Perspectivas políticas de EEUU para África 2008

15/04/2008 | Opinión

La obsesión de la administración Bush por la seguridad y la “guerra contra el terror” ya está aumentando la militarización de la política de los Estados Unidos en África, en 2008. En su último año en el cargo, el Presidente George W. Bush no dudará falsamente en continuar promoviendo las políticas económicas que agravan las desigualdades mientras que quiere salvar su legado como un compasivo conservador con un apoyo retórico a abordar la cuestión de los derechos humanos como el conflicto de Sudán y la continua promoción de su iniciativa unilateral para el VIH/Sida. La tercera punta de la política de los Estados Unidos en África, en 2008, será la incesante y continuada persecución de los recursos naturales africanos, especialmente el petróleo, con claras consecuencias para la política militar y económica de Estados Unidos.
En este año de elecciones, el Gobierno de los Estados Unidos adoptará una postura mixta frente a las elecciones en África, defendiendo los ideales democráticos o mirando para el otro lado, dependiendo de las alianzas militares, económicas y políticas. El cambio climático será un tema candente en los debates electorales de Estados Unidos, pero no es probable que se mencionen las devastadoras perspectivas medioambientales para África y mucho menos que sean algo de lo que se vayan a ocupar en la política de los Estados Unidos para África, de este año.

Ayuda militarizada
Estados Unidos ha aumentado enormemente su actividad militar en África desde 2002. El representante Donald Payne, (D-NJ), presidente del subcomité sobre salud global y en África en la oficina del comité de Asuntos Exteriores, y muchos otros han descrito esta tendencia como la “militarización de la ayuda de Estados Unidos a África”. La cantidad total de inversiones de Estados Unidos en venta, financiación y entrenamiento militar en ocho países africanos considerados particularmente estratégicos para la “guerra contra el terror” ha aumentado de cerca de 40 millones de dólares en los cinco años desde 1997 hasta 2001 a más de 130 millones de dólares, entre 2002 y 2006.
Según un informe publicado en mayo del 2007 por el Servicio de Investigación del Congreso, Estados Unidos ha establecido recientemente programas militares, antiterroristas y de inteligencia en docenas de países africanos. La fuerza de trabajo conjunto combinada para el Cuerno de África, CJTF-HOA) ha estado utilizando el campamento Lemonier en Yibuti, como base principal de Estados Unidos para sus actividades anti terroristas en alta mar y en la región, desde octubre de 2002. En enero de 2007, el ejército anunció que el campamento Lemonier se ampliará de los actuales 97 acres de extensión a más de 500 acres.

Bajo la iniciativa Transahariana anti terrorista, TSCTI, el Pentágono ha proporcionado 500 millones de dólares para aumentar la capacidad de seguridad de las fronteras y combatir el terrorismo a Mali, Chad, Níger y Mauritania. El Programa para las Operaciones de Contingencia Entrenamiento y Asistencia en África, ACOTA, ha proporcionado armas pequeñas y entrenamiento a las operaciones de mantenimiento de la paz de Benín, Botsuana, Costa de Marfil, Etiopía, Gabón, Ghana, Kenia, Malaui, Mozambique, Nigeria, Senegal, Suráfrica, Uganda y Zambia.
Ahora en el Golfo de Guinea están presentes casi continuamente patrullas navales estadounidenses, de casi ninguna actividad en 2004. Actualmente, la marina controla los países desde Guinea hasta Angola. El Departamento de Defensa también ha realizado acuerdos sobre el acceso a las bases aéreas y puertos en las limitadísimas instalaciones de África, mantenidas por las fuerzas de seguridad locales en Gabón, Kenia, Mali, Marruecos, Namibia, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Túnez, Uganda y Zambia.

El papel del sector privado
Unos vínculos militares cada vez más profundos de Estados Unidos con el continente africano son perfectamente visibles tanto en el sector oficial como en el sector privado. Desde 2002, el Programa militar y de Entrenamiento Internacional de Estados Unidos, IMET, ha invertido aproximadamente 10 millones de dólares al año para entrenar al personal militar africano, y el presupuesto del ejercicio 2008 solicita aumentar esta suma a 13.7 millones de dólares. Al mismo tiempo, bajo la supervisión del Departamento de Estado, las ventas comerciales de los fabricantes estadounidenses supusieron 281 millones de dólares en armas y equipamiento militar entre los ejercicios 2006-2007, sólo a Argelia. Estas autorizadas ventas comerciales al África Subsahariana eran de tan solo 900.000 dólares en el año 2000, pero para el ejercicio 2008, se calcula que van a alcanzar los 92 millones de dólares, un 80 % más que en 2006. En el presente, Estados Unidos tiene acuerdos para emplazamientos de cooperación en seguridad, los CSL, con cinco países africanos, que ahora mismo ya están operativos en Entebbe, de Uganda; Libreville, de Gabón; Accra, de Ghana; Dakar, de Senegal y Lusaka de Zambia. También hay un nuevo centro fusionado de inteligencia entre Uganda y Estados Unidos, a las afueras de Kampala, en Uganda.
Este aumento no ha pasado desapercibido. Algunos grupos preocupados de la sociedad civil de Estados Unidos y por todo el continente Africano, han expresado un temor persistente ante el peligro potencial de este cambio y la ausencia de cualquier responsabilidad para rendir cuentas en el proceso. La gobernabilidad democrática, el desarrollo sostenible y los derechos humanos son cuestiones muy serias en muchos países de África, pero en las últimas décadas se ha alcanzado un progreso más que considerable por parte de activistas, defensores y organizaciones de la sociedad civil. La militarización de la ayuda en África podría inclinar aún más la pendiente de esta batalla ya de por sí cuesta arriba por la justicia social, política y económica en el continente.

La militarización de África se produce cuando menos puede permitírsela el continente. Un informe de Oxfam sobre conflictos armados en África, publicado en octubre, estima que el coste de los conflictos a expensas del desarrollo del continente durante un periodo de 15 años ha sido de casi 300.000 millones de dólares. Según este estudio, entre 1990 y 2005, 23 países africanos estaban involucrados en conflictos y, de media, esto le costaba a las economías de África unos 18.000 millones de dólares al año. Según estas cifras, el coste del conflicto fue igual a la cantidad de dinero recibido en ayuda, durante el mismo periodo.
La cuestión fundamental para muchos es si los Estados Unidos utilizarán esta incrementada presencia militar para apoyar la libertad, autodeterminación, crecimiento, prosperidad y depuración de responsabilidades en beneficio de la mayoría de los casi mil millones de personas en África, o si esta nueva iniciativa servirá en su lugar para supervisar a naciones sucedáneas cuyos líderes rindan cuentas antes que nada ante los intereses económicos y de seguridad de los Estados Unidos.

La inspiración del AFRICOM
Esta creciente militarización de la política de Estados Unidos en África seguro que va a aumentar enormemente en 2008, ya que Estados Unidos se ha lanzado a toda velocidad hacia la puesta en marcha del aún poco definido Comando África de Bush, AFRICOM. Mientras que parece que el AFRICOM es un acuerdo cerrado, con una solicitud de presupuesto de 389 millones de dólares para el ejercicio 2009, las explicaciones y justificaciones públicas sobre el mismo solo pueden ser descritas como seriamente confusas si no francamente evasivas.
En octubre de 2003, James Jay Carafano y Nile Gardiner, ambos de la Fundación Heritage (patrimonio), un comité de expertos conservador, propusieron a la administración Bush la creación de un comando centralizado en África para el ejército de Estados Unidos. La propuesta Carafano/Gardiner deja claro que el objetivo es preservar el acceso de Estados Unidos al petróleo africano y otros recursos naturales del continente. África produce el 90 % del cobalto mundial; el 64 % de su manganeso; el 50 % de su oro; el 40 % de su platino; el 30 % de su uranio; el 20 % del petróleo total; el 70 % del cacao; el 60 % del café; más del 80 % del coltán y el 50 % del aceite de palma. El informe Heritage también destaca la importancia estratégica de África en la guerra global contra el terrorismo. Esta propuesta resonó con la administración Bush.

¿Motivos altruistas?
AFRICOM comenzó las operaciones iniciales en octubre de 2007, con el cuartel general temporal en Stuttgart, Alemania. Pero muy parecido a lo que ocurrió hace 150 años, cuando los países occidentales argumentaban que su intención real en África era llevar la libertad y los ideales democráticos al continente, la administración Bush ha intentado convencer a los escépticos en África y en cualquier otra parte de que AFRICOM tiene como fines últimos motivos altruistas.
La estructura planeada de AFRICOM pondrá el trabajo humanitario, que antes hacia el departamento de Estado y la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos, USAID, bajo la directiva del Departamento de Defensa, DOD. Para los grupos de la Sociedad civil africanos y de Estados Unidos, incluso para los críticos con el AFRICOM en el Congreso, la administración Bush ha aclarado que el Departamento de Estado seguirá siendo responsable de la diplomacia y el desarrollo, mientras que AFRICOM apoyará a la USAID y a otras organizaciones humanitarias en la prestación de ayuda y la asistencia humanitaria. La administración Bush sugiere que habrá más supervisión civil del AFRICOM que de cualquier otro comando militar. Aún así es difícil ver cómo la política africana no estará dirigida por acuerdos militares en oposición a una asociación genuina, si el Departamento de Estado y la USAID se sitúan bajo la supervisión del Departamento de Defensa en el AFRICOM.
Los comandos militares simplemente no están diseñados para realizar labores humanitarias. Para los funcionarios de la comisión y el Departamento de Estado, el trabajo humanitario nunca vencerá a los objetivos militares. Esta realidad fue claramente ilustrada en Iraq, cuando el Departamento de Estado y los grupos humanitarios fueron sencillamente eliminados de las discusiones sobre los planes de organizar la invasión y sus secuelas. AFRICOM parece que va a seguir una trayectoria similar.

Estados Unidos va diciendo a los Gobiernos africanos que AFRICOM es simplemente la restructuración de los programas africanos que actualmente están divididos entre las unidades militares globales estadounidenses ya existentes del Comando Europeo, EUCOM, el Comando Central, CENTCOM, y el Comando Pacífico, PACOM. El general William Ward, el comandante designado para el AFRICOM, argumentó a favor su nuevo comando, en una reunión con los líderes de la Unión Africana, en Addis Abbeba, a principios de noviembre, que los Estados Unidos tienen un interés nacional por ayudar a “estabilizar” África. “Venimos y hacemos cosas para ayudar a nuestros compañeros africanos a aumentar su capacidad, y su habilidad para propiciar un ambiente estable, aquí en África”, declaró. Cuando se le preguntó si AFRICOM era “simplemente una militarización del continente”, él respondió, “eso es absolutamente falso, ese no es el caso”. Su respuesta, por supuesto, se contradice con la realidad de la creciente militarización de la política exterior de Estados Unidos en África, durante los últimos cinco años.

Soldados de la fortuna
AFRICOM está siendo vendida en ‘Soldado de la Fortuna’ y otras publicaciones de contratistas de la industria militar privada como una llave de paso a un mercado de trabajo de abundantes recursos. En Iraq, los contratistas empleados por el Gobierno de Estados Unidos, no eran responsables ante nadie, lo cual resultó en gravísimas violaciones de los derechos humanos. Es razonable sentir preocupación por que los mercenarios y otros contratistas empleados para desempeñar los trabajos de AFRICOM sigan pautas similares.
Las voces de la sociedad civil africana y de los Gobiernos elegidos democráticamente deben ser escuchadas y tenidas en cuenta a la hora de decidir sobre el emplazamiento del AFRICOM y su rol en África. Hasta el momento, sólo Liberia ha apoyado públicamente esta iniciativa. Otras naciones y organismos regionales como la Comunidad para el Desarrollo del África del Sur, SADC, han expresado su profunda preocupación sobre la cada vez más intensa presencia militar del ejército de Estados Unidos en suelo africano.

Es importante para los defensores de África en los Estados Unidos mantenerse en solidaridad con las voces de la sociedad civil africana en el continente cuestionando no sólo la existencia del AFRICOM sino también intentando lograr cambios importantes para los programas propuestos. AFRICOM debería desacoplar el Departamento de Estado de Estados Unidos y la USAID del Departamento de Defensa para asegurar que la política de Estados Unidos en África estará regida por la diplomacia, el desarrollo y la asociación genuina, no por el compromiso militar. Deben establecerse claramente las líneas de responsabilidad y mecanismos de trasparencia no sólo para el AFRICOM sino también para cualquier contratista militar privado empleado por los Estados Unidos en África, para asegurar la protección del imperio de la ley, la democracia y los derechos humanos en el continente. Los fondos para el AFRICOM y el aumento de la militarización de la ayuda y el compromiso en África debería ser re direccionado para que sirva a una agenda global que promueva simplemente la seguridad mediante el apoyo a un desarrollo sostenible, una mayor cancelación de la deuda a los países empobrecidos de África, y financiar completamente la lucha contra el SIDA/VIH y otros retos de la salud en el continente.

AFRICOM plantea más cuestiones que la administración Bush puede contestar en este punto. ¿A quién pretende estabilizar Estados Unidos introduciendo más equipos militares y aprobando más ventas de armas en la región? Si la gente está protestando por prácticas empresariales injustas en los territorios cercanos a las compañías petroleras, ¿Utilizará Estados Unidos la fuerza, o promoverá la utilización de la fuerza por parte de las unidades militares africanas, para proteger estos recursos de las compañías? ¿Serán responsables de sus actos los soldados norteamericanos ante los Gobiernos africanos o ante sus ciudadanos? ¿Hasta qué punto empleará mercenarios y otros contratistas privados el ejército de Estados Unidos en África? ¿Imperarán los intereses económicos de Estados Unidos frente al estado de derecho, la democracia y la depuración de responsabilidades en África? Las respuestas a estas preguntas ayudará mucho para determinar si AFRICOM constituye una solución a un cuestión burocrática de una región dividida entre otros comandos militares globales o si es en realidad probable que incite a nuevos conflictos.

Kenia
Sólo estamos en febrero, pero las recientes revueltas en la hasta ahora estable Kenia traen la política estadounidense en África en 2008 a la palestra. El interés de Estados Unidos en Kenia está de sobra demostrado. El rol de Kenia como centro de manufactura y financiero para el este de África hace de ella un socio atrayente para los inversores de Occidente. La situación geográfica del país, que hace frontera con Somalia, un estado en ruinas, también atrae los intereses de seguridad de Estados Unidos, especialmente dado el firme apoyo del Presidente Mwai Kibaki a la guerra contra el terror de la administración Bush. Por lo tanto no es ninguna sorpresa que en un principio los Estados Unidos respondiesen ante los dudosos resultados electorales y la inmediata toma de juramento del cargo de Kibaki para su segunda legislatura, pidiendo a los keniatas que “aceptasen los resultados publicados… con calma”.

Una vez que fue evidente que las elecciones habían sido sucias, varios oficiales estadounidenses dieron marcha atrás y se metieron en un torpe juego de palabras con respecto a lo que se había querido decir en realidad. Pero todos en África vieron la campaña de apoyo de Estados Unidos a Meles Zenawi cuando él también se declaró vencedor de las elecciones en Etiopía en 2005, a pesar de las arrolladoras pruebas de que él y su Frente Revolucionario Democrático del Pueblo de Etiopía, EPRDF, había perdido estrepitosamente. Zenawi, inmediatamente tomó medidas represivas contra la oposición y murieron al menos 200 personas y 700 resultaron heridas. El EPRDF nunca renunció al control del poder y dos años más tarde las tropas de Zenawi, con el respaldo de los Estados Unidos, invadieron Somalia.
El apoyo de los Estados Unidos a regímenes favorecidos ilegítimos, como el de Zenawi en Etiopía y la inútil y contradictoria respuesta diplomática de Estados Unidos a las chapuceras elecciones de Kenia es un riesgo a animar a los líderes del continente a ignorar el bien de sus ciudadanos cuando tienen apoyo internacional. ¿Son estos dos ejemplos un presagio de la respuesta que dará el AFRICOM dará a las impugnaciones de las elecciones en África?

Otras elecciones
En 2002, Kenia parecía un brillante ejemplo de las posibilidades de democracia y la genuina aparición de la libertad y la estabilidad real, después de que Kibaki, que había sido frecuentemente crítico con el Gobierno, fue elegido en una pugna considerada justa y libre. El espectáculo de Kenia sumida en la inestabilidad es ciertamente preocupante para otros movimientos democráticos por todo el continente en un año en el que se verán varias elecciones africanas importantes, que pueden experimentar las malas influencias de la militarización de los Estados Unidos.

El tradicionalmente adversario de Estados Unidos, pero que ahora es un nuevo país amigo petrolero y socio militar, Angola, tendrá sus primeras elecciones legislativas en septiembre. La mitad del país, que se ha registrado para votar en las esperadas elecciones como ciudadanos, espera dar la bienvenida a una nueva era de democracia multipartidista, tras la guerra civil de Angola que duró 27 años y que terminó en 2002. Las elecciones legislativas estaban previstas inicialmente para 1997. Unas elecciones presidenciales se celebrarán al año siguiente. El grupo de la oposición de Angola, la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola, UNITA, ha acusado al Gobierno de haber retrasado las elecciones deliberadamente. Las operaciones militares de Estados Unidos en Angola han estado aumentando a pasos agigantados desde 2002, con un incremento en la venta de armas de más del 1.000 % y en los acuerdos de formación y seguridad con la marina de los Estados Unidos dentro de los actuales programas internacionales militares y de entrenamiento.

Los líderes de la dividida Costa de Marfil, pretenden celebrar unas largamente esperadas elecciones en la primera mitad de 2008. Los rebeldes han controlado la mitad norte del país del África Occidental, el mayor productor de cacao del mundo, desde la guerra civil de 2002-2003, pero el Presidente Laurent Gbagbo, y el antiguo líder rebeldes Guillaume Soro, que se convirtió en el Primer Ministro en abril de 2007, se pusieron de acuerdo en marzo de 2007 para poner en marcha un proceso de desarme, reunificación y para la organización de las elecciones. Muchos observadores, tanto de dentro como de fuera del país, han expresado su preocupación por el progreso tan lento en lo que se refiere a los aspectos prácticos de este acuerdo y temen que las elecciones de pospongan de nuevo.

A pesar del hecho de que los Estados Unidos han apoyado tan claramente a los regímenes antidemocráticos cuando han servido a los intereses militares, económicos o políticos de los Estados Unidos, el país asegura que está trabajando intensamente por la democracia en Zimbabue. Aunque algunos dentro de la administración Bush parecen estar dándose cuenta de que el manifiesto compromiso de los Estados Unidos en Zimbabue ha sido contraproducente, Estados Unidos han estado intensificando las sanciones y ha aumentado la financiación a los grupos de la oposición. Esta presión económica para un cambio de régimen no sólo refuerza la acusación de Robert Mugabe contra las fuerzas extranjeras por la crisis económica actual, sino que tiene el potencial de socavar la legitimidad de la oposición tanto ahora como cuando alcancen el poder, si lo logran.

Estados Unidos debe cesar y desistir de su compromiso antagónico y unilateral y dar un paso atrás en su lugar, para trabajar con otros elementos de la comunidad internacional, para desarrollar un compromiso multilateral. Las políticas de Estados Unidos deberían facilitar la unión de los actores regionales como la Comunidad de Desarrollo del África Austral y la Unión Africana con las agencias internacionales para promover el proceso democrático, un proceso de reforma constitucional nacional y popular, justicia económica y derechos humanos.

A finales de 2007, ha ocurrido un gran cambio en el panorama político de Suráfrica, cuando el Congreso Nacional Africano, ANC, confirmó a Jacob zuma, como su candidato para las elecciones presidenciales de 2009. Dada la arrolladora fuerza del ANC, Zuma será el claro favorito para ganarlas. Aún así, el 2008, será un año importante en la carrera a las elecciones en Suráfrica.

Los múltiples conflictos de Sudán
Puede que de todas las elecciones que se aproximan en África, las más interesantes para Estados Unidos sean las de Sudán. El Acuerdo de Paz Global, CPA, de 2005, gestionado por Estados Unidos y albergado por Kenia, terminó con la guerra civil entre el norte y el sur y declaró que el año 2009 presenciará unas elecciones generales en Sudán sin precedentes y controladas internacionalmente. En 2008 se determinará si estas elecciones son una posibilidad real. Con la violencia mortal contra la población civil ha sacudido Darfur en el 2007, han surgido serias fracturas en el acuerdo de paz entre el norte y el sur. La completa implementación de todas las provisiones del CPA, incluyendo un censo a nivel nacional, para prepararse para las elecciones de 2009 es muy importante para el proceso de democratización de Sudán y para alcanzar la paz y el desarrollo para toda su población.

Sin embargo, hay pocos indicadores de que el régimen del Partido de Congreso Nacional, NCP, del Presidente Omar Al Bashir, en Jartum, tenga intenciones de permitir que peligre su permanencia en el poder, e intentará retrasar el proceso de las elecciones tanto como pueda, a menos que tenga que enfrentarse a una presión creíble de la comunidad internacional. Si no se lleva a cabo un censo legítimo y no se establece una comisión electoral que opere en 2008, se asestará un serio golpe tanto al CPA como a la posibilidad de la gente del sur de esperar al referéndum de 2011, que determinará si el Sur permanece unido al norte de Sudán o si optará por la separación.

Esta elección será de un especial interés porque Estados Unidos ha tomado una fuerte postura retórica contra el Gobierno sudanés con respecto a Darfur, mientras que simultáneamente mantiene firmes relaciones militares y de inteligencia con Jartum, incluyendo venta de armas y entrenamiento militar oficial. El 31 de diciembre, Bush firmó una ley para ser aprobada de desvinculación y prometió poner sanciones contra el Gobierno de Sudán. Por primera vez, la administración Bush parece que se ha vuelto más comprensiva, al menos en sus comunicados públicos, en su postura frente a Sudán.

Nueva enviada
La Secretaria de Estado, Condoleezza Rice juro como la nueva enviada espacial para Sudán de Estados Unidos en Richard Williamson, el 7 de enero y al día siguiente publicó un comunicado en el que comprometía a los Estados Unidos a apoyar las implementaciones del Acuerdo Global de Paz de 2005, CPA, el despliegue de una fuerza de mantenimiento de la paz efectiva en Darfur y el compromiso diplomático necesario para apoyar un diálogo político serio entre los principales actores interesados de las dos regiones. Desafortunadamente, en los últimos años, hemos visto a la administración Bush utilizar una poderosa retórica que en realidad no quería decir nada a la hora de la verdad y enmascaraba acciones diplomáticas insuficientes o contradictorias de Estados Unidos.
El comunicado de Bush dice que el CPA, “establece el trabajo preliminar para una paz duradera y de unidad para todos en Sudán”, un sentimiento que es promovido popularmente por gente como los políticos y los abogados. El diálogo de Africa Action con los sudaneses en cada región del país desvela que el CPA, aún siendo un acuerdo importante que debe ser implementado, no debería ser presentado como un modelo exacto para todos los demás acuerdos. Las circunstancias son diferentes en cada región y todos los nuevos procesos de paz deben ocuparse tanto de las características únicas regionales como de evitar repetir algunos de los errores del CPA, siendo más inclusivos, más participativos, y más transparentes frente a la población sudanesa en general.

Estados Unidos debe también continuar con el compromiso diplomático una vez que se hayan firmado los acuerdos de paz, para asegurarse de que se cumplen los plazos de las implementaciones. El proceso real de paz y justicia se produce después de que hayan concluido las negociaciones políticas, cuando los acuerdos se ponen en práctica.
Si la administración Bush es seria en su compromiso con una política comprehensiva y productiva en Sudán, debería priorizar estas áreas antes que su “guerra contra el terror”. Debe utilizar su influencia sobre Sudán para una pronta y total implementación del CPA. En Darfur, debe utilizar su poder de influencia en la comunidad internacional para resolver los asuntos pendientes del comando de Naciones Unidas y del control de la fuerza híbrida de mantenimiento de la paz de la Unión Africana y la ONU, conocida como UNAMID y asegurarse de que esta fuerza se despliegue y cuente con todos los medios necesarios. Estados Unidos y la Comunidad Internacional no deben permitir a Jartum que vete la contribución de tropas de otras naciones del mundo. Las tensiones con Chad están volviéndose cada vez más tensas, en la frontera del oeste de Darfur, y los Estados Unidos deben empezar a adoptar una perspectiva regional cuando se ocupe de este conflicto.
Hay más de 8.000 helicópteros entre los países de la OTAN, muchos de ellos que podrían pasar la prueba de calor y altura necesarios para trabajar en el calor extremo de Darfur y con altos niveles de polvo. Darfur necesita al menos 70 de estos, pero los países donantes se resisten a dárselos, argumentando que no tienen los helicópteros o que están nerviosos por los asuntos de comando y control de la UNAMID. Los Estados Unidos tienen la oportunidad de financiar la provisión de estos helicópteros por parte de otros países de la OTAN así como de ejercer la influencia necesaria entre los líderes internacionales para asegurarse el comando y control de la fuerza de la ONU. Por multitud de razones, las tropas de Estados Unidos en Darfur no son ni políticamente posibles no prácticamente deseables. Sin embargo, puede haber maneras para que Estados Unidos presten a las Naciones Unidas los helicópteros y otros vehículos de apoyo, que son esenciales para la UNAMID.

El despliegue y apoyo de la UNAMID debe ir codo con codo con los esfuerzos renovados para construir un proceso de paz inclusivo y participativo para la región de Darfur y el norte de Sudán, donde están surgiendo nuevos conflictos. El Tribunal Penal Internacional debe tener apoyo internacional completo para llevar a cabo su importante trabajo de depuración de responsabilidades en los muchos conflictos de Sudán.

El cuerno de África
La primacía de los intereses de seguridad de los Estados Unidos y la militarización del Cuerno de África ha hecho mucho por el aumento de la desestabilización de la ya volátil región. Como parte de la operación Libertad Duradera de la Iniciativa Antiterrorista Transahariana, los barcos de la Marina Estados Unidos han intervenido en varios ataques militares en Somalia. Más de mil personas han muerto desde que los aviones de guerra de los Estados Unidos bombardearon las ciudades del sur de Somalia y más de medio millón de personas han huido de la erupción de la violencia en Mogadiscio, para vivir en campos de refugiados. Los Estados Unidos se han aliado con el impopular y represivo Presidente de Etiopía, Meles Zenawi, y han orquestado la invasión de Somalia por parte de las tropas etíopes. Parece que lo que ha logrado todo esto es poco más que otra crisis de derechos humanos y humanitaria con cientos de miles de desplazados internos, un número desconocido de refugiados en los países vecinos e informes regulares llamando la atención sobre la brutalidad de las violaciones, apaleamientos, fusilamientos y ataques de artillería indiscriminados por parte de todas las facciones en conflicto, dentro y fuera de Mogadiscio.
Este ejercicio ha debilitado considerablemente a Etiopía, en la todavía no resuelta disputa por la frontera con Eritrea (a pesar de la decisión de una Comisión de Frontera entre Etiopía y Eritrea, en 2002, que el Gobierno de Etiopía se niega a reconocer, incluso después de que ambos países hubieran prometido en repetidas ocasiones que la decisión de la comisión sería obligatoria y final). La acción de Etiopía también ha enfadado e inspirado a los de etnia somalí en Etiopía, en la región de Ogadén. Dada la, cada día más, complicada y tensa realidad en el Cuerno de África, hoy sería interesante ver si los oficiales americanos creen que la política de los Estados Unidos en la región ha conseguido alguno de sus objetivos antiterroristas. Irónicamente, sólo en el no reconocido internacionalmente, pero claramente democrático estado de Somaliland, (conocido como el noroeste de Somalia), hay paz.

La Región de los Grandes Lagos
La Región de los grandes Lagos del este de África es otro centro de conflicto donde es importante un intenso esfuerzo diplomático de los Estados Unidos, más que compromisos militares. A pesar de las esperanzas despertadas por las elecciones presidenciales democráticas de diciembre de 2006, las luchas entre las fuerzas del Presidente de la República Democrática del Congo, Joseph Kabila y los grupos rebeldes han aumentado desde mayo de 2007, cuando fracasaron los intentos de integrar a los insurgentes liderados por Laurent Nkunda en el ejército nacional. La crisis humanitaria alimentada por esta contienda civil, especialmente en la provincia del este del país, Kivu, ha sido verdaderamente asombrosa. Según un informe de enero del grupo humanitario Comité Internacional de Rescate, IRC, en la República Democrática del Congo se producen alrededor de 45.000 muertes relacionadas con el conflicto por mes, un 60 % más de mortandad que en otros países africanos de pobreza similar.

La situación en el norte de Uganda ha tenido una tendencia más positiva durante 2007, con un importante decrecimiento en la violencia relacionada con el Ejército de Resistencia del Señor, LRA, y el relanzamiento del proceso de paz de Juba. Todavía, la complicada política interestatal y el impredecible comportamiento de líderes rebeldes como Joseph Kony muestran que una implicación internacional sostenida de alto nivel es muy importante para la resolución diplomática de esta crisis. Los Estados Unidos deben apoyar las negociaciones políticas multilaterales que abordan las diferentes dimensiones de los múltiples conflictos de la región para que la paz y la estabilidad sean sostenibles en cualquiera de los países de los Grandes Lagos y en la República Democrática del Congo en total. El futuro de Sudán también depende en parte del éxito de los esfuerzos internacionales para resolver pacíficamente el conflicto del norte de Uganda, ya que los nuevos ataques del LRA en el Sur de Sudán podrían hacer descarrilar la completa implementación del CPA (Acuerdo Global de Paz). La inestabilidad poselectoral de Kenia, un país que históricamente ha absorbido refugiados y albergado las negociaciones políticas de los conflictos de todo el este de África, hace que sea muy importante la priorización de las soluciones diplomáticas regionales de estos conflictos.

La política económica de Estados Unidos para África
Mientras que la política de Estados Unidos para África cada vez está más militarizada, la agenda económica de los Estados Unidos y los asuntos de energía le siguen de cerca. Durante la Guerra Fría, la competición de Estados Unidos con la Unión Soviética llevó a la toma de unas desastrosas decisiones políticas para el pueblo africano, que atrofiaron el desarrollo de la democracia y minaron las economías. La política de Estados Unidos en África corre el riesgo de repetir este histórico error al competir contra China por los recursos naturales africanos.
Los Estados Unidos seguirán priorizando la liberalización del mercado y el desarrollo de estrategias que favorezcan la inversión estadounidense y a sus compañías. Los programas de reestructuración económica respaldados por Estados Unidos que salen de las Instituciones internacionales financieras, insisten en reducir la soberanía económica africana, ya que los líderes se ven forzados a cumplir con límites a los presupuestos y privatizaciones prescritas para poder ser elegidos como beneficiarios de nuevos préstamos y con la esperanza de que se les cancele la deuda.

Un gran impedimento para la liberalización de las economías africanas por las restricciones de un sistema financiero internacional injusto sigue siendo el liderazgo del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, FMI. Estas dos instituciones estrenaron nuevos líderes en el año 2007, con el antiguo representante especial para el comercio de los Estados Unidos, Robert Zoellick, haciéndose cargo de la dirección del Banco, reemplazando a el desacreditado Paul Wolfowitz y el antiguo Ministro de Finanzas francés, Dominique Strauss Kahn, convertido en el director general del FMI. Las dos instituciones siguen sufriendo la crisis de la legitimidad internacional. Los historiales anteriores y las acciones oficiales de los nuevos líderes hasta el momento indican que cada una de las organizaciones pretende continuar con las cosas como siempre, sirviendo a los intereses de los Estados Unidos y otros estados miembros ricos, ideológicamente definidos.

Como el año 2008 es un año electoral en los Estados Unidos, el calendario legislativo será corto, aún así el Congreso tiene la oportunidad de dar grandes pasos este año en concordancia con los compromisos retóricos del Gobierno de los Estados Unidos para promover genuinamente el desarrollo humano en África. Las oportunidades para un cambio efectivo de políticas están en dos áreas principalmente: en la cancelación de la deuda ilegítima de África, y en los programas estadounidenses para la lucha global contra el VIH/Sida.

Proceso presupuestario
El proceso presupuestario del Gobierno de Estados Unidos para el año fiscal de 2009 es va a tener un comienzo contencioso, en parte por los enormes costes de las guerras en Iraq y Afganistán y por el inminente descenso de la economía nacional. En este caldeado ambiente, los programas de ayuda al extranjero de cualquier tipo pueden ser vulnerables, incluyendo los programas de desarrollo de los Estados Unidos, tan importantes para el desarrollo humano en África. A pesar de las repetidas promesas de los países ricos de dar el 0,7 % de su producto interior bruto para ayuda al desarrollo, ninguno de esos países se acerca siquiera a esa cifra, y los Estados Unidos continúan estando entre los últimos puestos en la lista de los países donantes de ayuda oficial al desarrollo en todo el mundo. A mitad de camino hacia la fecha límite de 2015, el África subsahariana está logrando el menor progreso en desarrollo de todas las regiones del mundo y no está cumpliendo las etapas para alcanzar los Objetivos del milenio.

Las propuestas de la administración Bush para la ayuda externa en el año fiscal que viene todavía están lejos de los que los Estados Unidos pueden y deben hacer. Nada puede ejemplificar esto mejor que el falso anuncio de Bush, en mayo de 2007, sobre duplicar los fondos para los programas internacionales de lucha contra el VIH/Sida, hasta alcanzar los 30.000 millones de dólares a lo largo de los próximos cinco años. En el año actual, 2008, Estados Unidos está gastando en los programas globales de lucha contra el VIH/Sida un total de 6.000 millones de dólares. Una duplicación verdadera del actual nivel de financiación será llegar a los 12.000 millones de dólares al año, o 60.000 millones de dólares a los cinco años. En realidad, la propuesta de Bush lograría unos fondos planos que no podrían cubrir la demanda siempre en aumento para programas de prevención, tratamiento y atención del VIH/Sida en todo el mundo, haciendo que en general decrezca el porcentaje de gente con tratamiento, subvencionado por los programas globales de Estados Unidos.

Transparencia comercial
Las perspectivas de progreso en la Organización Mundial de comercio, son malas, el encuentro en 2008, así como la lucha de la ronda de Doha sobre negociaciones comerciales no parece que puedan salvar ni la esperanza de reformar el sistema de comercio global para promover la relación de igualdad entre el norte y el sur y el desarrollo económico en África y otras regiones marginales.

El mandato constitucional para que la autoridad de “rápida implementación” de Bush pueda hacer pasar los acuerdos de libre comercio sin la aprobación del Congreso, ha expirado en julio de 2007, pero el Congreso se ocupará de los programas firmados antes de esta fecha, según el proceso de “rápida implementación”, como ocurrió con el acuerdo bilateral de libre comercio entre Estados Unidos y Perú, aprobado en diciembre. Desde que se rompieron las negociaciones de la zona de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión de Aduanas del África Austral, SACU, en 2006, las negociaciones bilaterales han sido la principal manera de intentar conseguir la liberalización del mercado por la administración Bush en África, una tendencia que parece que va a seguir así.

El reto de esta dinámica es que el Representante de Comercio de Estados Unidos, USTR, se ha visto capacitado para haber negociado a puerta cerrada con los representantes de países de todo el continente que han dado como resultado algunos compromisos de mercado, pero desde que estas discusiones no constituyen técnicamente un acuerdo formal de libre comercio, el USTR no ha estado obligado a dar explicaciones ante el congreso, manteniendo así al publico fuera del proceso de forma efectiva. Esta falta de transparencia es problemática para las organizaciones de la sociedad civil de Estados Unidos y de África que desean participar en asuntos como los subsidios o los derechos de propiedad intelectual, al igual que la influencia que tienen en el acceso a los tratamientos para el VIH/Sida.

Estados Unidos es el mercado de un solo país más grande de África, al que llega casi un tercio de las exportaciones totales de la región africana. El petróleo supone tres cuartas partes de esas exportaciones a Estados Unidos, y el impacto continuado tanto del Acta de Crecimiento Africano y de Oportunidades, AGOA, como del AFRICOM pretende que esta participación no haga más que aumentar.
Entre los temores por el declive económico, el discurso de Estados Unidos se ha alejado de apoyo generalizado del libre comercio, ya que candidatos presidenciales tan disparatados como John Edwards o Mike Huckabee intentaron vender su apoyo a la “creación de un mercado justo”. Sin embargo, la primera fuente de esta retórica popular tiene que ver con la pérdida de puestos de trabajo en el propio país y la economía de Estados Unidos. Combinada con la adhesión continuada de la administración Bush a buscar la liberalización del mercado a través de negociaciones bilaterales del USTR, esto significa que las reformas de comercio de Estados Unidos que aparentemente pretenden corregir las desigualdades globales en cuestiones de comercio, no parece que vayan a estar presentes en las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y África, sin que exista un esfuerzo significativo por parte de los defensores de las mismas.

Deuda: Oportunidades y amenazas
El Acta del jubileo, un proyecto de ley que llevará a la cancelación del 100 % de la deuda de 67 países empobrecidos, sin las condiciones destructivas de la economía y la política que había en las iniciativas previas de reducción de la deuda, está logrando apoyo bipartidista tanto en la casa de los representantes como en el Senado. Si llega a aprobarse como ley, el acta será un gran paso hacia adelante hacia la erradicación de más de 200.000 millones de dólares que todavía tiene África de deuda, que actúa como el mayor impedimento para el desarrollo sostenible en el continente.
La legislación también establece el desarrollo de un nuevo marco legal para ocuparse de las actividades faltas de escrúpulo de los “fondos buitres”, firmas de inversión privada que tienen enormes beneficios al adquirir la deuda de los países en desarrollo a un precio reducido y luego demandan la cantidad completa, dejando vacío el espacio fiscal para el gasto en educación y salud que genera la cancelación de la deuda. Aunque se han concedido fondos de cobertura en oscuras prácticas de buitre, desde mediados de los años 90, la atención internacional sobre los fondos buitre aumentó en 2007, especialmente con los casos de Zambia y Congo Brazzaville.

Esta tendencia tienen todas las posibilidades de continuar en 2008, no menos por la cercana relación política y financiera entre el antiguo candidato presidencial, Rudy Giuliani y el conocido Paul Singer, fundador de Elliott Asociates, y más conocido todavía por ser el padrino de la estrategia de inversión “buitre”. Al menos siete países africanos corren el riesgo inmediato de ser el objetivo de los “fondos buitre” y, a menos que se tomen medidas para reducir estas actividades, la acción despiadada de los grupos como Elliott y Donegal International amenazan con echar a perder los avances sociales prometidos por la nueva cancelación de la deuda.

VIH/Sida: Un asunto de legado
La revisión de la prevalencia estimada del VIH que publicó a finales de 2007 la Organización Mundial de la Salud, OMS, y la UNAIDS tiene tres grandes implicaciones. África es todavía el centro de la pandemia global del Sida, los progresos son posibles se ponen al alcance de los que lo necesitan programas de tratamiento de máxima calidad y métodos de prevención basados en las evidencias, y lo que hay que hacer para abordar la mayor crisis del mundo es mucho, mucho más.
Como demuestra su énfasis en el VIH/Sida, en su viaje de febrero a África, Bush quiere dejar el Plan de emergencia del Presidente para el alivio del Sida, PEPFAR, como una parte célebre de su legado, pero los expertos en salud pública coinciden en señalar que, hasta el momento, este programa se queda corto de manera drástica en cuanto a los fondos necesarios para hacer algún progreso serio en la lucha contra la pandemia. Una implementación efectiva de los programas globales de Estados Unidos para el VIH/Sida, bajo el PEPFAR se ha visto constantemente obstaculizada por las restricciones ideológicas en este programa y por demasiada dependencia de los medicamentos de determinadas marcas, en oposición a las versiones genéricas más efectivas por su bajo coste.

La próxima interacción de este plan necesita aumentar el nivel de fondos como mínimo hasta 50.000 millones de dólares, para luchar durante los próximos 5 años contra el VIH/Sida, eliminar las limitaciones ideológicas y destinar toda la parte correspondiente de apoyo de los Estados Unidos al Fondo Global multilateral para la lucha contra el Sida, la tuberculosis y la Malaria. Se ha puesto en marcha una brillante campaña, por parte de los activistas norteamericanos, para educar a los candidatos presidenciales de 2008 sobre este asunto, y han surgido severas diferencias entre las posturas de los candidatos Demócratas y Republicanos sobre la pandemia global. Mientras tanto, alrededor de 1.700.000 africanos (la mayoría mujeres) se han infectado con el VIH en 2007, y tres cuartas partes de las muertes por el Sida en el mundo ese año, se produjeron en el continente.

La riqueza del petróleo: ¿para quién?
El petróleo está en el centro de la intersección entre la creciente militarización y el interés económico de Estados Unidos en África. Para muchos grupos de la sociedad civil de Estados Unidos y de África, todos los caminos parecen llevar al discurso de Bush de 2006 sobre el estado de la Unión, donde comunicó su intención de reemplazar el 75 % de las importaciones a Estados Unidos de petróleo de Oriente Medio, para 2025. Se espera que Estados Unidos adquiera el 25 % de su petróleo de África, para 2015. Desafortunadamente, muchos africanos de los países productores de petróleo comentan que el oro negro no es sólo una bendición sino además una maldición. A menudo, la riqueza que genera el petróleo no beneficia a la mayoría de la población en el país en el que fue encontrado. Los conflictos se expanden con demasiada facilidad en las regiones ricas en petróleo y no se resuelven con tanta facilidad, y las consecuencias medioambientales de la extracción a gran escala pueden llegar a ser devastadoras.

Los principales indicadores para controlar esto serán las relaciones de Estados Unidos con los mayores productores de petróleo africanos y cuánto éxito tienen estos países petroleros y militarizados en utilizar su riqueza para eliminar la pobreza, ampliar las reformas democráticas, y desarrollar un poder judicial independiente e imponer justamente el Estado de Derecho. Mientras que Nigeria sigue siendo el mayor productor de petróleo en África, los beneficios que obtienen los Gobiernos de otros cinco países subsaharianos están basados en su mayor parte en el petróleo. Los 2 millones y medio de barriles al día que produce Nigeria generan el 80 % de los beneficios del Gobierno. A pesar de su riqueza, más del 70 % de la población vive en la pobreza y Nigeria ocupa el puesto 158, de 177, en el índice de desarrollo humano.
Se espera que la producción de petróleo de Angola alcance los 2 millones de barriles diarios en 2008. Sus industrias de gas y petróleo han atraído más de 20.000 millones de dólares de inversión extranjera directa desde 2003. El petróleo es el responsable de más del 40 % del producto interior bruto del país y de casi el 90 % de los ingresos del Gobierno. Ocupa el puesto 162 en el índice de desarrollo humano. Sudán produce alrededor de 520.000 barriles diarios, a pesar de las agitaciones internas, como la inestabilidad en la región de Darfur, al oeste, y la tenue acogida del tratado de paz de 2005, que terminó con décadas de guerra entre el norte y el sur. A pesar del aumento de la inversión de China, Turquía y otros países extranjeros, Sudán sigue siendo uno de los países más pobres del mundo, ocupa el puesto 147 en el índice de desarrollo humano. Guinea Ecuatorial, la República Democrática del Congo y Gabón, completan los seis mayores productores africanos de petróleo, países que ocupan los puestos 127, 139 y 119 del índice de desarrollo humano respectivamente.

Cambio climático
El asunto del cambio climático está convirtiéndose en una prioridad muy rápidamente en la agenda internacional de los políticos, y seguirá siendo una preocupación importante en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, este mes de noviembre. El riesgo del cambio climático para África es tremendo, y los científicos africanos señalan a la extrema sequía de los últimos 25 años como una prueba de que el impacto del cambio climático se está sintiendo ya en el continente. Si el cambio climático continúa produciéndose al nivel actual, una fluctuación de lluvias impredecible y más severas y frecuentes sequías amenazan la agricultura, la columna vertebral de la mayoría de las economías africanas. Una mayor incidencia de inundaciones y otros desastres naturales se producirán incluso en las comunidades más estables y económicamente activas del continente.

Los expertos de Naciones Unidas, ONU, predicen que estos impactos serán más concentrados en las regiones del Sahel y el Centro y sur de África, aunque si el nivel del mar sube, las zonas de delta, densamente pobladas, como las de Egipto y el Oeste de África también estarán en peligro. En abril de 2007, el panel Intergubernamental de la ONU sobre el cambio climático asegura que en tan sólo unas décadas, el aumento de la temperatura puede convertir 600.000 kilómetros cuadrados de tierra cultivable del continente en tierra demasiado seca para el cultivo. Según el Informe de Desarrollo Humano de la ONU 2007/2008, “las áreas semiáridas del África subsahariana con algunas de las concentraciones más altas de pobreza del mundo, se enfrentan a el peligro potencial de una pérdida del 26 % de la productividad para 2060”. Mientras que alrededor de un tercio de los africanos ya viven en zonas propensas a sequías periódicas, varios estudios sitúan el número de nuevos individuos afectados por la sequía en África entre 75 y 250 millones, después que la temperatura global haya aumentado sólo un grado Celsius, un cambio que según algunos expertos podría producirse nada más que en 2020.

La amenaza que supone el cambio climático está complicadamente relacionada con los actuales retos de desarrollo humano como la seguridad alimentaria, los conflictos, y los problemas de sanidad pública, como la ausencia de agua potable. En las zonas donde aumentan las lluvias, en los medios más pantanosos con más agua estancada, se facilitará la reproducción de los mosquitos y por tanto una mayor propagación de la malaria y otras enfermedades trasmitidas por los insectos. La gente que vive con el VIH o con el Sida se enfrentará a la malnutrición porque se producirá escasez de alimentos, impidiendo llevar un régimen que permita la efectividad de su tratamiento.

A corto plazo, la actual trayectoria del cambio climático podría borrar todo el progreso en el desarrollo humano que se haya producido en África en los últimos años. Pocos países africanos poseen la capacidad de invertir en políticas de adaptación o mecanismos tecnológicos para suavizar el impacto socioeconómico del cambio climático, como tienen los países más ricos. El arzobispo y premio Nobel de la paz, Desmond tutu denomina esta desigualdad como “apartheid de adaptación”, donde “la gente es abandonada para que se hunda o nade con sus propios recursos”. A largo plazo, el cambio climático es una amenaza para toda la humanidad, y los Estados Unidos y otras naciones ricas tienen la obligación de ocuparse del peligro global del que ellos son los principales responsables. Mientras algunas economías emergentes como China y la India están empezando a producir grandes cantidades de gases de efecto invernadero, según los cálculos de la ONU, la población entera del África subsahariana, que se aproxima rápidamente a los 1.000 millones de personas, emite menos dióxido de carbono que los 23 millones de americanos que viven sólo en Tejas.

Los políticos norteamericanos deben ser los líderes en el esfuerzo internacional para hacerse cargo de la crisis climática directamente, esto significa encontrar maneras de reducir drásticamente sus propias emisiones así como de facilitar el crecimiento económico en los países en desarrollo que sea medioambientalmente sostenible. La trasferencia de tecnología de baja emisión de carbono debería convertirse en una parte fundamental de los programas de ayuda al desarrollo. Simultáneamente, los países ricos deberían ayudar a las naciones africanas y a otros países empobrecidos a construir la infraestructura y los mecanismos económicos necesarios para mitigar los efectos dañinos del cambio climático. Si no, ellos serán directamente responsables de las crisis humanitarias sin precedentes que acabamos de describir.

Conclusión
A pesar de ser la campaña más extendida de la historia americana, las elecciones presidenciales de los Estados Unidos 2008, están marcadas por la típica ausencia de cualquier discusión seria sobre África. Es como si África hubiera sido cedida ya al Departamento de Defensa y por tanto está fuera de la vista del público americano. En contraste con la acelerada militarización de las relaciones entre África y los Estados Unidos que hemos descrito, este silencio es ensordecedor.
El próximo Presidente de los Estados Unidos se enfrenta a duras decisiones políticas. ¿Buscará él o ella la estabilidad militarizando más el continente e inundándolo de aún más armas? ¿O, en vez de eso, Estados Unidos decidirá acogerse a una estrategia que invierta en infraestructura socioeconómica, apoye las condiciones justas de comercio para los productos africanos y promueva un desarrollo económico sostenible que se ocupe de las aspiraciones y el bienestar del pueblo africano?

Gerald LeMelle
7 de febrero de 2008

Gerald LeMelle es el director ejecutivo de Africa Action y uno de los colaboradores de Foering Policy in Focus. Michael Swigert, del Departamento de Análisis Político de Africa Action ha prestado su ayuda en la investigación. Editado por Marie Clarke Brill y Emily Schwartz Greco.


Localizamos este artículo en diferentes medios africanos, como Zimbabwe Image, o Abugida Info y SomaliTalk, pero citamos la fuente original: Foering Policy in Focus.
Traducido por Rosa Moro, del Departamento África de la Fundación Sur.

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