Portentoso concierto de Akon en Kampala

22/05/2008 | Crónicas y reportajes

Después de un par de desilusiones pasadas y la aparición de páginas derogatorias en el Internet, el presidiario finalmente se reveló. Su concierto fue, en una palabra, portentoso. No asistí al concierto de UB40, pero me arriesgaré de decir que Akon es único.

Llegue aproximadamente a las ocho de la tarde y me sentí un poco preocupado por la concurrencia. No es que hubiese esperado poca asistencia: mi temor era no poder moverme de un lugar a otro con facilidad. Traté de localizar un lugar bien situado con facilidad de acceso al escenario y al puesto de refrescos.

Una vez conseguido mi objetivo decidí dar una ojeada a mis alrededores. Pronto el público comenzó a llegar y la variedad era sorprendente: desde los más descuidados en el vestir a los más sofisticados. Y eso solo en la sección VIP. La zona que Akon llama la VI. Yo estaba donde se encontraba el mejor espectáculo, y donde muchos parecían esperar una gran noche del “konvict” con su “Danza del Vientre” para no sentirse “Solos”.

Abrió Chameleone con una corona. ¿Dónde diablos conseguirá estas cosas? Tengo planeada una fiesta de disfraces y me gustaría que Chameleone me ayudase con mi disfraz. Sus payasadas eran alucinantes. Se podían ver una serie de titulares de Bukedde durante toda su interpretación, toda una locura. Chameleone entra en el escenario y ¡zas! comienza a subirse por los postes de luces del escenario. ¡Yatabuse! Chameleone comienza a bailar allá arriba. ¡Yafudde!. No es que le desee ningún mal pero está un tanto loco.

Le siguió Bebe. Su actuación no fue tan espectacular y nunca corrió peligro su vida pero llevó algo que a Chameleone le faltó: unos bomboncitos espectaculares, las bailarinas Maisha con las que Bebe Cool llevó al público hasta el frenesí. El vestuario –si puede llamarse así ya que se veía más piel que tela y daban poco trabajo a la imaginación- se podía ver de cerca gracias a las enormes pantallas que mostraban lo mejor de las chicas Maisha.

P-Square estuvo regular. No me enloquece su música pero mi opinión no parece ser la más generalizada ya que el público cantó junto al artista y se conocían muy bien sus canciones de las que seguían el ritmo. Quizá sea solo yo pero no le encuentro el atractivo a un clon de Usher. Un coro inquietante le secundaba y no me inspiraron ninguna confianza.

Cuando terminó, lo agradecí, no porque ya le llegara el turno a Akon, ya que éste llegó después de su DJ que llevó a los espectadores hasta un nivel de excitación propio de la intoxicación etílica. Decidí cambiarme de lugar ahora que la concentración de gente aumentaba y pensé que si necesitaba correr urgentemente al baño me iba a encontrar con serias dificultades.

Akon llegó casi sin anunciarse, sin hacer sentir que era un gran divo. Tras la intoxicación de música que acabábamos de tomar, nuestras mentes no registraron su aparición pero pronto lo compensó con sus canciones. Supongo que le ayudó el haber salido vestido al escenario con todo su guardarropa con la clara intención de ir tirando las prendas una a una por todo el escenario, que es lo que hizo. ¿Alguien le había dicho que estábamos en invierno?

¿Y que era eso, cuando preguntó si había convictos entre el público? ¡Un truco! Porque teniendo en cuanta la cantidad de policías que copaban el recinto nadie iba a gritar, «Sí, aquí estoy. ¡Ghetto por vida!» Ya vimos lo que le pasó a su «hermano de ghetto» cuando subió al escenario y le ofreció un «drank». Por si usted se lo perdió, le recuerdo que una señora policía con mejor vista que usted y muy entusiasta de su trabajo rápidamente se lo llevó.

Fue muy emocionante la manera en que presentó sus canciones contando historias. Mucho más efectivo que simplemente decir: “Mi siguiente canción se la dedico a tal señora”. Cuando afirmó que estaba enamorado de una stripper (bailarinas que se desnudan) la señora que estaba detrás mía debió pensar que se refería a ella porque era un milagro que sus pechos rebosantes no se hubiesen salido de un sujetador tres tallas más pequeño que lo necesario.

Todo marchó sobre ruedas hasta que Akon decidió aplicar un concepto nuevo para la mayor parte de la audiencia: UNIDAD. El plan, básicamente supone que los espectadores le ayudan para que pueda bajar del escenario y se pueda mover entre ellos y darles la mano. Sin embargo, el público no lo entendió así y el asunto no funcionó, creándose gran confusión ya que todos querían que Akon no se fuese de su lado. El artista visiblemente afectado afirmó que “Este es el problema de África que en lugar de echarnos una mano nos empujamos”. Una frase histórica.

En resumen: un gran espectáculo que se estropeó por las buenas intenciones de Akon de querer participar y ser tocado por los ugandeses. Pero, aparte de este percance, el espectáculo fue bastante pasable.

(Ivan Musoke. New Vision, Kampala, 17-05-08)

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