Nueva Vida y sociedad regenerada.

22/04/2019 | Editorial

La participación ciudadana, en la defensa de la dignidad y de los derechos humanos, en la promoción de la justicia social y la opción por los más marginados, es el camino para trabajar, junto con líderes íntegros, por el bien común.

Sin valores y bienes compartidos, como la solidaridad en trabajo, techo y tierra, no cabe convivencia democrática pacífica. Con frecuencia, en nuestra sociedad, las personas marginadas no cuentan, no existen y son como invisibles.

Sin embargo, el cuidado del otro ser humano es esencial para crecer como personas. Sin cuidado de los demás, no hay vida digna. Nuestras culturas occidentales presentan un gran déficit de cuidado humano.

En una sociedad de creciente pluralismo, solo podremos llegar a una buena convivencia cuando vivamos en solidaridad y equidad, nos alegremos de la diversidad, y nos tratemos todos como adultos, respetando las convicciones de cada individuo.

La libertad de expresión debe respetar la libertad de conciencia de cada persona, y sus valores, si buscamos promover una nueva convivencia. Este respeto por la dignidad humana y por los derechos humanos universales, se debe manifestar particularmente en el ámbito de la educación escolar, de la comunicación y de la gestión de recursos.

Otros valores más particulares, como los religiosos, culturales y políticos, han de ser compartidos en espacios apropiados.

Con todo, existe una ética fundamental del bien común que es patrimonio universal. Los valores fundamentales de esta ética son: la afirmación de la vida humana, la libertad, la justicia, la verdad, el respeto, la equidad, la construcción de la paz, la defensa de la naturaleza y la igualdad de género con sus consecuencias sociales.

Siempre será necesario un diálogo respetuoso entre las diferentes tradiciones culturales y religiosas de la sociedad. Solo con una actitud de apertura y colaboración podremos promover el bien común superando divisiones y radicalismos.

Ante la multicrisis actual, solo queda la implicación de todos para convertirnos en sujetos de cambio social y cambiar nuestros estilos de vida consumista, insolidaria y antiecológica, por una economía más colaborativa, compartida, donde el ser humano tome de nuevo el centro de toda actividad socio-económica.

Los poderosos se aprovechan de los empobrecidos, y de la devastación del planeta. Su estrategia es aumentar el control de recursos y de poder, y por tanto atacan la cultura y estructuras solidarias.

El neocapitalismo quiere esclavos y sobre todo quiere esclavos con mentalidad de esclavos. Por tanto la cuestión fundamental es que el individuo y la sociedad se liberen de todo estado o sistema totalitario y deshumanizador.

Hoy ningún partido político en España hace una defensa integral de la dignidad del ser humano. Todo el espectro político comparte una concepción materialista del ser humano y de la sociedad.

Sin reconocer la dignidad integral del ser humano es imposible respetar sus derechos humanos. La solidaridad y el bien común no les importan, pues persiguen el control del poder y del presupuesto.

El desarrollo sostenible será posible desde unas estructuras solidarias y colaborativas, promovidas por una sociedad civil y sus líderes, comprometidos en situar al ser humano, y su cuidado, en el centro de la vida social, político-económica y ecológica.

Felices Pascuas de Resurrección, de la Vida y de la Primavera.

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