Sabiduria ancestral … vamos a llegar tarde como siempre

11/03/2011 | Editorial

En el 2007, Nelson Mandela formó un grupo independiente de líderes mundiales, llamados “Los Ancianos” (The Elders), con el fin de aunar esfuerzos, ejercer influencia y aportar su experiencia colectiva en favor de la construcción de la paz. De ese modo contribuyó a contener las causas del sufrimiento de la humanidad y a promover la solidaridad entre todos. Ese grupo, actualmente presidido por el arzobispo Desmond Tutu, ha manifestado su apoyo al pueblo libio, que en estos días lucha por su libertad. Ha pedido a la comunidad internacional que mantenga la presión contra el Coronel Muammar Gadafi hasta su ceje en su empeño y dimita: la única solución para poner fin a la vergonzosa matanza en Libia.

Es una iniciativa loable y esperamos que el grupo continúe impartiendo sabiduría ancestral y ejerciendo autoridad moral y consiga convencer a todos los dictadores a renunciar al poder y dejar libres a sus pueblos.

El proverbio castellano: “Mejor prevenir que curar”,- reflejado en muchas culturas del mundo, incluidas las africanas – pertenece a esa sabiduría ancestral. Hay que segar la hierba seca que rodea la casa antes de que el fuego llegue. Cuando este llega – y tarde o temprano termina por llegar si no se han hecho los deberes -, no hay manera de impedirle que devaste la casa. Este grupo de ancianos parece, sin embargo, haber olvidado esta profunda sabiduría; se dedican más bien a apagar fuegos, como en Libia.

Es verdad que necesitamos “bomberos sociales” y, en momentos tan trágicos como los de Libia, cualquier presión internacional es bienvenida para acabar con la violencia. Pero, los ancianos llegan tarde, como todos hemos llegamos tarde, no solo en Libia, sino en Egipto, en Túnez, en Costa de Marfil, en el este de la R.D. del Congo, en la República Saharaui, en Zimbabue, en Sudan, en Somalia, etc. Sabemos también que vamos a llegar tarde en muchos otros países africanos que sufren dictaduras, aunque disfrazadas de democracias. De los 54 países africanos, 25 viven bajo dictaduras más o menos encubiertas con el beneplácito, no solo de occidente, sino del conjunto de la comunidad internacional.

Primero, Túnez y luego Egipto han podido echar a sus respectivos dictadores a pesar del apoyo que les prestaba Occidente, y que les permitía mantenerse en el poder. Sólo, después de lo inevitable, Occidente se atribuye los honores y se pone las medallas criticando a los ex-dictadores. Lo mismo ha sucedido con Gadafi quien hasta hace poco se paseaba por Europa, recibido por todos los jefes de gobierno y por el mismo rey de España…; fue un “héroe africano” por encararse con Occidente pero, ahora en vísperas de su derrocamiento, se ha convertido en un dictador sanguinario… ¡como si no lo hubiera sido desde siempre!

Los ancianos llegan tarde… y nosotros también. África va a arder porque está harta de opresión. Nosotros pensamos que el fuego no nos alcanzará. Pero… mejor prevenir el caos, la violencia y la muerte.

Puedan los ancianos y los organismos internacionales comprender que los derechos humanos y la justicia no son moneda de cambio para conseguir mayores beneficios de África. Tenemos que comprometernos con un nuevo orden internacional donde no exista un lugar para las dictaduras ni la opresión.

Si no queremos prevenir…, sufriremos las consecuencias.

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