Ruanda de nuevo en la encrucijada

17/02/2010 | Editorial

La historia de Ruanda está marcada, desde tiempos antiguos, por la violencia, los asesinatos eran moneda corriente en las luchas de poder. Relevante fue el regicidio ocurrido en 1896, antes de la colonización y de la llegada de los primeros misioneros cristianos. Rutalindwa había sucedido en el trono al rey conquistador Kigeri Rwabugiri que en guerras sucesivas había conseguido incluso agrandar sus territorios. Los jefes de otro clan, para saciar sus ambiciones de poder y ventajas económicas, prepararon un golpe de Estado quemando vivo en su choza real al rey Rutalindwa y su familia. Fue una lucha de poder entre clanes.

En 1959 tuvo lugar la llamada revolución social acompañada de violencias, muertes, y la salida al exilio de miles de ruandeses.

En 1973, siendo ya Ruanda República independiente, los militares del Norte del país, liderados por el General Habyalimana, dieron un golpe de Estado al Presidente constitucional Grégoire Kayibanda originario del Centro-Sur. Fue una lucha de poder entre regiones.
En los años finales de Habyalimana se hablará incluso de Akazu (casita) para expresar que el poder está sustentado por un grupo reducido de personas que trabajan sobre todo al servicio de unos pocos.

La invasión de Ruanda en 1990 por el Frente Patriótico Ruandés desembocó en su toma de poder en 1994 después de una cruenta guerra civil, pasando por matanzas y crímenes contra la humanidad y el genocidio de 1994. Una parte en conflicto ganó, pero los pobres y los débiles del pueblo ruandés que son la mayoría, perdieron, incluso muchos perdieron la vida. Las armas no eran fabricadas en Ruanda. Las grandes potencias del mundo asistieron pasivas al desarrollo de un genocidio que se vio en directo en nuestros televisores. Tenían la responsabilidad de intervenir para pararlo, y ello era posible, pero no lo hicieron, alguien debería responder en justicia de su responsabilidad. Al menos serán juzgados por la historia y de todas formas no evitarán el juicio de Dios. Los intereses de los grandes fueron más importantes que las vidas de cientos de miles de personas. Una vergüenza para la humanidad. Así Occidente y las otras potencias mundiales tienen su parte de responsabilidad en la historia violenta de Ruanda.

El régimen político actual liderado por el General Kagame lleva 16 años en el poder. Existe seguridad en Ruanda, mucho bueno se está haciendo, existe eficiencia en la organización pública, como también visión de largo alcance en la urbanización de las ciudades y de la economía. Existe seguridad en Ruanda, pero no paz, basada en la verdad, la justicia, el amor y la libertad. La mayor parte del pueblo sencillo, que son la mayoría de los ruandeses, dicen sentirse presionados y oprimidos por el poder con miedo incluso para hablar con claridad, lo hacen a escondidas y con gente de mucha confianza. La mayoría está en una situación económica que no cubre muchas necesidades básicas. Basta con mirar los rostros de muchos ruandeses para percibir la tristeza. No pueden expresar su cólera que existe mucha, pues serían rápidamente sancionados ¿No será que como antaño el poder está al servicio de un grupo y no del Estado entero? El hecho es que los dirigentes invierten mucho esfuerzo y medios para dar una imagen bonita cara al exterior, presentándose como una democracia moderna y de buen gobierno, pero la gran mayoría del pueblo ruandés no lo ve ni lo vive.

Lo que siempre falló en Ruanda es un poder político al servicio de un Estado, de todo el pueblo, sin distinción de etnias, regiones, clanes ni clases sociales. Falta una sociedad basada en el respeto de los derechos humanos de todos. La desgracia de Ruanda es que una minoría acapara el poder para su interés, cuando en realidad el pueblo ruandés es de gran calidad, trabajador, acogedor, amigable. Actualmente la democracia en Ruanda es sólo de papel, cara a la galería, y las elecciones han sido hasta ahora una mascarada para guardar las apariencias y contentar a los poderosos de la tierra que, dan ayudas incluso para el funcionamiento ordinario de la maquinaria administrativa del Estado y para el desarrollo de las elecciones.

Se puede decir que los diferentes regímenes políticos no han estado a la altura de la historia y los dirigentes de las grandes potencias mundiales son cómplices.

En agosto próximo habrá elecciones presidenciales. Existe una oposición que quiere presentarse y según su programa busca la reconciliación de todos, basándose en el respeto mutuo, sin impunidad para nadie y solicitando la colaboración de todos los habitantes en la reconstrucción de un Ruanda en donde todos sus hijos vivan en paz. Ruanda está de nuevo en la encrucijada. El pueblo ruandés desea profundamente la paz, está cansado de tanto sufrir. ¿Se le permitirá por fin tomar el camino de la democracia real, basada en los derechos humanos fundamentales? ¿O seguirá el poder al servicio de unos, excluyendo a los demás?

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