Petróleo y pobreza

8/07/2008 | Editorial

Todos sabemos que el estallido de los precios del petróleo es una de las causas, quizá la más importante. Nadie duda hoy que esta explosión de los precios de petróleo sea también fruto de la especulación. Los acaparadores de siempre y los nuevos especuladores no dudan en enriquecerse ante situaciones de crisis como la que estamos viviendo. Estos especuladores se aprovechan de las hambrunas que ellos mismos contribuyen a crear, para enriquecerse.

En este mundo globalizado esta situación tiene una repercusión mundial y los que más sufren en estas situaciones son los pobres, los pobres de aquí y sobre todo los pobres de ese mal llamado Tercer Mundo. Los pobres son siempre los primeros explotados. Y lo más triste de esta situación es que muchos de esos países pobres son a su vez productores de petróleo.

Desde el 10 de Octubre del 2003, el Chad forma parte del club de los países productores y exportadores de petróleo. Un oleoducto de más de 1.400 kilómetros, une los pozos petrolíferos del sur de Chad, en el área de Kome, al océano atlántico, en la costa camerunesa, concretamente en la ciudad de Kribi, donde le esperan los barcos petrolíferos para llevar el crudo a refinerías en América y Europa. Se calcula que hoy salen del país unos 220.000 barriles/día.

Los habitantes del sur de Chad esperaban que esta explotación hubiera podido cambiar su mundo de pobreza. Desgraciadamente, no ha sido el caso. Antes vivían en la pobreza, ahora viven en la miseria. Los beneficios se los llevan las compañías petrolíferas en más de un 85%. El resto no se sabe demasiado donde va a parar. O quizá mejor no saberlo.

El nivel de vida de la región, por culpa de los que trabajan en los pozos, y que ganan bien, ha subido enormemente mientras que el poder adquisitivo de la población sencilla queda inmutable. Por otro lado, antes del inicio de la explotación, un litro de gasolina, costaba ya alrededor de un euro. Hoy a pesar de los 220.000 barriles/día exportados, ese litro de gasolina en cualquier poblado o ciudad del Chad cuesta 1,20 euro. El gasóleo es más caro aún.

Es verdad que habría que cambiar el sistema económico mundial. Pero mientras tanto y sin querer hacer la moralina barata, a la hora de analizar la situación por la que atravesamos en nuestro país y en los países ricos en general, tendríamos que pensar un poco más en estos países pobres de cuyas riquezas nos aprovechamos. Por solidaridad con ellos tendríamos que analizar el tren de vida que llevamos con vistas a reducirlo y solidarizarnos así con los pobres de la tierra. Esta actitud solidaria por nuestra parte sería una manera real de respetar la dignidad y la libertad de los pobres

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