Proyecto de balcanización de la RDC: la política tácita congoleña

17/06/2011 | Opinión

El proyecto de balcanización de la RDC es como un elefante dentro de una habitación cuyos ocupantes se niegan a ver y hacerse cargo de él. Cada día que pasa demuestra que la RDC sigue un programa de acciones que el pueblo desconoce, pero que sí es conocido por el gobierno vigente y la denominada Comunidad Internacional. Según diversos analistas este plan consiste en la balcanización de la RDC en varios pequeños países con distintas obediencias: Katanga (para Bélgica), Kivu y la Provincia Oriental (para Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Australia), y el Centro y el Oeste del país (para la Unión Europea).

Según fuentes generalmente bien informadas, esta partición de la RDC se impone, desde el asesinato de Mzee Laurent Désiré Kabila, contra la resistencia del pueblo congoleño unido por el sufrimiento y el orgullo de ser congoleños (o zaireños) insuflado en su conciencia durante los 32 años de reinado del dictador Mobutu, por aquel entonces niño mimado de la troika Estados Unidos – Francia – Bélgica, y los 4 años de reinado del soldado del pueblo Mzee Laurent Désiré Kabila.

Según esas mismas fuentes, el régimen de Joseph Kabila, guste o no, ha contribuido a esta resistencia al proyecto de balcanización de la RDC. Recuérdese la partición del país en Este y Oeste durante las elecciones de 2006. Al parecer el Mwana Mboka Jean Pierre Bemba esperaba dirigir el Oeste del país bajo obediencia de la Unión Europea. El cauteloso Joseph Kabila dirigiría el Este del país con capital en Goma y residencia secundaria en Musienene, en Territorio de Lubero [este]. El inicio de la partición del país debía comenzar el día de la proclamación de los resultados de la primera vuelta de las elecciones. Todo estaba dispuesto para que Mwana Mboka rebatiese con las armas la victoria del cauteloso. Los soldados de la Unión Europea acampados en Kinshasa habrían garantizado la toma de poder de Mwana Mboka mientras los de la MONUC repatriarían al cauteloso hacia el Este del país en helicóptero. Pero los asesores del clan Kabila habrían hecho fracasar este plan al bloquear la señal de radio de Mwana Mboka justo antes de que diese la orden de iniciar la caza de los kabilistas en la capital congoleña. Los disparos sobre la residencia de Mwana Mboka durante la recepción a los embajadores occidentales fueron uno de los actos realizados para hacerle comprender que se le había terminado el negocio. Esos leales asesores habrían muerto uno tras otro poco después en circunstancias poco claras tras las misiones de mediación en los países que apoyaban la partición de la RDC.

Tras la detención de J. P. Bemba, el régimen de Joseph Kabila continuó la lucha contra los generales renegados al proceso de integración del ejército nacional. Pero, infiltrado por el enemigo balcanizador, el ejército congoleño iría de ahí en adelante de derrota en derrota en el frente del Este. Recordemos la debacle de Mushaki y Rumangabo en Kivu Norte en 2007 y 2008.

Los proveedores de fondos de la Troika que habían prometido financiar la joven democracia congoleña no desembolsaron ni un céntimo. Al verse atrapado con sus 5 obras sobre el papel, Joseph Kabila tuvo la valentía, que le resultaría fatal más adelante, de mirar hacia China. Tal como hizo Émery Patrice Lumumba con la Unión Soviética. La respuesta del balcanizador fue dar apoyo militar a Laurent Nkunda que amenazaba con marchar sobre Kinshasa en Septiembre de 2008.

Por estas fechas podemos situar la deriva de Joseph Kabila que, al contrario que Lumumba y Kabila padre, eligió dialogar con el enemigo para restablecer la paz. La Historia nos recuerda que las grandes democracias del mundo han surgido del diálogo, pero del de las revoluciones. Y quien dice revolución dice guerra, cadáveres, hambruna, etc. No se cortan rosas sin pincharse con sus espinas. La vía del diálogo únicamente entre las élites ha resultado ser más mortífera que la de la revolución, la cual habrá durado bastante menos que los 15 años de situación confusa de no-guerra, no-paz.

El diálogo en la cumbre con el enemigo obligó a Joseph Kabila a constituir lo que se llama un gobierno paralelo o perpendicular según el dicho de Nzanga Mobutu. El papel de este gobierno paralelo con su variedad de acuerdos secretos es satisfacer los deseos del enemigo balcanizador, dejándole al gobierno oficial la tarea menos honorífica de mantener las apariencias de un gobierno normal que dice una cosa y la contraria y que no logra nada.

El parlamento congoleño así como las asambleas provinciales se han convertido poco a poco en cámaras de registro de leyes y de contratos leoninos a favor del enemigo balcanizador. Téngase en cuenta que estas leyes fueron votadas a golpe de dinero contante y sonante (es el caso de la ley que se refiere a la reforma constitucional).

Además, el principio de legitimidad de un gobierno nacido de las urnas habría sido dejado de lado, al sentar a los representantes del pueblo en una mesa de negociaciones con los generales rebeldes del ejército, algunos de los cuales son buscados por la Corte Penal Internacional (TPI), como es el caso de los generales Bosco Ntaganda y Laurent Nkunda. Los rebeldes reclutados en Ruanda, Burundi, Uganda y en la RDC por esos renegados del ejército eran amnistiados de todos sus crímenes de guerra. Hubo operaciones de mezcla y combinación de estos rebeldes no inventariados para conocer su número exacto, y desde entonces son pagados por el Tesoro Público. La esperada pacificación de estas operaciones unidireccionales nunca llegó. Al contrario, el sufrimiento de la población congoleña del Este del país no hizo más que acrecentarse con las matanzas de las poblaciones, las mutilaciones sexuales a mujeres, los incendios de las viviendas, etc. La lección que aprendieron los congoleños es que el diálogo en la cumbre mata más civiles que la guerra, la cual habría matado más militares que civiles. Pero como los hombres en el poder son antiguos militares y rebeldes, estos han elegido el diálogo en la cumbre para ahorrarse una guerra en la que podrían perecer.

Muchos hechos incomprensibles para el común de los mortales han acompañado a las acciones negociadas secretamente por el gobierno paralelo, que fueron presentadas a los congoleños por el gobierno oficial como señales evidentes del buen funcionamiento del país. Es el caso de la negativa de los rebeldes mezclados o combinados con el ejército congoleño a ser desplegados en otro lugar que no fuese Kivu y la Provincia Oriental. Peor aún, las matanzas de la población civil no hicieron más que aumentar en las zonas bajo control de los antiguos rebeldes sin que ello provocase por parte de Kinshasa un grito de cólera o una simple petición de investigación. Al contrario, Kinshasa incluso permitió a las tropas ruandesas y ugandesas que apadrinaron a esos rebeldes, montar operaciones conjuntas con sus antiguos aliados durante la ocupación de Kivu y la Provincia Oriental, y convertirse en pacificadores de la misma región que antes codiciaban. Tal como era de esperar, esas operaciones resultaron en nada. El pueblo congoleño nunca vio ningún cambio positivo.

Hace dos meses, Kinshasa ordenó el censo de los policías que surgieron del movimiento de la Resistencia congoleña llamado Mai-Mai. En Butembo sólo se habrían censado 125 de 307 candidatos. Los candidatos que tuviesen un diploma de graduado o de licenciado simplemente eran descartados como no-elegibles para la policía nacional congoleña. En Beni, el censo jamás se efectuó. Pero al mismo tiempo, los policías que surgieron de la rebelión de los generales indisciplinados habrían sido todos censados, provistos cada uno de ellos de al menos dos uniformes completos de la policía nacional congoleña, y se les estaría pagando con regularidad. Una política de doble rasero que los ex Mai-Mai no se cansan de denunciar.

Tras la mezcla, y la combinación, Kinshasa habla hoy de un proceso de reestructuración del ejército congoleño. Pero según las últimas noticias este proceso sólo se realizó en el Este del país. Mientras que los supuestos rebeldes Hutu ruandeses de las FDLR atacan a la población civil en diversas localidades de Kivu, el mando militar toma la decisión de retirar todas las tropas de esas localidades para que vayan a participar en el proceso de reestructuración en curso, dejando a la población civil a merced de hombres armados pero también uniformados. Desgraciadamente, nadie, ni siquiera la MONUSCO, ha condenado esta acción, lo que significa entregar en bandeja la población civil a sus verdugos, y decir luego que los guardias estaban de vacaciones o estudiando. En un país que cuenta con más de 100.000 militares no se entiende que una zona caliente se quede sin relevo. ¿Por qué las tropas desplegadas en Kivu se han vuelto inamovibles e irremplazables? ¿Por qué ya no hay rotación de tropas de este a oeste y de oeste a este?

Los observadores en el lugar ven tras todas estas medidas contradictorias una sigilosa preparación de una nueva fase de la balcanización del país, lo tácito de la política congoleña. Para revestir de legalidad esta balcanización, Kinshasa promulga leyes. Quien paga los platos rotos sigue siendo el pueblo congoleño. Si se cree lo que dice “Le Potentiel”, en su edición del 8 de junio de 2011, Kinshasa ya no tendría intención de mezclar o combinar nuevas tropas rebeldes o grupos armados con su ejército en vista del fracaso de la pasada experiencia. El diario Le Potentiel no dice cómo justifica Kinshasa este fracaso. Lo cierto es que el pueblo congoleño siempre ha solicitado a Kinshasa que emplease su fuerza legítima para vencer a los renegados del régimen y que desplegase las tropas y policías surgidos de las rebeliones, lejos de Kivu y de la Provincia Oriental. Pero Kinshasa siempre hizo oídos sordos a estas peticiones de las fuerzas vivas de la nación.

Ahora que el ejército mono-étnico está sólidamente establecido en la parte oriental de la RDC, el enemigo balcanizador no quiere más integraciones de grupos armados, entiéndase la resistencia congoleña Mai-Mai en el ejército mono-étnico. El empobrecimiento de los policías y militares congoleños (privación de salarios, uniformes, etc.) participa de esa estrategia que favorece el proyecto oculto de los ex-rebeldes desplegados en el Este del país. Lo que se intuye es que a continuación el ejército mono-étnico desplegado en el Este aplastará la resistencia congoleña Mai-Mai cuyos actos y elevado número de integrantes dificulta la llegada de colonias de repoblación al Este del país. Pronto se dirá que todos los soldados de la FDLR han regresado a Ruanda, y lo cierto será que se habrán convertido todos en militares congoleños gracias a la magia de la combinación, mezcla, reestructuración, etc., en el seno del ejército mono-étnico desplegado en el Este. Únicamente permanece un enemigo, los Mai-Mai y el pueblo congoleño.

El retraso en la organización de las elecciones también es consecuencia de este plan maquiavélico de balcanización de la RDC. El balcanizador necesita más tiempo para asestar su golpe definitivo.

Los dirigentes en el poder, los políticos con mezcla de todas las tendencias, los elegidos en 2006, no se lanzan con entusiasmo a la batalla electoral porque están al tanto de lo que se trama contra la RDC a espaldas del pueblo congoleño. A todos se le habrían prometido suculentos puestos en las diferentes administraciones de las republiquitas que se van a formar. Es el motivo por el que hoy se callan. La idea de una nueva transición política también es parte de esa misma estrategia de dar tiempo al proyecto de balcanización para materializarse, con la esperanza de poner algún día al pueblo congoleño ante un hecho acontecido.

¿El pueblo congoleño se va a dejar manipular? Nada es menos seguro. Nunca antes se había movilizado tanto para reclamar sus derechos a quienquiera que se los pisotee. Habida cuenta de la ruptura cada vez mayor entre la clase política congoleña, los elegidos de 2006, ciertos jefes tradicionales y las bases de la población congoleña, la alianza del balcanizador con un puñado de la élite congoleña se arriesga nuevamente a resultar en nada. Mejor para la RDC y peor para el balcanizador. Habiendo perdido los dirigentes la confianza del soberano principal, los actos que realizan en nombre del pueblo son nulos y sin efecto. De ahí la idea de una revolución popular congoleña que se debate en diversos foros del país. El pueblo congoleño necesita otorgarse nuevos líderes en los que delegar nuevamente un poder representativo y no autocrático.

Publicado en Beni-Lubero on line, RDC, el 9 de junio de 2011.

Traducido por Juan Carlos Figueira Iglesias.

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