido deliberadamente retrasar el proceso, incluso si se trata de enviar 2000 soldados suplementarios de la ONU a la Costa de Marfil.

A día de hoy nada conduce a pensar que estos dos darán muestra de complacencia cuando sea necesario evocar una nueva y espinosa cuestión de resolución a adoptar. Y nos planteamos inevitablemente la cuestión de saber el alcance real de esta petición formulada por Nigeria: ¿será una pirueta sabiamente orquestada con el objetivo de escaquearse de todo pasando la responsabilidad a otros? ¿Por qué Nigeria que, desde el principio, había manifestado la firme intención de desalojar a Gbagbo por la fuerza siente ahora la necesidad de recibir la unción de la ONU para hacerlo? Misterio.

Es cierto que hemos notado, debido a esta crisis marfileña, las fisuras que han frenado las máquinas de la UA y la CEDEAO y han sacado a la luz las divergencias internas de ambas instancias africanas. Pero incluso así, no se habían mostrado demasiado molestas con la decisión inicial de Nigeria, que veía ahí, sin duda, la ocasión de merecer su título de gigante de África. Entonces, ¿por qué de deshincha súbitamente como un globo? El misterio continúa sin duda entero. Y la situación de crisis en Costa de Marfil, más que nunca, está a punto de estancarse.

Jean Claude Kongo.

Publicado en l’Observateur Paalga, de Burkina Faso, el 26 de enero de 2011.

Traducido por Ana Dols para Fundación Sur.

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