República Centroafricana: las hijas pigmeas cortejadas por los bantúes

14/10/2009 | Crónicas y reportajes

En las villas rurales del suroeste centroafricano, los matrimonios entre bantúes y las hijas de los pigmeos no chocan hoy día. Las dos comunidades se conocen mejor y las discriminaciones se reducen, aunque algunos prejuicios todavía perduran.

Revolución de mentalidades en el suroeste de la República Centroafricana. Desde hace aproximadamente cuatro años, los Bantúes van a la búsqueda de almas gemelas entre las hijas de los pigmeos. «Yo no tengo problemas en mi hogar desde que estoy con mi mujer aquí «, se alegra Robert Atrone, un Bantou de la Lobaye (180 km aproximadamente al oeste de Bangui), mientras dirige la mirada a su esposa aka. El grupo aka constituye el más importante grupo pigmeo del país. Robert se unió a su mujer hace tres anos, tras dos matrimonios malogrados con dos mujeres de su etnia. «Hoy, no es motivo de vergüenza para un Bantú tener por mujer una Aka», asegura François, un vecino de la misma localidad.

Cuando la hija prometida acepta el matrimonio, la novia y su padre discuten la dote. «La dote de una Pigmea no representa gran cosa, es simplemente simbólica», consiste normalmente en un hacha, miel y mil francos (aproximadamente euro y medio), explica Abel Kotton, director del Centro de referencia de las tradiciones orales de los Pigmeos aka (Cretopa). Haría falta cien veces más, en el caso de que la unión se realizara con una mujer bantú del mismo pueblo. Para Robert Gbeda, diputado de la región, las mujeres aka tienen otra ventaja, «Para preparar la comida familiar, ellas, que controlan la agricultura, traen casi todo del bosque». El marido tiene que comprar la sal y traer la carne.

Pigmeas alegres

Por otro lado, las mujeres pigmeas encuentran también ventajas al casarse con un Milou (nombre dado a los Bantues; Bilou en plural).

«Nosotras amamos a los maridos bilou, porque ellos nos compran bellos trajes y cremas que no podríamos tener nunca si viviéramos con los Aka», confiesa Rose Gbangou.

«Si sólo los hombres buscasen esposas dóciles y trabajadoras y las mujeres una seguridad material, las uniones no tendrían ningún interés ni valor», opina Paul Grebode. Este jefe pigmeo se alegra de que una Aka se case con un milou, de esta forma ella puede hoy día tener voz dentro del grupo de mujeres bantúes y participar en las manifestaciones nacionales. Puede también, a partir de ahora, ser miembro de una tontina, integrarse en la Iglesia de su marido y pertenecer a las organizaciones de mujeres cristianas, muy extendidas en la Lobaye. Esto supone un gran avance.

Es difícil de imaginar tales matrimonios mixtos en otras regiones del África central. Según un estudio del Instituto de investigaciones socio-antropológicas de la Universidad católica del África central, publicado en 2005, en el norte del Congo, «un hombre que tiene relaciones sexuales con una Pigmea es desterrado y pierde el derecho de tenerlas con una Bantú. En el suroeste de Centroáfrica, esta mezcla étnica ha sido posible gracias a las campañas llevadas a cabo desde hace doce años por las Iglesias cristianas, las asociaciones de defensa de los derechos humanos y las organizaciones no gubernamentales como Coopi (Cooperacion internacional). Esta ONG italiana ha difundido los derechos humanos entre las comunidades bantúes y las comunidades aka de entre las cuales han formado a líderes para que valoren ambas culturas.

Tópicos a pesar de la convivencia

Estas acciones comienzan a cambiar la visión de los pueblos sobre los Pigmeos, que han sido tratados como sub-humanos, adecuados para servir a los Bantúes, sus amos. «La convivencia pacífica en los pueblos y los matrimonios mixtos cada vez más frecuentes, reducen los tabúes y conducen a la destrucción de las barreras culturales que separaban a los Bantúes y los Aka», analiza el antropólogo Pierre Kossi. En algunos lugares estos dos grupos frecuentan las mismas iglesias, envían sus hijos a las mismas escuelas, comen juntos…

A pesar de estos avances, todavía está lejos el día en el que una Bantú se casara con un Pigmeo…»Los Bantúes tienen tal consideración por sus hijas que no aceptan que se casen con sus antiguos esclavos», explica Samadi Dillas, un funcionario centroafricano de la Lobaye. Pascaline Poutou, alumno de un instituto de la región, aporta otros argumentos para refutar tales uniones, «Es imposible para nosotros casarlos, porque ellas son pobres y no visten con elegancia». Entre los Aka, el complejo de inferioridad persiste. Todavía hoy, ellos se sienten obligados a utilizar la palabra «mamá» para dirigirse a una Bantú. «Es descortés para los pigmeos no hacer la corte a una Bantú», recuerda el jefe aka, Paul Grebode.

Con la progresiva integración de los Pigmeos, estos últimos clichés terminarán por acabarse.

Jules Yanganda.

Publicado en Centroafrique-presse, el 25 de junio de 2009.

Traducido por Christian Acin Sanpietro, para Fundación Sur.

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