¿Por qué las mujeres en África, están tan mal protegidas?

22/02/2016 | Editorial

Todas las personas que conocemos y amamos África, sabemos que una de las causas más relevantes del empobrecimiento, hambre y conflictos en África, reside en la marginación de la mujer africana y su todavía escaso protagonismo en la gobernanza y gestión de los recursos tan abundantes en el continente africano.

Este continente africano se caracteriza por su juventud, su potencial y por el papel imprescindible que la mujer tiene en la alimentación, educación, relaciones y armonía de la sociedad africana.

En la mayoría de los países del África subsahariana, la población más activa en las zonas rurales (más de un 60%) son mujeres.

No habrá desarrollo sostenible y justo en África, ni relaciones de armonía entre las diferentes tribus, religiones y naciones africanas, mientras las mujeres no lleguen a ser verdaderas protagonistas en la sociedad y en la gestión social de todos los bienes existentes en el continente africano.

El hecho de que existan tanta pobreza, conflictos y retos de salud en las sociedades africanas, se debe en gran parte a que la mujer africana todavía sigue siendo marginada, por algunas costumbres tradicionales, la falta de educación, y por tanto sigue privada del acceso de la gestión pública.

¿Por qué entonces las mujeres africanas siguen tan mal protegidas y tan poco integradas en la gestión de la sociedad?

Aunque el tema es muy complejo, podemos señalar algunos aspectos que considero de singular relevancia en África.

? La concepción del poder y su gestión, marginan a la mujer africana:
La mayoría de las sociedades subsaharianas son patriarcales y muy jerárquicas. Aunque la mujer cuenta con un papel central en la familia, sin embargo en la toma de decisiones y en la sociedad, son los hombres los que deciden. La mujer, más que una colaboradora es considerada como una súbdita.

Aunque la mujer sea la cabeza de familia, en un núcleo de cada tres, todavía se verifica un alto grado de violencia contra la mujer. Cuatro de cada diez, en el grupo de edad de entre 15 y 49 años, han sufrido agresiones físicas por miembros de la familia.

Según la OMS, un 42% de mujeres son víctimas de abusos, especialmente en el entorno conyugal, en África subsahariana, y el 65& en el África central.
Además, debido a la grave discriminación de género que todavía existe, las niñas son obligadas a abandonar la escuela y las mujeres son sometidas al mercado laboral, a menudo forzadas con la violencia. La mitad de las mujeres tienen solamente la educación primaria, y esto supone un obstáculo para su participación en la actividad socio-económica.

? Cuando el bien común no es el objetivo principal:

Existen Convenios sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer desde 1979, y el protocolo de la carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, relativa a los Derechos de la mujer de 2003. Pero estos convenios son un fracaso total, pues sus requisitos no se aplican.

La violencia contra las mujeres se perpetúa debido a la conducta impune de los funcionarios públicos (gobierno, policía, jueces,) a menudo reacios o incapaces de tratar este tipo de violencia debidamente. La mujer en África parmanece vulnerable.

La mujer africana goza en primer lugar de su dignidad personal, familiar y social, así como des sus derechos humanos y sociales. Junto con sus derechos, también adquiere su responsabilidad personal, familiar y social.
Es absolutamente imprescindible potenciar la dignidad y contribución de la mujer africana para alcanzar el bien familiar y el bien social común. No podrá existir desarrollo ni armonía familiar o nacional, sin la participación activa de la mujer en todos los niveles de la vida en el país.

Mientras nuestros líderes, sobre todo hombres, sigan perpetuándose en su poder dominador para controlar todos los recursos, nunca alcanzaremos el bien común tan deseado y necesario para una vida digna.

Solamente una sociedad educada y organizada podrá elegir lideres dignos e íntegros, con un equilibrio real entre hombres y mujeres, a todos los niveles. Luego, la sociedad les debe exigir una gestión honrada y centrada en el bien común.

? El papel de la mujer es fundamental para humanizar toda sociedad:

La atención integral a las víctimas de la violencia, seria necesaria. A continuación, la potenciación educativa y económica de las mujeres sería una garantía para su emancipación.

La sociedad civil tiene un gran desafío por delante para proteger y cuidar mejor a sus mujeres y personas vulnerables. Para ello, la sociedad debe preparar campañas de sensibilización, promoción de la cultura de la igualdad, reformas de los libros de texto que perpetúan estereotipos dañinos para los jóvenes, el asesoramiento y la mediación civil para resolver los conflictos familiares sin recurrir a la violencia.

La eliminación de la violencia contra las mujeres africanas es asunto de todos. Apoyar a la sociedad civil en esta dirección y participar en sus actividades es absolutamente necesario, para superar los abusos del estado o del sistema.

Sin la mujer en los más altos puestos de responsabilidad local, nacional y global, no podremos superar los grandes retos de la humanidad: el empobrecimiento de más de media humanidad, la violencia, el abuso de derechos humanos, el abuso del poder y la injusta gestión de los recursos existentes. La participación de la mujer es imprescindible para humanizar y reconciliar la sociedad a todos los niveles.

La reciente historia de Burkina Faso, Mali, Kinshasa, Nigeria, Tanzania, etc. nos muestra claramente que, las mujeres y los jóvenes han sido los protagonistas y el factor determinante para salvar la democracia, los derechos humanos, la buena gobernanza y la transformación de conflictos.

El número de mujeres heroínas en África es ya inmenso.

Una de estas mujeres heroínas es Rebecca Masika Katsuva, congoleña, defensora de los derechos humanos, fundadora de centros de refugiados y de una organización para ayudar a las víctimas de la guerra y la violación en la región de Kivu. Rebecca nacio el 26 de mayo de 1966 y ha muerto repentinamente el 2 de febrero 2016, a los 49 años, de malaria.

Mama Masika, atacada y violada hasta cuatro veces por soldados, durante las guerras que asolaron la región de Kivu, nunca perdió la esperanza. Pasó cuatro meses en el hospital para reponerse de las heridas. Masika adoptó 18 niñas-os nacidos de agresiones sexuales. Ser mujeres en el Congo es muy peligroso. En 2010, Masika recibió el premio Ginetta Sagan de Amnistía internacional en reconocimiento a “la capacidad de una mujer para hace un cambio tangible y positivo entre el caos y la inseguridad”.

Masika, en 2013, ha sido la protagonista del documental de Fiona Lloyd-Davies: “Seeds of Hope” (semillas de esperanza), que se presentó en la Cumbre Mundial para eliminar la violencia sexual en los conflictos, celebrada en Londres en 2014.

La mujer africana es ciertamente “la semilla de esperanza” y la garantía del futuro que el continente y el mundo necesitan.

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster