África contará con 2.000 millones de consumidores para 2050. Existe un crecimiento demográfico, así como un crecimiento económico de un 4.6 %. África está impulsando también un libre comercio panafricano que pueda favorecer una mayor integración y colaboración.
EEUU, China, Rusia, India y todas las potencias, siguen aumentando sus inversiones en África. También España está incrementando su presencia en África. Ya existen más de 600 empresas españolas en África subsahariana.
Al mismo tiempo, aumenta el número de personas empobrecidas en África, como aumenta la inseguridad y la desigualdad social. ¿A dónde va a parar la riqueza? El número de personas que viven con 1,90 dólares al día o menos, aumentó en 31 millones entre 2000 y 2015.
La desconexión entre los resultados del crecimiento y los del desarrollo, se deriva de la propia estructura de los sistemas productivos de África, pues la mayoría de las economías africanas dependen de los productos básicos agrícolas no elaborados y de las extracciones mineras con bajo nivel de preparación para procesar los minerales en la región.
Existen otras razones importantes para esta desconexión entre el crecimiento económico de minorías y desarrollo sostenible, como son: las carencias, de inversión integral y trasversal en infraestructuras de producción, salud y educación, la falta de conectividad y colaboración internacional, y la escasez de gobernantes responsables.
Ciertamente hay mejoras en muchos aspectos: la educación, sanidad, inclusión de la mujer en puestos de responsabilidad, participación democrática, etc., según los últimos informes de Bo Ibrahim de 2018.
Lo que sigue importando para la mayoría de los gobernantes y empresarios es: el capital económico, más que el capital humano, social y ecológico, y el desarrollo integral para todos.
África es el continente de las oportunidades, por su población joven y educada, por sus recursos naturales y minerales, por su cultura y por sus valores humanos.
La mayoría de los gobiernos y empresas, locales y extranjeras, explotan y saquean los recursos africanos, pero no invierten en crear infraestructuras para procesar los productos en el país y crear empleo para la juventud.
Vivimos en tiempos de promover la colaboración para beneficio mutuo, y de superar la actitud colonial y cruel del lucro injusto o de la ayuda paternalista.
Es necesario aceptar que solo con la tecnología, sin valores éticos y gobernanza responsable, no podremos resolver los retos sociales y promover una vida digna para todos.
Conseguir que el crecimiento económico, tanto en África como en el resto del globo, se transforme en desarrollo sostenible para toda la sociedad, depende primero de nuestro compromiso personal para cuidar de los demás.
El presente y futuro de nuestro Planeta también está en nuestras manos. Todo dependerá de si somos conscientes y consecuentes de nuestra responsabilidad.
