Piedras, por Chema Caballero

4/11/2010 | Bitácora africana

Ayer viernes el lumah estaba lleno de gente y de productos. Bruno se pasó toda la mañana dando vueltas para comprar dos docenas de cebollas. Yo también fui al lumah a comprar tela morada para hacer los trajes de los monaguillos. Los que tenemos se han quedado pequeños, les quedan por encima de las rodillas, no parecen muy decentes para servir la misa.

Encontré una tela de cortinas, con muchos agujeritos y bordados, más lila que morada, que aquí gusta mucho y se utiliza para hacer trajes, así que compré seis yardas.

De vuelta a casa tenía mucha gente esperando, en su mayoría gente de las aldeas que había venido al mercado y aprovechaba para saludar. Entre los que esperaban estaba Pa Suku, el jefe de Katanene, una aldea por la que paso cuando voy a Kundaia o Kakutala. Nunca me he parado allí y por eso venía el jefe, a preguntarme que qué me ha hecho su gente que nunca iba a saludarles. En las todas las aldeas del alrededor de Katanene están surgiendo comunidades cristianas gracias al celo apostólico de Anthony Bangura, nuestro catequista ambulante, que va de aldea en aldea anunciando el evangelio. Aunque Anthony no sea muy ortodoxo y tenga conatos protestantes de tipo pentecostal en sus manifestaciones religiosas, es incansable en su trabajo. Visita las comunidades católicas, las anima, abre nuevas, ayuda a la construcción de las iglesias. Se pasa las semanas perdido y de pronto aparece con una libreta llena de nombres para demostrarte que está haciendo su trabajo. Lo hace todo de forma gratuita, sin cobrar nada. Lo único que ha pedido es una bicicleta para poder desplazarse. Mientras su familia, en Madina, se las arregla sin él.

Anthony me recuerda a los primeros misioneros, a los que se describen en los Hechos de los apóstoles, siempre de sitio en sitio, siempre predicando, Parte de Madina, sin bolsa, sin un cambio de ropa, y pasa semanas dando vueltas por las aldeas.

Justo pocos minutos después de haber empezado la conversación con el jefe de Katanene, que por cierto me trajo cuatro gallinas de regalo que se llevó Alpha a su casa y que no he vuelto a ver, llegó Anthony y comentó que en Katanene tenemos una comunidad católica con unas cuarenta personas. Yo me sorprendí:

– No es posible le dije- nunca hemos abierto una comunidad católica allí.

– Se me olvidó decírtelo, pero la he abierto yo, nos reunimos una vez a la semana y rezamos y les enseño el catecismo.

– Pues bienvenida sea, si es así como trabaja el Espíritu Santo.
Resumiendo discursos y fórmulas ceremoniosas, lo que Pa Suku me pedía era que construyese una iglesia en su aldea como la que estamos terminando en Kundaia o como las que vamos a comenzar a construir en Kasellen o Kakutala. También me pedía que hablase con Bruno para que una de las clínicas móviles se instale en la zona. En cuando a lo segundo le dije que no descartaba la posibilidad porque es una zona muy aislada y sin ningún servicio médico cercano y que el próximo martes que tenía pensado ir a Kundaia invitaría a Bruno a venir conmigo para que examinase la zona. En cuanto a la primera petición tuve que hacerle todo el discurso de que lo importante es la comunidad cristiana y no el edificio y que hasta que no hubiese una comunidad madura no se plantearía el construir una iglesia allí. Le di esperanzas diciéndole que si la comunidad católica seguía reuniéndose y rezando y crecía entonces podríamos construir la iglesia.

Con eso se fue el jefe contento y yo seguí con mis quehaceres.

Sobre las cinco de la tarde vino Pa Kallie, el Regente, con un grupo de personas diciendo que el jefe de Katanene estaba muy enfermo, que casi no podía respirar y que pedía que le llevasen a morir a su aldea. Me sorprendió mucho la cosa porque por la mañana el jefe estaba de lo más bien, pero llamé a Alpha y le pedí que llevase al jefe a su aldea. Lo primero que preguntó Alpha es si el jefe estaba todavía vivo. Y es que Alpha tiene pánico a los cadáveres, lo pasa fatal cuando tiene que transportar alguno. No me lo explico, con todos los que habrá visto en el campo de batalla.

Alpha llegó tarde anoche de su viaje a Katanene y me dijo que si hoy no teníamos que salir temprano quería ir al entrenamiento de los sábados por la mañana. Le dije que no tenía ningún problema, que esperaría hasta que él terminase de entrenar.

Todos los sábados hay entrenamiento de fútbol de siete y media a nueve de la mañana, por eso Bolo y Kuye llegan tarde a trabajar (no sé si os he dicho que cuando Bolo se convirtió en cocinero oficial de la misión Kuye cogió su puesto para limpiar y lavar. Kuye es el tío de Rambo).

Hoy, como cualquier otro sábado, Bolo llegó un poco después de las nueve de la mañana, pero venía con la equipación de fútbol y una mano en la boca. Parece que en una jugada Timothy le dio un codazo y uno de los dos únicos dientes que le quedan en el frente de la boca se le empezó a mover. Sangraba bastante. Bruno le ajustó el diente y le dijo que se pusiera hielo y le mandó a casa. Así que hoy hemos estado sin cocinero.

A eso de las doce del mediodía acababa yo de echar la pasta en el agua mientras le daba los últimos toques al sugo de tomate, speck, aceitunas y capperi cuando oí los cantos de algunas mujeres delante de la casa. Los cantos se alargaban y Medo vino a llamarme. Al abrir la puerta me encontré delante de los ancianos de Madina con el Regente al frente y detrás de ellos a un grupo de mujeres, cantando y bailando, cada una con una piedra enorme en la cabeza.

Los ancianos pidieron hablar conmigo, mientras las mujeres se quedaban en la puerta, cada una con su piedra sobre la cabeza, cantando y bailando. Una vez dentro de la oficina la delegación me dijo que durante toda la semana la gente de Madina había estado recogiendo piedras (ball stones) de las que utilizamos para los cimientos y para relleno en la construcción, para ayudarnos a terminar de construir la casa, porque una casa como la que estamos construyendo va a hacer que Madina pase de la categoría de aldea a la de ciudad y todos ellos quieren ser partícipes del acontecimiento y por eso, ya que no podía darnos dinero para terminar de construir la casa, nos traían piedras. También dijeron que si necesitábamos más materiales no hacía falta nada más que pedirlos. Las que tenían las mujeres sobre sus cabezas eran sólo una muestra para que Bruno y yo viésemos el tipo de piedras que habían recogido. Las han amontonado en la carretera que va a Kafotorie y sólo tenemos que ir a recogerlas.

Agradecí a los ancianos el esfuerzo hecho y me mostré emocionado ante tanta amabilidad y les pedí a las mujeres que por favor dejasen las piedras de una vez que me estaban dando dolor de cabeza solo verlas cargar con esos pedruscos. Y dicho esto salí corriendo a sacar la pasta porque a mí me gusta al dente y me da mucha rabia que se me pase.

Por la tarde vino a visitarme nuestro parlamentario, P. L., para saludarme ya que hacía tiempo que no nos veíamos y decirme que estos días están poniendo a punto el tractor que tenemos para que esté preparado en el momento en que empiecen las labores agrícolas. Me pareció una muy buena iniciativa y un ejemplo de que esta gente joven que está al frente del chiefdom está tomando iniciativas a favor de su gente.

Más tarde vino la consejera Hawa, toda grande como es ella embutida en unos vaqueros muy estrechos. Después de muchos rodeos y de muchas alabanzas y demás prolegómenos llegó a lo que era el objetivo de su visita, pedir un préstamo, de esos que nunca se devuelven, para poder comprar una moto ya que debido a la falta de movilidad hace cuatro años que no visita las aldeas de su circunscripción electoral. Lo que pasa es que en junio hay elecciones a consejeros de distrito y le está viendo las orejas al lobo. Yo le di largas y le dije que tenía que consultarlo con el obispo, así siempre cuando le diga que no es posible ayudarla puedo decir que es una política de la diócesis y por tanto no quedo mal, que es lo importante en estos casos.

Autor

  • Caballero, Chema

    Chema Caballero nacido en septiembre de 1961, se licenció en derecho en 1984 y en Estudios eclesiásticos en 1995 Ordenado Sacerdote, dentro de la Congregación de los Misioneros Javerianos,
    en 1995. Llega a Sierra Leona en 1992, donde ha realizado trabajos de promoción de Justicia y Paz y Derechos Humanos. Desde 1999 fue director del programa de rehabilitación de niños y niñas soldados de los Misioneros Javerianos en Sierra Leona. En la , desde abril de 2004 compaginó esta labor con la dirección de un nuevo proyecto en la zona más subdesarrollada de Sierra Leona, Tonko Limba. El proyecto titulado “Educación como motor del desarrollo” consiste en la construcción de escuelas, formación de profesorado y concienciación de los padres para que manden a sus hijos e hijas al colegio.

    Regresó a España donde sigue trabajndo para y por África

    Tiene diversos premios entre ellos el premio Internacional Alfonso Comín y la medalla de extremadura.

    Es fundador de la ONG Desarrollo y educación en Sierra Leona .

    En Bitácora Africana se publicarán los escritos que Chema Caballero tiene en su blog de la página web de la ONG DYES, e iremos recogiendo tanto los que escribió durante su estancia en Sierra Leona, donde nos introduce en el trabajo diario que realizaba y vemos como es la sociedad en Madina , como los que ahora escribe ya en España , siempre con el corazón puesto en África

    www.ongdyes.es

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