Obiang: el falso humanitario

20/12/2010 | Opinión

Gracias al apoyo internacional, el intento del dictador de Guinea Ecuatorial Teodoro Obiang de esponsorizar un premio de la UNESCO ha sido frustrado. Abena Ampofoca Asare examina cómo, pese a un terrible record en violaciones de derechos humanos, Obiang ha conseguido evitar la condena internacional durante tanto tiempo.

El pasado octubre, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO) suspendió un premio de investigación de tres millones de dólares financiado por Teodoro Obiang, uno de los peores dictadores del mundo. Avergonzada por una carta protesta abierta de más de 60 de los principales activistas en el panorama internacional, UNESCO fue obligada a distanciarse de un hombre que ha gobernado por mucho tiempo Guinea Ecuatorial con mano de hierro. Precisamente cómo un líder cortado por el mismo patrón que Idi Amin, Omar al Bashir o Nicolas Ceaucescu llega a financiar un premio de Naciones Unidas es un reflejo de que en ocasiones la realidad supera la ficción.

Las tres últimas décadas, Obiang ha presidido orgullosamente uno de los desastres humanitarios y políticos africanos más devastadores. Con un PIB comparable al de Portugal o Corea, los ingresos nacionales de Guinea Ecuatorial son los más altos en África subsahariana y, sin embargo, más del 60 % de la población lucha para vivir con menos de un dólar al día. Desde que se descubrió petróleo en 1995, la familia del Presidente Teodoro Obiang y sus socios cercanos se han vuelto fabulosamente ricos mientras que la mayoría de la población permanece atascada en la pobreza.

La cleptocracia en el único país africano de habla española no es un secreto ni una sorpresa. Pese a que respetadas organizaciones internacionales como Human Rights Watch y Amnistía Internacional condenan regularmente la injusticia y violencia del gobierno de Obiang, hizo falta una carta de los exiliados respaldada por pesos internacionales como Mario Vargas Llosa, Wole Soyinka, Chinua Achebe, John Polanyi, Desmond Tutu y Graça Machel para persuadir a la UNESCO de que el premio de ciencias de la vida de Teodoro Obiang Nguema era “desfavorable para (su) misión” y “una ofensa para los africanos de todo el mundo que trabajan para la mejora de nuestros países”.

Esto es lo extraño de la difícil situación de Guinea Ecuatorial. No importa cuántas casas dudosamente financiadas con muchos millones de dólares el hijo de Obiang compra en Malibu, Califormia, cuántos disidentes son torturados y asesinados en las prisiones de Malabo o cuántas denuncias de derechos humanos son publicadas en las principales publicaciones del mundo, cuando Teodoro Obiang viaja a los Estados Unidos, Francia o las Naciones Unidas, recibe una recepción de alfombra roja, siempre que prometa hacerlo mejor.

EL AS EN LA MANGA DE OBIANG

Parte de esta exasperante paradoja es el resultado de las reservas masivas de petróleo en Guinea Ecuatorial que, según el informe del Subcomité permanente de investigaciones del Senado de Estados Unidos, ha creado una “capacidad creciente para comprar influencia diplomática”. La extensión de la distorsión que produce las reservas de petróleo en la posición global de Guinea Ecuatorial se hace evidente en los últimos Índices de Desarrollo Humano del PNUD. Más que cualquier otro país en el mundo, las cifras de Guinea Ecuatorial en salud, educación y otros indicadores sociales están enmascaradas por sus ingresos nacionales hinchados de petróleo. Cuando los ingresos nacionales se excluyen de los cálculos del índice de desarrollo humano, el ranking de Guinea Ecuatorial cae en picado.

Igualmente, el bienestar del petróleo mantiene críticamente las relaciones bilaterales del país. El año pasado un meticuloso informe de Human Rights Watch analizó la relación esquizofrénica del gobierno de Estados Unidos con Guinea Ecuatorial en términos de la adicción de petróleo de América.

Junto con numerosos periodistas, el Departamento de Estado de Estados Unidos condena anualmente a Guinea Ecuatorial en un lenguaje duro. El informe más reciente enumera torturas, asesinatos, prácticas laborales injustas, tráfico de niños y otros abusos entre los problemas del país. John R. Bennett (embajador desde 1991 a 1994) se niega a tener su foto colgada en la Embajada de Estados Unidos en Malabo, un edificio propiedad de un conocido torturador. Igualmente, Frank Ruddy, embajador durante la administración Reagan, critica en voz alta la continua relación de su gobierno con un hombre que describe como ladrón, tirano y matón.

Pese a la dilatada crítica, el deshielo de la relación del gobierno de Estados Unidos con la administración de Obiang ha continuado a ritmo constante. Presionado por la industria del petróleo en Estados Unidos, George W. Bush discretamente renovó los lazos estatales con este nocivo régimen en 2000 y actualmente Estados Unidos es el principal inversor individual de Guinea Ecuatorial. Pese a las esperanzas en algo contrario, la administración del Presidente Obama no ha alterado el rumbo estatal. Una escalofriante fotografía de 2009 documentó a Barack y Michelle Obama con una sonrisa de oreja a oreja con Teodoro Obiang y su esposa; esta foto está destacadamente expuesta en la página web del gobierno de Guinea Ecuatorial.

Un artículo reciente del New York Sun describe el continuo apoyo del gobierno de Estados Unidos a Guinea Ecuatorial como una fuente de tensión creciente entre los absolutistas de derechos humanos de Barack Obama y los pragmáticos clintonianos que piensan que es más sabio “llevar a Obiang hacia la reforma” que “levantar un dedo acusador”. El Sun cita a un miembro de grupos de presión y antiguo asesor de Clinton, Lanny J. Davis, un hombre actualmente bajo la nómina de Teodoro Obiang por una cantidad de 2.5 millones de dólares, explicando que “es del interés de Estados Unidos así como de aquellos que se preocupan por la democracia y los derechos humanos aceptar la demanda de ayuda del presidente Obiang para llevar a cabo el programa de reformas”. Esta perspectiva ignora las lecciones de la larga historia política de Guinea Ecuatorial. Pintar a Teodoro Obiang como un reformador creíble o a las empresas petroleras como entidades capaces de “mover” a un dictador hacia la responsabilidad en derechos humanos es, en el mejor de los casos, ingenuo y, en el peor, una ceguera altamente estratégica al pasado problemático de Guinea Ecuatorial.

La toda poderosa fuerza del petróleo no es la historia completa. La evasión de Teodoro Obiang del status de paria también está unido a su habilidad para manipular con destreza la retórica de las reformas (con la ayuda de un ejército de bien pagados grupos de presión en Estados Unidos y Europa) para burlar el oprobio moral de la comunidad internacional. Mientras tanto, el pueblo ecuatoguineano continúa sufriendo bajo su régimen represivo. En una de sus más recientes atrocidades, el régimen de Obiang ejecutó a cuatro hombres sin un juicio justo en agosto. Un ciudadano de Malabo llamado Robert, citado en un artículo de 2009 del Christian Science Monitor lo explica mejor “El presidente está simplemente mintiendo a la comunidad internacional para que la gente piense que está mejorando la democracia y que está teniendo elecciones legítimas…Es un juego para obtener beneficio”.

JUGANDO CON EL SISTEMA

Durante los pasados 30 años, Obiang ha perfeccionado una fórmula de promocionar pequeñas capitulaciones retóricas como ideales de buen gobierno mientras que mantiene la arquitectura de su estado de represión intacta. En 1979, tras hacerse con el poder asesinando a su tío, Obiang prometió públicamente restaurar en el precario país la democracia y recibió asistencia técnica y financiera de Naciones Unidas a cambio. Treinta años después, la esperada democracia en Guinea Ecuatorial permanece escurridiza. Durante las elecciones legislativas de 2008 las autoridades arrestaron a un líder de un partido prohibido de la oposición. Posteriormente fue encontrado muerto en su celda en un sospechoso “suicidio”. En las elecciones presidenciales de 2009, Teodoro Obiang ganó con el 95% de los votos en una elección donde los soldados comandaban todos los centros de votación, las cajas de votos no estaban precintadas y los observadores electorales independientes fueron prohibidos.

El espacio entre la retórica reformista de Teodoro Obiang y la realidad de afianzada injusticia es incluso más asombroso en las maniobras de la administración en torno a los ingresos por petróleo en Guinea Ecuatorial. En 1997 Obiang inauguró la primera Conferencia Económica Nacional del país, donde el presidente proclamó a voz alta su intención de ser transparente y racional con los ingresos del petróleo. La conferencia recomendó que el gobierno creara una agencia independiente, que diera cuentas al parlamento, para auditar las corrientes estatales de ingresos y exponer la corrupción y las irregularidades. Más de una década después, esta agencia no existe. De nuevo en 1999 el PNUD acordó con el gobierno diseñar un plan dirigido a la transparencia y al fortalecimiento de la capacidad institucional. Este plan tampoco salió nunca del papel.

En su discurso de 2010 del Foro Global de Ciudad del Cabo, Teodoro Obiang se comprometió de nuevo a los estándares de transparencia de ingresos del petróleo ofreciendo su floreciente relación con la Iniciativa de Transparencia en la Industria Extractiva (EITI), la agencia internacional de supervisión de petróleo, como prueba de un programa de reforma de cinco puntos. En realidad Obiang ha estado ejecutando el mismo baile evasivo con la EITI y con otros esfuerzos anteriores de responsabilidad. En 2007, Obiang solicitó que Guinea Ecuatorial fuera reconocida como un candidato de la EITI, significando que en dos años el mundo podría esperar progresos hacia los estándares básicos de transparencia en ingresos por el petróleo. Al haber hecho pocos progresos en el tiempo previsto, el presidente solicitó una prolongación. Justo dos meses después, Teodoro Obiang alardeaba en Ciudad del Cabo sobre sus esfuerzos para alcanzar la candidatura de EITI de nuevo. Este tipo de falsedad es el distintivo de la retórica de la reforma de Teodoro Obiang; como un defensor de Global Witness remarca secamente “la transparencia no lleva diez años”.

Esta dinámica es desde hace tiempo parte de la política de Obiang. En 2002 el Alto Comisionado de Derechos Humanos decidió finalizar su especial supervisión a Guinea Ecuatorial por sus supuestas mejoras. Sin embargo, el representante especial saliente estaba abiertamente en desacuerdo con la disminución de escrutinios de derechos humanos. En su carta de resignación, Gustavo Gallon Giraldo audazmente afirmó que “desgraciadamente, nada ha cambiado en Guinea Ecuatorial”. Lo que ha cambiado, especuló, era la composición de la Comisión que “aprobaba hechos y afirmaciones que son ajenos con la realidad”. Explotar este espacio entre retórica y realidad es el núcleo de la campaña global de relaciones públicas de Teodoro Obiang. En el discurso de junio de 2010 en el Foro Global de Ciudad del Cabo, la manipulación de Teodoro Obiang de la retórica de la reforma fue expuesta cuando urgió a la comunidad internacional a “pasar página en Guinea Ecuatorial”.

EVADIENDO RESPONSABILIDADES

El primer paso del presidente evitando responsabilidades es reconocer la deplorable situación del país y entonces atribuir rápidamente los problemas a la historia colonial y a la rápida independencia. El hecho de que él mismo haya estado en el timón las tres últimas décadas y haya conseguido fondos engordados por el petróleo durante los últimos quince años, es irrelevante en su valoración de responsabilidades. “Se trata de desarrollar un país que empieza de la nada” informó con gravedad a los inversores internacionales. Evocando una excepcional deprimente historia, Obiang muestra sus esfuerzos, aunque escasos e incompletos, en la construcción del país. Después de todo, si “nada” existía antes de su liderato y Guinea Ecuatorial estaba “en ningún lado”, entonces cualquier mejora, aunque pequeña, es contada como logros positivos en vez de como un vergonzoso resultado por debajo del exigido.

Además, el presidente de Guinea Ecuatorial habla con elocuencia de sus esfuerzos en combatir “mentalidades enraizadas en el subdesarrollo” y “hábitos como corrupción, analfabetismo, tribalismo, oportunismo político y demás”. Este vergonzoso círculo de razonamiento describe el subdesarrollo de la nación como una fuerza enclavada en la gente del país, en vez de como una injusticia cometida contra ellos durante las últimas tres décadas de violencia y negligencia. Burlarse de un “hábito” nacional de analfabetismo es realmente cínico dado que el gasto en educación pública de la rica administración de Obiang es una cuarta parte de la media de los países del África sub-sahariana. Al naturalizar el subdesarrollo, este análisis indirecto deriva la responsabilidad de nuevo- esta vez en la población.

Por otra parte, Teodoro Obiang, ruega a la comunidad internacional que “recuerde que Guinea Ecuatorial es una nación relativamente joven, inexperimentada… debemos tener en cuenta que somos un país de sólo 42 años”, recuerda el presidente a la audiencia. Este marco podría ser descrito como una apurada exención basada en reclamaciones de atraso e ineficiencia. Si las condiciones no están mejorando rápidamente, afirma Teodoro Obiang, el mundo debería simplemente simpatizar con los pobres africanos liados en el “nuevo” trabajo de construir una nación. Después de todo, ellos no pueden hacer más. Jugando con descorazonadores estereotipos de los africanos, Obiang frustra las peticiones de derechos humanos básicos y reformas reales.

Finalmente, Obiang orgullosamente remarca su generosa respuesta al Huracán Katrina, el Tsunami, el hambre en Níger, la explosión de un oleoducto en Nigeria, la erupción volcánica en Victoria Peak en Camerún y la explosión de la planta nuclear de Chernobil. Pero a pesar de cuanto dinero destine a causas humanitarias o la seriedad con la que pregone su deseo de “asociarse con las democracias del mundo” Teodoro Obiang nunca puede ser valorado como un buen ciudadano global.

Cuanto más tiempo se centre la comunidad internacional en los recursos de Obiang y su retórica a expensas de una inflexible valoración de sus políticas, más sombrío será el futuro de Guinea Ecuatorial.

Expertos académicos como Alicia Campos Serrano han advertido que las políticas represivas de Teodoro Obiang, sin restricciones, serán las bases de la futura inestabilidad y mayor penuria de los ecuatoguineanos. Desarrollando el único sector económico del petróleo, la administración de Obiang ha destrozado el sector agrícola del país a favor de la producción lucrativa de petróleo. Pero como la gente de Nigeria, Angola o Sudán pueden verificar, el petróleo no se puede comer. El aislamiento del sector agrícola nacional y la creciente migración urbana han creado una gran cantidad de nuevos problemas. Serrano describe las ciudades que han emergido en el país alrededor de la industria del petróleo, muchas de las cuales mantienen más del 50% de los salarios de los trabajadores del petróleo. Describe un aumento exponencial en el tráfico de mujeres y niños a estas zonas. Serrano también subraya el coste político de la explotación de Obiang de la economía nacional y el gran beneficio personal que ha obtenido. Una serie de asesinatos e intentos de golpe de estado en Malabo sugieren que decenas de mercenarios y aspirantes acechan buscando su turno de beneficio. La represión del presidente puede contener esa irrupción de violencia sólo durante un tiempo.

Apropiándose del lenguaje de las reformas de derechos humanos, Teodoro Obiang ha sido capaz de blanquear la devastación social de Guinea Ecuatorial y la represión política como un desarrollo del África postcolonial. Mientras que los miembros poderosos de la comunidad internacional continúen apartando sus ojos del espacio entre la retórica de Obiang y sus políticas, serán incapaces de presionar a su gobierno o al siguiente líder a priorizar los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo del pueblo ecuatoguineano. Destruyendo la autoridad moral de los mecanismos internacionales de gobierno, el pase libre dado al Presidente Obiang allana el camino para más abusos en Guinea Ecuatorial y en cualquier otro lugar donde los dictadores actúan con impunidad

Abena Ampofoa Asare

Abena Ampofoa Asarees es colaborador de Foreing Policy in Focus y un candidato doctoral al departamento de Historia de la Universidad de Nueva York. Su tesis se centra en la justicia transicional y los derechos humanos en Ghana.

Publicado en Foreign Policy In Focus, el 2 de diciembre de 2010.

Traducido por Ana Dols para Fundación Sur.

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