El presidente ruandés es candidato a su sucesión. No tenía otra salida, ya que, como lo ha manifestado en su discurso de fin de año, el 31 de diciembre, “me habéis pedido que dirija de nuevo este país
después de 2017. Dada la importancia que vosotros acordáis a esta cuestión, yo no puedo más que aceptar”.

¿Se trata de una decisión sabia de un hombre de Estado “excepcional”, como lo estima Emmanuel Mushimiyimana, de la Universidad de Ruanda, o más bien de una prueba suplementaria de la deriva autocrática del régimen ruandés, tal y como lo considera Carina Tertsakian, de Human Rigthts Watch?

Ambos responden a las preguntas de Le Monde:

– Paul Kagame ha modificado la Constitución para optar a un tercer mandato en 2017. ¿Qué le diferencia de Pierre Nkuunziza, de Burundi, o de Denis Sassou Nguesso del Congo- Brazza?

Carina Tertsakian: En el fondo, apenas nada. Solo una diferencia formal. Kagame se aferra al poder y manipula la ley fundamental. Es la misma tendencia observada en Burundi, en Uganda o en Congo-
Brazzaville. En estos países los cambios se han producido a última hora, mientras que el presidente ruandés ha lanzado el proceso de cambio constitucional mucho antes del escrutinio de 2017. Puede
pretender que obedece a la voluntad popular (a más de 3 millones de peticiones en favor de una modificación de la constitución y al 98% de “síes” en el referéndum de diciembre de 2015, Pero, ¿cuántos
son de verdad partidarios del régimen? ¿cuántos han juzgado que de nada servía votar no?, ¿cuántos han votado por miedo?. No se sabrá nunca, dadas las restricciones de la libertad de expresión.

Emmanuel Mushimiyimana: Para los ruandeses, Paul Kagame y su partido, del FPR, son los garantes de la unidad y reconciliación. Su legitimidad se basa en la estabilidad lograda después del genocidio de
1994. Han compartido el poder con otras fuerzas y han integrado a elementos de las antiguas fuerzas armadas. Este apoyo popular es el que no tiene el burundés Pierre Nkurunziza. Por otra parte, las
condiciones de vida entre Ruanda y Burundi son muy diferentes.

– ¿La buen gobernanza, a menudo alabada en favor de Paul Kagame, puede perdurar sin alternancia?

C.T.: Es verdad que Ruanda ha hecho progresos importantes desde el genocidio: relanzamiento económico, reconstrucción de instituciones, desarrollo de infraestructuras y del país… Pero el panorama es netamente menos brillante en el ámbito de los derechos civiles y políticos. Los ruandeses no deberían verse obligados a optar entre prosperidad y libertades. El FPR no ha tolerado ninguna voz discordante. Los partidos de oposición no pueden funcionar. El caso más conocido es el de Victoire Ingabire, presidente de las FDU y en la cárcel desde 2010. Bernard Ntaganda, del Partido social Imberakuri, ha
pasado cinco años en prisión. Los periodistas no pueden investigar sobre los excesos del poder; los periódicos críticos han sido suspendidos; Jean Léonard Rugambage fue asesinado mientras investigada; en 2015, los servicios en kinyarwanda de la BBC, uno de los raros medios en la lengua nacional que dabainformaciones independientes, fueron bloqueados. El fenómeno de la autocensura es generalizado; las organizaciones de defensa de los derechos humanos han ido desapareciendo. La gente tiene miedo.

E.M.: Yo creo que la buena gobernanza es necesaria para una alternancia exitosa; la precede. La democracia no puede establecerse en un país destruido. Los actores internacionales y las ONG consideran a menudo que la oposición es inocente y no es el caso.

¿Es Kagame un autócrata?

El problema no está ahí. En África no tenemos instituciones. He vivido en Bélgica durante meses en que no había gobierno, pero las instituciones funcionaban. En Ruanda estamos en proceso de construcción. Todo se derrumbaría en un caos si el presidente se marchara; se trata de un dirigente que trabaja en favor de los ruandeses y no como otros que saquean y comen el pan de sus
administrados. Si se habla de autocracia, la nuestra es muy diferente de la de otros países africanos. Nosotros nos parecemos a Singapur. La alternancia es inevitable, pero Ruanda no está preparado para
ello.

– Paul Kagame dió a entender que sería un fracaso si no se encontrara a nadie que pudierasustituirlo. ¿Ha convertido su sucesión en algo imposible?

C.T.: La organización interna sigue siendo bastante opaca y es difícil ver claro en su interior. Ha habido divisiones serias de personas situadas en la cúspide o en el entorno presidencial que han sido ibjeto de represión. Es el caso del general Kayumba y de Patrick Karegeya, que fue encontrado muerto en enero de 2014.

E.M.: Suceder a un personaje tan carismático como Paul Kagame será difícil. Pero, hay una nueva generación de dirigentes que se está preparando en las universidades. El sistema está preparando elites
que seguirán construyendo el país.

– ¿Qué puede pensarse de la reacción de los EEUU, muy críticos con relación a un tercer mandato del presidente?

C.T..: El gobierno americano siempre ha tenido posiciones claras sobre el límite de mandatos. Pero Washington, Londres, La Haya y otros gobiernos han apoyado financieramente mucho a Ruanda. No sé
si las críticas actuales a Kagame tendrán consecuencias.

E.M.: ¿Que hicieron los EEUU durante el genocidio de 1994? Nada. Hoy no tienen por qué ocuparse de los asuntos de los ruandeses. Por otra parte Franklin Delano Roosevelt también ejerció mas de dos
mandatos, porque los americanos lo consideraron un presidente excepcional. Sucede lo mismo con Paul Kagame a ojos de los Ruandeses

Manifestaciones recogidas por Elise Barthet y publicadas el 12.01.2016 en Le MondeAfrique
Fuente : http://www.lemonde.fr/afrique/article/2016/01/12/qui-a-peur-de-paul-
kagame_4845884_3212.html#sthash.1MdM19M4.dpuf

“Resumen y traducción de Ramón Arozarena