Por qué es más importante en África el buen gobierno que la ayuda internacional

17/11/2010 | Opinión

Los jefes de estado de un extremo al otro del mundo en vías de desarrollo, llegaron a Nueva York a mediados de septiembre para celebrar la reunión anual de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Encabezando la lista de la agenda de temas a tratar este año, se encontraba la cumbre para examinar los avances hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio ( ODM).

Estos líderes de países africanos, normalmente ataviados con trajes de chaqueta caros y rodeados de su enorme séquito, protestaron y se quejaron una vez más descaradamente, sobre la falta de progreso en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, como si sus gobiernos no tuvieran que ver en el cumplimiento de los mismos.

No existe nada “atroz” o cuestionable en los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio; reducción de la pobreza, incremento de la educación, o reducir la mortalidad infantil son propósitos a conseguir. El único problema es que en los países más pobres estos objetivos no se lograran, porque están basados en un modelo de desarrollo fallido, que cuenta más con la ayuda externa que con los cambios internos políticos que faciliten el crecimiento y desarrollo económico de su propio país. Cualquier cambio interno político es rechazado fuertemente por estos líderes que expresan su “angustia” por la falta de progreso, ya que ellos, sus familiares, amigos y aliados se benefician generosamente del actual sistema que se centra en asegurar las ayudas extranjeras proporcionadas por los países occidentales, para gastarlas en miles de intervenciones cuidadosamente planeadas, pero inútiles realizadas a nivel local, que aparentan perseguir los objetivos de la OMD.

Todas estas acciones complejas de poca transparencia y nula responsabilidad de rendir cuentas sobre el dinero donado, deja entrever la poca credibilidad de las auditorías realizadas a lo largo de estos años sobre los miles de millones de ayuda. Todos estos gastos debería haber dado como resultado mejoras en desarrollo, pero han servido solo para afianzar los gobiernos existentes y favorecer las políticas que impiden el desarrollo en África.

Los líderes africanos en particular, han hecho “sus cuentas” para ver cuánto necesitan para perpetuar sus saqueos… um, quiero decir financiar los OMD. Ellos argumentan que “¿por qué los países occidentales no pueden proporcionar 70.000 millones de dólares anuales al proyecto de los OMD? si esta cantidad es sólo una fracción de su PIB. Pueden prescindir de este dinero fácilmente, pero significaría mucho para los países en desarrollo”. Los defensores de la ayuda de occidente hacen su parte, pintando cuadros sangrantes de hambre y enfermedades en África para así justificar la demanda.

Sin embargo, por algún camino y de alguna manera, los líderes africanos se las han arreglado para exprimir 150.000 millones de dólares al año desde sus pobres y subdesarrollados países para enriquecerse a sí mismos. Esta cifra no se ha visto disminuida ni si quiera por la crisis financiera mundial en la que nos encontramos actualmente, tampoco se ha visto disminuida tras el reconocimiento por parte del antiguo presidente de Nigeria Obasanjo a cerca de este robo habitual por parte de los líderes africanos y su fingida lamentación por la corrupción, en la cumbre del G-8 en Gleneagles, hace cinco años.

En otras palabras, los líderes africanos han tomado por costumbre robar el 25 por ciento del PIB del continente y esconderlo en el extranjero para su propio beneficio, en vez de para los ciudadanos de sus países. Por si fuera poco, despilfarro en gastos, saqueos legales, ambientes de negocios prohibitivos y clientelismos arraigados se pueden encontrar incluso en los países de África más aclamados, por su historia de éxito democrático, como Ghana.

La formación democrática de Ghana se basa en las políticas relacionadas con grandes planes generales de desarrollo nacional, cuyo objetivo fundamental es ganar votos. Estos planes, en gran medida dependen de la ayuda internacional, que requiere muy poca o casi ninguna justificación financiera. Los votantes creyeron en las promesas realizadas por ambos partidos durante las dos últimas elecciones, que si eran elegidos, guiarían a Ghana hacia un status de ingresos medios. Estas promesas son resbaladizas con fechas de objetivos primero para el año 2015, luego para el 2020 y sin ninguna duda dentro de poco será para el 2025.

Durante el gobierno de estos dos partidos políticos Ghana ha visto como se incrementaba notablemente la ayuda internacional ofrecida, pero los resultados han sido deprimentes. Ghana ha caído 5 puestos (de la posición 87 a la 92) en la lista “Doing Business” 2010 del Banco Mundial y cayó en competitividad global del puesto 110, posición que ocupaba en el año 2009 al 114, de entre 139 países, en la lista de 2010-2011, del Foro Económico Mundial de Competitividad Global (GCI).

La agenda gubernamental para el desarrollo de Ghana informa de sus políticas macroeconómicas, de su estrategia de desarrollo del sector privado, de su postura en impuestos y régimen tributario, de su orientación respecto al control y regulación financiera y del manejo de la deuda pública entre otras cuestiones. Estos problemas son cruciales para los inversores serios que consideran Ghana o por extensión África, un destino para inversiones importantes. Sin embargo estas políticas tan importantes para los inversores, caen en un plano secundario para los gobiernos cuyo principal objetivo es mantener el chorreo de dinero de la ayuda entrando a raudales.

Por poner un ejemplo, en el año 2005 el 80% de la deuda de Ghana fue cancelada. Esto se hizo con el objetivo de dar a Ghana una nueva oportunidad y más independencia para enfocar los recursos financieros en sus prioridades de desarrollo en lugar de a pagar la deuda. Esto permitió a Ghana pedir préstamos por valor de 750 millones de dólares, en el mercado financiero internacional en el año 2007. Pero en el año 2008 todo fue despilfarrado. Decidido a perseguir los votos, el gobierno aprobó un déficit de gastos equivalente a más del 20% del PIB del país. Esto fue un récord mundial, más del 10 % de déficit de Grecia. Al final el partido en el gobierno no ganó las elecciones, pero dejó un legado de deuda y bajo crecimiento económico, de un increíble 7,3% en el año 2008 a un 3,5% en el año 2010.

Y recuerden, Ghana es un modelo a seguir en África. Imagínense lo que el resto de países que no son tan ejemplares están haciendo.

En la cumbre para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio la canciller alemana, Angela Merkel, dijo que debe existir un equilibrio entre la ayuda ofrecida y el buen gobierno, como condición imprescindible para que se cumplan los OMD.

Desafortunadamente los gobiernos africanos prefieren un desequilibro con más ayudas y menos auditorías o justificaciones. Los países donantes de ayuda deber entender esta realidad y alejarse de los tópicos como los OMD y cumplimientos de objetivos, e insistir a los gobiernos africanos en que deben promulgar políticas que desaten el espíritu emprendedor de los africanos, para crear bienestar y soporte gubernamental nacional a través de los impuestos. Las ayudas pueden quizá apoyar a los gobiernos que ya han empezado este camino, pero no deben dar más ayudas en forma de esperanza que lo único que haga sea perpetuar su estatus quo.

Franklin Cudjoe

Franklin Cudjoe es Director Ejecutivo de IMANI, un Grupo de Analistas de Ghana al que se ha adjudicado el quinto puesto entre los más influyentes en África, por la Foreign Policy Magazine,
También es editor de AfricanLiberty.org.

Tomado de AfricanLiberty.org, Ghana, publicado el 29 de septiembre de 2010.

Traducido por Marta García Cruz, para Fundación Sur.

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