Ruanda: un “diálogo nacional” fuera de la realidad

3/01/2011 | Opinión

Las «Reuniones del diálogo nacional» acaban de terminarse en Kigali. Han reunido entorno al presidente Kagame a ruandeses venidos desde diversos horizontes. Los participantes, sobre todo los llegados del extranjero, han sido seleccionados, ya que era necesario que no hubiera voces discordantes, como las hubo en Bruselas el 4 de diciembre, cuando el representante de la diáspora ruandesa en Bélgica pronunció un discurso que no agradó en absoluto al presidente. Sin duda un éxito. Todos los que han tomado la palabra han alabado al presidente por haber sido reelegido “democráticamente”, por su “apertura política” y por la instauración en Ruanda de “un Estado de derecho”. Algunos felicitaron incluso al presidente por haber encarcelado a los opositores políticos, como Victoire Ingabire, o por haber insultado en su discurso inaugural a sus antiguos colaboradores en exilio, entre ellos el general Kayumba Nyamwasa y el coronel Patrick Karegeya.

Este “diálogo nacional” es una ocasión fallida para abordar los verdaderos problemas del país. Si el diálogo es necesario, lo es entre los hutu y los tutsi que se matan mutuamente en este pequeño territorio desde hace mil años. En el pasado reciente, en 1994, hutu mataron a tutsi y en 1996-1997, tutsi mataron a hutu, etc.

La cuestión hutu – tutsi merece ser debatida si Ruanda quiere construir su futuro sobre bases sólidas. Pero esta cuestión es eludida. En 1958, el rey Mutara Rudahigwa persiguió a los hutu que reclamaban sus derechos y la abolición de la feudalidad. Dijo que no había ni hutus ni tutsis en Ruanda. Fue necesaria la revolución de 1959 para que estos derechos fueran obtenidos. Los tutsi exiliados desde entonces regresaron con las armas en la mano en 1990. En los preparativos de los acuerdos de Arusha, la cuestión hutu – tutsi se puso sobre la mesa. El FPR la rechazó. Tras la toma del poder, ha cimentado su discurso sobre la inexistencia de las etnias en Ruanda.

Sin embargo, hutu y tutsi son realidades sociales que no pueden negarse. El poder del FPR ha emprendido la tarea de reescribir la historia de Ruanda. Ahora bien, la historia es la que es, es la que ha sido; no se cambia la historia. Ha lugar a reconocer la existencia de las etnias sin caer por ello en el etnismo. No hay que negar las etnias, sino asumirlas y permitir a cada uno sentirse protegido en un estado de derecho. La etnia es una realidad histórica y supra-individual incontestable, estudiada por las ciencias sociales, mientras el etnismo es un comportamiento individual o colectivo cuyo estudio debería más bien corresponder al psicoanálisis o la psicología patológica.

Se les designe como etnias, grupos sociales, etc., o que se niegue esta realidad, todo ruandés conoce su pertenencia “étnica”. Parafraseando a ese profesor belga, las etnias han causado tantos daños en Ruanda que es inútil plantearse la cuestión de saber si sí o no existen. Los iniciadores del “Diálogo inter-ruandés” que reúnen a ruandeses miembros de las etnias hutu y tutsi, con el apoyo del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, están en la buena vía.

Ya es hora de abandonar esta política hipócrita, ya que tarde o temprano llevará a Ruanda al abismo. Las reuniones que acaban de finalizar en Ruanda han mostrado la duplicidad del discurso proclamado por los participantes. No podía ser de otro modo. Los ruandeses del exterior tenían billetes de ida y vuelta gratuitos. Estaban alojados y alimentados. Este viaje fue para ellos una ocasión para visitar a los suyos que han permanecido en el país. ¿Quién iba a atreverse a decir la verdad ante el riesgo de perder el billete de vuelta?

Gaspard Musabyimana

23/12/2010

Traducido por Ramón Arozarena.

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