Preparativos, por Chema Caballero

24/06/2010 | Bitácora africana

Hoy me he pasado toda la mañana repartiendo cemento y otros materiales de construcción con Alpha. Hemos ido de una aldea a otra llevando materiales y dando instrucciones para las obras, para que nada se paralice durante las dos semanas que voy a estar ausente. La verdad es que ha sido una mañana un poco aburrida, sin mucho tiempo para charlar con gente, casi sin bajarnos del coche.

Por el camino escuchábamos la última cinta de Akon. Desde que Alpha la compró la semana pasada en Freetown no escuchamos otra cosa en el coche. Llegó un momento, después de haberla oído cuatro o cinco veces seguidas, que no pude más y ejercí mis facultades de jefe del convoy y cambié a Capital Radio que pone música más de mi gusto.

De vez en cuando hacíamos algún que otro comentario y ese así como me enteré que Lamin, al que Monyman le robó la novia, está desde el sábado por la noche en la celda del puesto de policía porque parece que después de que sus amigos se lo llevarán y evitaran la pelea, volvió por la noche e intentó prender fuego a la casa donde estaban Moneyman y la mujer. Los vecinos le sorprendieron, le agarraron, le dieron una paliza y lo llevaron a la policía.

Cuando llegamos a casa después del último viaje Alpha me pidió hablar así que fuimos a al despacho y nos sentamos. Me dijo que había estado calculando los gastos del ansa bele y todo sale por trescientos mil leones: el respeto a los padres de la chica, la kola y la pequeña fiesta que se organiza después. Así que me pedía un préstamo de trescientos mil leones, cien dólares. Con todas las deudas que tiene ya no sé cuando va a terminar de pagar. Esto de contraer deudas está muy arraigado en la cultura de Sierra Leona, todos se prestan cuando tienen o empeñan cosas, campos, radios,… y así las relaciones se eternizan, siempre alguien debe algo a alguien. Con nuestros trabajadores es también así, yo creo que al final el truco es que si despedimos a alguno nunca podremos recuperar todo lo que nos debe con lo cual nunca le despedimos pero él sigue contrayendo deudas y así ad infinitum.

Tras hacer este cálculo mental y visto lo cansado que estaba decidí ser generoso con Alpha y decirle que no sé preocupara de pagar el dinero del ansa bele que era mi regalo para su hijo. Esto no me lo creo ni yo, porque una vez que nazca la niña, porque será niña como siempre, vendrá el pul na do y todas las demás ceremonias y Alpha volverá y no habrá mas remedio que ayudarle.

Después de comer, saltándome mi sana costumbre de echarme un rato a siesta, empecé a preparar las cosas para el viaje: papeles, facturas, y algo de ropa, no quiero dejar todo para el último momento. Aunque esto es solo un propósito de intenciones porque ya me veo el jueves por la mañana haciendo la maleta a toda prisa como de costumbre. Bueno, el caso es que buscaba mis calcetines verdes, los que siempre me pongo cuando voy a dar charlas o tengo que asistir a algún acto importante porque a mí me parece que combinan muy bien con el uniforme que tengo para esas ocasiones. Pues no había forma de encontrarlos.

– áQué raro! me dije- si desde que volví de España en julio del año pasado no he vuelto a usar calcetines. Estoy seguro que estaban aquí con los otros.

Revolví todo el armario buscándolos, lo cual no vino mal a la ropa almacenada allí, porque ahora con la lluvia todo comienza a oler a humedad y el moho sale por todos lados, por lo que es bueno airear la ropa de vez en cuando. Mis calcetines verdes no estaban en ninguna parte. Pensé que las oraciones de mi amiga Choco habían sido escuchadas y los calcetines se habían desintegrado. Ella siempre se esta metiendo con mis calcetines verdes.

Cuando Medo y Bakarr volvieron de la escuela y vinieron a saludar les pregunté si habían visto los calcetines verdes. Son ellos los que lavan y planchan mi ropa y luego la colocan en el armario. A los pocos minutos volvió Medo con los calcetines en la mano. No puedo decir que estuvieran en muy buenas condiciones. Me dijo:

– Los tomamos prestados y nos los alternamos porque combinan muy bien con las zapatillas de deportes plateadas que nos trajeron Reme y Ana. Tómalos, solo los usé el domingo, pero si quieres los lavo.

– edároslos dije yo fingiendo generosidad- ya que os gustan tanto.

Y es que yo en estos temas soy un poco escrupuloso o egoísta, como dicen algunos chavales de aquí, porque no comparto ni ropa interior ni calcetines. A veces hay que poner límites a eso de la inculturación.

Pues estaba yo dispuesto a preparar todo para que no me coja el toro como de costumbre pero la labor no era fácil porque cada dos por tres venía Chuy a decirme que había alguien en la puerta que necesitaba hablar conmigo. Así que iba del despacho a la habitación continuamente. Entre los que querían hablar conmigo estaba Rambo. Su verdadero nombre es Ambrose Saidu Samura, pero hace años vio la película de Rambo y desde entonces decidió adoptar ese nombre, así le llama todo el mundo, incluso su padre. Rambo es el único niño de todo el distrito, así dice él, que tiene gafas. Claro que desde agosto pasado ya lleva cuatro pares. Ya no me quedan gafas de repuesto para él, de las que le mandó Fátima desde que en agosto del año pasado, cuando estaba aquí, descubrió que Rambo necesitaba gafas. Rambo me pedía ayuda para arreglar una bicicleta que le ha regalado su tío.

– ¿Qué necesita la bici para repararla? le pregunté.

– Las dos ruedas, los frenos, la cadena y los pedales.

– Lo que tu tío te ha regalado es una barra de hierro porque le falta todo lo necesario para ser una bicicleta le contesté.

– Lo que quiero es que me des trabajo para poder comprar las partes que faltan.

– Buscaré algo que puedas hacer, vuelve mañana y hablaremos.

Otra interrupción fue porque había venido el jefe de Kaputhala con alguno de sus ancianos y los líderes de la comunidad cristiana. Salí a recibirles y a ver que es lo que les traía desde tan lejos. Venían a ver cuando vamos a construir una iglesia en la aldea porque la comunidad cristiana se reúne en una bafa de cañas y hojas de palmeras y el domingo con el chaparrón que cayó no pudieron rezar. Kaputhala es una aldea pequeña, de difícil acceso, muy metida en la selva, pero tiene una comunidad católica fuerte, es una de las que sigue Chuy. El problema es que no es muy difícil encontrar dinero para construir iglesias. Les dije que estaban en la lista de iglesias a construir pero que no sabíamos cuando recibiríamos dinero parra poder empezar las obras, que tenían que ser pacientes. Ellos escucharon y aceptaron la respuesta. Me entregaron la consabida cabra y emprendieron el regreso, otras cinco horas de camino antes de llegar a casa.

Sobre las cinco vinieron los trabajadores sociales de los distintos proyectos, les había convocado para pagarles el mes y así eso también me lo quito de encima y no dejo cargas a Chuy o a Bruno mientras estoy fuera. Empezaron a firmar las nóminas y volví a enfadarme como todos los meses. Aquí la firma, como el nombre no tiene mayor valor. Uno se cambia de nombre cada vez que quiere o cuando el hechicero se lo dice, porque, por ejemplo, ha estado muy enfermo y cuando se cura el hechicero le da un nuevo nombra para que los espíritus que han salido de él se confundan y no vuelvan a encontrarle. También es muy frecuente que los amigos se intercambien los nombres como un signo de amistad. Lo mismo pasa con las firmas. Hay algunos trabajadores sociales que las cambian de mes en mes y siempre tengo que pedirles que intenten, al menos, imitar la del mes anterior, así cuando mando los justificantes de los proyectos puede que den el pego. Todos los meses la misma bronca y todos los meses las mismas risas:

– Los blancos sois muy complicados.

Terminé de pagar y me fui al campo de fútbol a ver como iban los entrenamientos. Hacía tiempo que no iba por allí. Cuando me iba acercando, de lejos, todo parecía que iba bien. Llegando cerca del campo de fútbol sonó el teléfono, era Peli, empezamos a hablar de proyectos que tiene que presentar y de facturas que tengo que llevarle y de reuniones a las que había asistido y de ideas que se le habían ocurrido, total que cuando me di cuenta todavía estaba pegado al teléfono y el entrenamiento se había terminado, no puede ver mucho.

El cielo empezó a cambiar de color, se mezclaban los diversos tonos de amarillo con el gris, y se levantó brisa, señal de que se acercaba una tormenta. Emprendí el camino de regreso a casa. Compré pan bajo las primeras gotas de lluvia y seguí mi camino a paso ligero viendo como la gente empezaba a recoger a toda prisa los tenderetes y buscaba refugio en los porches de las casas

Autor

  • Caballero, Chema

    Chema Caballero nacido en septiembre de 1961, se licenció en derecho en 1984 y en Estudios eclesiásticos en 1995 Ordenado Sacerdote, dentro de la Congregación de los Misioneros Javerianos,
    en 1995. Llega a Sierra Leona en 1992, donde ha realizado trabajos de promoción de Justicia y Paz y Derechos Humanos. Desde 1999 fue director del programa de rehabilitación de niños y niñas soldados de los Misioneros Javerianos en Sierra Leona. En la , desde abril de 2004 compaginó esta labor con la dirección de un nuevo proyecto en la zona más subdesarrollada de Sierra Leona, Tonko Limba. El proyecto titulado “Educación como motor del desarrollo” consiste en la construcción de escuelas, formación de profesorado y concienciación de los padres para que manden a sus hijos e hijas al colegio.

    Regresó a España donde sigue trabajndo para y por África

    Tiene diversos premios entre ellos el premio Internacional Alfonso Comín y la medalla de extremadura.

    Es fundador de la ONG Desarrollo y educación en Sierra Leona .

    En Bitácora Africana se publicarán los escritos que Chema Caballero tiene en su blog de la página web de la ONG DYES, e iremos recogiendo tanto los que escribió durante su estancia en Sierra Leona, donde nos introduce en el trabajo diario que realizaba y vemos como es la sociedad en Madina , como los que ahora escribe ya en España , siempre con el corazón puesto en África

    www.ongdyes.es

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