Por una cultura y una sociedad dispuestas a acoger a las personas migrantes y refugiadas

9/07/2018 | Editorial

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“Yo no veo musulmanes, judíos o cristianos, africanos, asiáticos o europeos, yo veo, por encima de todo, seres humanos”.

(Franz Van der Lugt, 50 años en Hons, Siria).

Una Europa «fortaleza» prevalece sobre una Europa acogedora, al menos para los políticos. ¡Una vergüenza! Antes que, “africanos, asiáticos o europeos, musulmanes, cristianos, judíos o agnósticos”, debemos ver primero: seres humanos.

Los líderes europeos siguen politizando el trato a los refugiados, según sus intereses partidistas. Exigimos una nueva política europea, no basada en temores irracionales o intereses egoístas, sino en valores humanos auténticos.

El miedo a la migración ha llevado a los líderes de la UE a centrarse en un mayor control fronterizo y la externalización de las políticas de asilo y migración de la Unión. Los líderes de la UE no han podido avanzar sustancialmente en los acuerdos sobre la solidaridad intracomunitaria y el reparto de responsabilidades.

Las propuestas de los líderes de la UE se basen en temores irracionales más que en hechos. Mientras tanto, las necesidades de protección en todo el mundo nunca han sido más altas: 68,5 millones de personas se vieron obligadas a abandonar su hogar en 2017, lo que equivale a 44.400 personas vulnerables por día.

Una política migratoria justa y humana

El 85% de los refugiados están alojados en países en desarrollo. Por tanto, lo justo y racional sería que los líderes de la UE asumieran un liderazgo mundial para promover un sistema justo y humano de migración y asilo, para los que llegan a nuestras fronteras.

La creación de centros de procesamiento, fuera de las fronteras de la UE, sería claramente injusta y pisotearía la dignidad y derechos humanos de los refugiados. La UE quiere intensificar la cooperación con terceros países en la lucha contra la migración irregular, particularmente Libia, Marruecos y Argelia. El abandono de 13.000 inmigrantes en el desierto de Sahara, en Argelia, es una señal de advertencia para todos.

Invertir en la creación de oportunidades en los países de origen

Al mismo tiempo, la UE debería invertir, no tantos billones en control migratorio, sino en la creación de oportunidades en los países de origen de los refugiados.

Se necesita un audaz giro en la UE, en fidelidad a sus valores y principios fundacionales, y que han hecho que la Unión haya sido tan atractiva hasta ahora. La Europa «fortaleza» no es ninguna solución salvadora.

Las políticas migratorias humanitarias a largo plazo y una Europa acogedora son hoy más necesarias que nunca, sin olvidar que el fondo del problema, es siempre: sanar las raíces del mal y las causas que obligan a millones de personas africanas a buscar refugio fuera de su patria.

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