Periodista francesa asesinada en la República Centroafricana, por José Carlos Rodríguez Soto

20/05/2014 | Bitácora africana

Camille Lepage es el nombre de una fotoperiodista francesa de 26 años muerta a tiros en el Noreste de la República Centroafricana. Una patrulla del ejército francés descubrió su cadáver –junto con otros cinco cuerpos sin vida- el pasado 13 de mayo en el remolque de un coche que conducía un miliciano anti-balaka cerca de la ciudad de Bouar

Aunque las circunstancias de su muerte están aún bajo investigación, se piensa que la informadora –que desde hacía pocos días recorría esta peligrosa parte Oeste del país, cayó en una emboscada tendida por rebeldes de la Seleka a los anti-balaka y pudo haber muerto como consecuencia del fuego cruzado. Joven (tenía sólo 26 años), inteligente, excelente profesional y con un futuro prometedor, su vida quedó truncada al hacer su trabajo de dar a conocer al mundo la tragedia de Centroáfrica.

En 2012, tras completar un master de periodismo en la universidad británica de Southampton se marchó a Sudán del Sur, donde estuvo trabajando en dos proyectos fotográficos que ilustran las condiciones de vida de la población, sobre todo de los jóvenes, y la cultura de la violencia que ha sumido a este país en la miseria. A finales de octubre del año pasado se trasladó de Yuba a la República Centroafricana, donde trabajaba desde entonces. Sus impresionantes fotos han sido publicadas en medios como The Guardian, Le Monde, The Sunday Times, the Washington Post, Wall Street Journal y la BBC. Una selección de sus imágenes puede ser vista en Camille Lepage photo Journaliste .Su trabajo no deja lugar a dudas: muchísimas horas de paciencia, de estar al lado de la gente y de arriesgar mucho para sacar la instantánea en el momento preciso. Gracias a personas como ella el mundo sabe lo que ocurre hoy en lugares, como el Sur de Sudán o la República Centroafricana, que hasta hace no mucho eran tragedias olvidadas. Si periodistas como ella no hubieran estado allí, el mundo seguiría sin enterarse.

Desde mis años cuando trabajaba en el Norte de Uganda siempre he tenido un gran respeto por los fotoperiodistas. Un informador que escribe sobre lo que pasa en un país en guerra puede permitirse el lujo de recoger las informaciones lejos del lugar donde silban las balas. Le basta con entrevistar a los testigos directos, comprobar la veracidad de los datos y documentarse para después contar la historia echando mano de sus facultades más o menos literarias. Un fotógrafo no puede trabajar a distancia. Tiene que estar en el ojo del huracán y enfocar el objetivo en el momento en que ocurre la tragedia y se palpa el miedo. Y al hacerlo arriesga mucho, incluso su propia vida.

Uno de los mitos que existen sobre los informadores que acuden a países en guerra es que se aprovechan de la miseria de la gente para ganar mucho dinero. Nada más lejos de la realidad. Los periodistas que he conocido en lugares como el Norte de Uganda, el Este del Congo o la República Centroafricana suelen ser personas que raramente acuden con todos los gastos pagados por sus medios de comunicación, ya se trate de periódicos, radios o televisiones. En este tipo de destinos informativos, muy pocas empresas informativas están dispuestas a correr con los gastos que supone tener en un terreno peligroso a un miembro de su staff. Por eso suelen abundar los “freelance”, como era el caso de Camille Lepage. Quien ha trabajado en estas condiciones sabe muy bien lo que significa: págate tú mismo un billete de avión que como poco te costará mil euros, corre tú mismo con los gastos de visado, alojamiento, transporte interno… y seguro, si es que te lo puedes pagar, y a menudo a pasar por mil humillaciones para conseguir unos papeles oficiales para que ningún tipo de uniforme te haga la vida imposible. Y si quieres hacer un trabajo digno, prepárate para estar por lo menos varias semanas en un lugar peligroso, donde puedes contraer una enfermedad, exponerte a situaciones de estrés que a la larga podrán pasarte factura, viajarás en la parte de atrás de una moto o en un camión por carreteras peligrosas, durmiendo donde te pille y tratando muchas veces con personas de las que no sabes si te puedes fiar. Y al final, tras haber podido contar tu historia con tus artículos, tus fotos o tus imágenes de vídeo, tal vez consigas colocar tu trabajo en algún medio donde con algo de suerte te pagarán unos pocos cientos de euros que te permitirá amortizar los gastos de tu trabajo y poco más.

“Desde que era muy pequeña siempre quise ir a vivir a lugares donde nadie quiere ir, y contar con seriedad historias que tienen que ver con conflictos. No puedo aceptar que las tragedias que mucha gente vive en el mundo caigan en el silencio porque nadie considera rentable contarlas”, decía hace poco en una entrevista. Sobre su vida en Sur Sudán, contaba: “Vivo en una casa sencilla en un barrio, sin electricidad y con muy pocas comodidades, por lo que no me veo muy distinta a la gente que vive en Yuba”. Gracias a persona como esta excelente profesional, la tragedia de la República Centroafricana ya no es una crisis olvidada y los gobiernos de países que pueden hacer algo para salvar vidas inocentes toman decisiones que por lo menos evitará que muera mucha más gente.

Original en : En Clave de África

Autor

  • Rodríguez Soto, José Carlos

    (Madrid, 1960). Ex-Sacerdote Misionero Comboniano. Es licenciado en Teología (Kampala, Uganda) y en Periodismo (Universidad Complutense).

    Ha trabajado en Uganda de 1984 a 1987 y desde 1991, todos estos 17 años, los ha pasado en Acholiland (norte de Uganda), siempre en tiempo de guerra. Ha participado activamente en conversaciones de mediación con las guerrillas del norte de Uganda y en comisiones de Justicia y Paz. Actualmente trabaja para caritas

    Entre sus cargos periodísticos columnista de la publicación semanal Ugandan Observer , director de la revista Leadership, trabajó en la ONGD Red Deporte y Cooperación

    Actualmente escribe en el blog "En clave de África" y trabaja para Nciones Unidas en la República Centroafricana

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