Querer y no poder, o no saber cómo

30/01/2018 | Opinión

No sé si llamarla “noticia” o “no-noticia”. Y es que tal vez porque estábamos en la “precampaña” de Davos (23-26 enero), conjeturando sobre cuál sería la última ocurrencia del presidente americano, apenas si los medios se han hecho eco de la 14ª reunión del “Diálogo 5+5” que tuvo lugar en Argel este 21 de enero.

“Diálogo 5+5” se inició en Roma en 1990 como un grupo informal de ministros de Asuntos Exteriores de las dos cuencas del Mediterráneo Occidental (también participaron Portugal y Mauritania). Se quería buscar soluciones a los problemas de desarrollo en la zona y crear lazos entre la Comunidad Europea y los miembros de la recién creada Unión del Magreb Árabe (Marrakech 1989). Aunque se ampliaron a otros terrenos (Interior y Transportes en 1995), las reuniones dieron pocos frutos y cayeron en desuso. También dificultaron las negociaciones las sanciones impuestas a Libia a partir de 1992 (Gadafi se había negado a colaborar con las investigaciones sobre el atentado aéreo de Lockerbie de 1988).

Entre tanto el Mediterráneo se había puesto de moda, las necesidades de los países de la orilla Sur no habían desaparecido, y los del Norte querían ayudar, y también conseguir la colaboración del Sur para controlar la emigración y luchar contra el terrorismo. En 1994 se reunieron en Alejandría los miembros del durmiente “5+5”, con la excepción de Mauritania. Se les unieron Grecia y Egipto. Y constituyeron el “Foro Mediterráneo”. Un año más tarde, en noviembre de 1995, con la Declaración de Barcelona, 15 estados de la UE y 12 del Sur del Mediterráneo crearon la Asociación Euromediterránea (referida a veces como “Proceso de Barcelona”). Finalmente el 13 de julio de 2008, en la Cumbre Euromediterránea de París, 43 países europeos y mediterráneos constituyeron la organización “Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo”, cuyo secretariado permanente se encuentra desde 2010 en el palacio de Pedralbes, en Barcelona.

Con ocasión del décimo aniversario de la Declaración de Barcelona, el Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos publicó en 2005 un extenso análisis de lo ocurrido en esos diez años. En la introducción se lee: “Existe un consenso general en afirmar que la AEM ha sido incapaz de alcanzar los objetivos más elevados de la Declaración de Barcelona, el texto fundacional de la Asociación” (p.14). Y en la conclusión: “Los análisis previos apuntan a un doble fracaso: la AEM ni ha ayudado a los gobiernos a promover su desarrollo y su transición hacia la modernización, ni ha logrado dotar a las fuerzas de la sociedad civil de la energía necesaria para impulsar las reformas” (p.180).

Mientras la Asociación Euromediterránea movía el aire, los problemas del Sur, con consecuencias cada vez más visibles en el Norte, han seguido ahí, y también el deseo (y el egoísmo) por parte de Europa para ayudar a resolverlos. Así que en enero de 2001, los ministros de Asuntos Exteriores del Grupo 5+5 se volvieron a reunir en Lisboa. Luego les tocó el turno a los jefes de Estado y de Gobierno (Túnez 2003). Han seguido numerosas reuniones de alto nivel, y otras centradas sobre temas concretos como migración, defensa, turismo, educación, agua, economía, etc. La 14ª reunión de alto nivel, la de este 21 de enero en Argel, quería, según la página web oficial “France Diplomatie”, dar respuestas concretas a los problemas de desarrollo (económico, social y durable), así como al de la emigración de los jóvenes y a los de seguridad en la región (en especial Libia y el Sahel).

A juzgar por lo que ha escrito, –o no ha escrito–, la prensa española, se ha tratado una vez más de mucha verborrea y pocos frutos concretos. Pensando sin duda en los lectores españoles El Mundo titulaba “Los países del Diálogo 5+5 pactan una declaración conjunta con especial reconocimiento a las víctimas del terrorismo”. Lo que más interesaba a El País el día 22 era que, a pesar de la crisis catalana, España estaba de vuelta en los foros internacionales. [Al día siguiente Le Monde escribía: “los españoles constatan el escaso interés de su clase política por las cuestiones internacionales”]. La agencia Efe encabezaba “Terrorismo, inmigración y Jerusalén marcan la reunión ministerial del 5+5”. Con ese mismo título escribía Javier Martín para La Vanguardia y El Periódico. Y citaba muy serio las declaraciones del ministro español Datis en las que se leía “Lo que se trata (hoy) es hacer una declaración que dé lugar a un proceso” (sic).

haraga.jpgComo era previsible, la prensa de Argel sí ha hecho referencias, pero aclarando poco o nada, a los que debieran haber sido los temas principales del encuentro: “Los ministros se han mostrado favorables a reforzar la concertación para que se dé una convergencia de puntos de vista sobre los problemas regionales”… “Los ministros consideran que el desarrollo humano, económico, social y durable en el Mediterráneo Occidental sigue siendo el método más pertinente a largo plazo”, se leía en El Watan del día 22.

La mejor explicación de lo ocurrido el día 21 la había dado ya la universitaria Sarah-Jane Fouda en “Queridos Presidentes Africanos, aquí tenéis vuestros discursos ya hechos”, publicado por Le Monde el 18 de enero de este año. La autora ha seleccionado frases enteras de los discursos de fin de año de ocho presidentes africanos. Combinando las frases se puede crear discursos apropiados a todo tipo de situaciones: economía, importancia de la constitución, necesidad de cambio, educación, progreso, justicia social, etc. ¡Discursos perfectos que ni comprometen ni dicen nada! Más o menos como los de la “5+5”.

Lo trágico es que esos mismos días la prensa argelina señalaba la tragedia de tantos jóvenes (los “haraga”) que preferían morir atravesando el Mediterráneo antes que quedarse y morir de inanición en Argelia o Marruecos. “Nadie parece inquietarse en Argelia porque el mar descargue en las playas decenas y hasta centenas de muertos”, escribía Ravah Amokrane, de la agencia Cabilia de noticias Tamurt. El Watan mencionaba el día 24 la detención de 19 argelinos antes de que comenzaran la travesía. Una niña de tres años había desparecido el día anterior cuando la policía había detenido otra embarcación en la que viajaban sus padres. Y la prensa española, que apenas se había interesado por la reunión del “5+5”, no se enteró de la muerte de la niña. Se llamaba Halima.

Ramón Echeverría

[Fundación Sur]


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Autor

  • Echeverría Mancho, José Ramón

    Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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