Se caldean los ánimos políticos en Uganda, por José Carlos Rodríguez Soto

1/07/2009 | Bitácora africana

Aunque aún faltan dos años para las elecciones presidenciales, en Uganda ocurren últimamente cosas que no auguran nada bueno. Los ánimos han comenzado a caldearse, sobre todo después de que la semana pasada el presidente Yoweri Museveni rechazara tajantemente una petición por parte de la oposición para introducir una reforma de la ley electoral que le impediría presentarse de nuevo a las elecciones presidenciales. Aunque aún no hay anuncios oficiales, se espera que Museveni –que tiene ya 64 años– vuelva a presentarse a los comicios dentro de dos años, así como su rival Kiiza Besigye, quien ya perdió anteriormente en el 2001 y en el 2006. En una carta dirigida a la oposición, Museveni preguntaba: «Ustedes hablan de reformar la ley electoral. ¿Reformarla para conseguir qué?». Se rumorea también que el partido en el poder quiere también reformar esta ley, pero para conseguir otro objetivo: quitar el límite de edad, actualmente en 75 años, para que de esta forma Museveni pueda ser presidente vitalicio.

Yoweri Museveni accedió al poder en Uganda en 1986, después de que su movimiento rebelde, el Movimiento de Resistencia Nacional, conquistara el poder por la fuerza de las armas tras cinco años de guerra, primero contra Milton Obote y más tarde contra Tito Okelo. Obote y Okelo presidieron gobiernos dominados mayoritariamente por gente del norte, mientras que el movimiento de Museveni fue apoyado principalmente por las poblaciones del sur del país. Una de las ventajas con las que cuentan los dictadores es que la gente de los países que dominan suele tener una memoria muy corta, entre otras cosas porque tiene una esperanza de vida muy baja. Durante su primer año, en 1986, Museveni repitió en bastantes ocasiones que uno de los problemas de África es que tiene demasiados dirigentes que se perpetúan en el poder, y declaró su intención de ser presidente sólo durante cinco años.

Nada queda de aquellas buenas intenciones. Aunque la nueva Constitución de 1995 establecía un límite de dos mandatos presidenciales, en el 2004 Museveni pidió a los parlamentarios de su partido que votaran para reformar la ley fundamental y eliminar esos límites. Cuando algunos de sus propios parlamentarios expresaron dudas, se repartió a cada uno 5 millones de chelines (unos 2.000 euros) y todos aceptaron. De esta manera en el 2006 se presentó de nuevo y ganó las elecciones. Pero aunque sigue teniendo una gran popularidad en Uganda, sobre todo en las zonas rurales, Museveni ha ganado cada vez por un margen más estrecho, y en el país se palpa ya una gran tensión política a dos años de las elecciones.

Cuando Museveni tomó el poder en 1986 suspendió las actividades de los partidos políticos. Instauró un peculiar sistema de gobierno basado en comités locales que él mismo llamó «democracia sin partidos», aunque en la práctica funcionó como un régimen de partido único. Bajo presión de los países donantes, en el 2005 se celebró un referéndum que volvió a introducir la democracia pluripartidista. El principal partido de la oposición, el Foro para el Cambio Democrático (FDC) de Kiiza Besigye, ha tenido multitud de problemas internos desde el año pasado. Después de todo su líder es un antiguo militar que combatió al lado de Museveni de 1982 a 1986 y su tono ha sido siempre bastante agresivo. Su número dos, Betty Kamya, fue expulsada del FDC hace pocos meses después de que expresara numerosas críticas al liderazgo de su partido. A pesar de sus debilidades, muchos creen que si el FDC forjara una alianza con las otras dos fuerzas opositoras –el UPC y el Partido Democrático– podría tener alguna posibilidad de ganar en el 2001 si presentaran un candidato común creíble. La oposición espera obtener beneficios de algunos escándalos de corrupción protagonizados por ministros de Museveni y de divisiones dentro del partido en el poder, algunos de cuyos líderes han sugerido recientemente que Museveni debería dar paso a otro líder más joven que él.

Hay otro tema que ha contribuido a caldear los ánimos, y es el reciente anuncio por parte del Ejército de la detención de once jóvenes en el norte del país a los que se acusa de querer organizar campos de entrenamiento para un movimiento rebelde. El norte, la parte de Uganda donde Museveni tiene menos popularidad, ha sufrido una cruenta guerra desde 1986 a manos del LRA que llegó a desplazar a dos millones de personas. Actualmente, el LRA tiene menos de mil guerrilleros y se mueven en las selvas del noreste de la RD del Congo y el sur de Sudán. Según el Ejército, el nuevo grupo rebelde estaría intentando preparar el regreso del LRA al norte de Uganda para realizar nuevos ataques, con ayuda de varios políticos de la oposición. Muchos no terminan de creerse todo esto y ven en este anuncio un intento de desprestigiar a quienes no quieren que Museveni se convierta en presidente hasta el fin de sus días. Con multipartidismo o no, uno de los problemas más graves del panorama político africano es que el modelo sigue siendo el mismo: el líder habla y todos los demás asienten y le siguen sin rechistar. Mientras las cosas sigan siendo así poca esperanza de cambio habrá.

Autor

  • Rodríguez Soto, José Carlos

    (Madrid, 1960). Ex-Sacerdote Misionero Comboniano. Es licenciado en Teología (Kampala, Uganda) y en Periodismo (Universidad Complutense).

    Ha trabajado en Uganda de 1984 a 1987 y desde 1991, todos estos 17 años, los ha pasado en Acholiland (norte de Uganda), siempre en tiempo de guerra. Ha participado activamente en conversaciones de mediación con las guerrillas del norte de Uganda y en comisiones de Justicia y Paz. Actualmente trabaja para caritas

    Entre sus cargos periodísticos columnista de la publicación semanal Ugandan Observer , director de la revista Leadership, trabajó en la ONGD Red Deporte y Cooperación

    Actualmente escribe en el blog "En clave de África" y trabaja para Nciones Unidas en la República Centroafricana

Más artículos de Rodríguez Soto, José Carlos