“Nosotros les damos de comer, vosotros dadles la caña de pescar”

21/11/2016 | Editorial

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Estas palabras, ya muy conocidas de la Madre Teresa de Calcuta, ahora santa, las repitió el Padre Ángel, en dia14 de noviembre 2016, en una entrevista de la TVE (la Sexta, a las 21,45 h.). Como lo hicieran con la Madre Teresa en Calcuta, un periodista presentó la misma relevante pregunta, al P. Ángel, quien respondió con la misma mentalidad de buen samaritano, que ha caracterizado una forma parcial de interpretar la “caridad” en la Iglesia: «Nosotros les damos de comer, vosotros dadles la caña de pescar».

“Dadles de comer”. Los buenos samaritanos hemos pensado que solo se trataba de “dar de comer al hambriento, cuidar a los enfermos, visitar a los presos…”, y hemos desarrollado complejos sistemas, instituciones y ONG, especializadas en atender a las personas que sufren por causa del hambre, violencia, opresión, descarte y por desastres naturales.Todo eso había que hacerlo, y gracias a Dios, y a la generosidad de tanta gente buena y generosa se sigue haciendo hoy día por todo el Planeta.

Pero esa es tan solo la primera parte, y con frecuencia nos hemos contentado con esa primera parte. Esta caridad nos hace bien a todos, y sobre todo a las personas necesitadas. Pero al mismo tiempo tiene su cara oscura que seguimos ignorando.

Lo hemos observado en África y aquí también: este tipo de caridad parcial, crea dependencia, porque los descartados tienen que volver mañana y cada día, a pedir ayuda. Las victimas seguirán viviendo en una situación denigrante para un ser humano.

Además esta forma de ayudar, gracias con frecuencia a la asistencia de empresarios, bancos y multinacionales, sirve para “lavar la imagen” de fortunas escandalosas, que con frecuencia se han acumulado con fragrantes abusos de Derechos Humanos y dejan a las personas empobrecidas al margen de la sociedad. El sistema capitalista fomenta y alimenta estas “ayudas” para justificar y cubrir sus graves abusos de poder y enorme acaparamiento de recursos en unas pocas manos.

Damos, y a veces mucho, pero de lo que nos sobra. Lo justo sería compartir todo lo que los empobrecidos necesitan (tierra, trabajo, techo…) para vivir con dignidad. Nos hemos apropiado de lo que les pertenece, y hasta tiramos lo que claman los descartados. Por tanto, cuestiono esa interpretación y respuesta tan conocida como limitada: “nosotros les damos de comer, vosotros dadles la caña de pescar”.

La auténtica caridad implica las dos partes: primero asistir a las personas necesitadas en cualquier emergencia, y en segundo lugar: darles la caña de pescar, para que, una vez recuperados, vayan a pescar por sí mismos y no necesiten volver cada día a mendigar más limosnas.

Esa es la caridad responsable y completa, para todos “los ángeles del mundo” y para todos los gobiernos, sociedades, instituciones y agentes sociales. Lo dijo Herder Camera: “Cuando doy de comer, me dicen santo. Y cuando pregunto: ¿por qué hay tantos pobres? me llaman comunista”.

¡Cuánto nos cuesta llegar al fondo y sanar las raíces de los males personales y sociales! Muchos medios de comunicación también sufren de la misma enfermedad y no hablemos ya de gran parte de los políticos pues operan en el mismo sistema social y económico que es injusto e inhumano. (A.E. nº.59)

Lo afirma claramente el Papa Francisco: “Dadles vosotros de comer! (Mc.6,37), lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos”n. 188.

Más claro no se puede decir. Estas palabras deberíamos recordar todos, para ser siempre inclusivos y no limitarnos a ayudas o servicios parciales. La interpretación que separa las dos partes esenciales de toda caridad auténtica, como son: resolver las causas estructurales de la pobreza promoviendo el desarrollo sostenible de los pobres y los gestos cotidianos de solidaridad, no hace justicia al Evangelio ni a la Doctrina Social de la Iglesia.

La interpretación que hacemos a veces de los servicios en la Iglesia, sieguen siendo un tanto paternalistas, clericales y con tratamiento de síntomas, sin llegar a sanar las raíces del mal. Aquí radica una de las causas de que la Iglesia sea poco relevante en la vida real de gran parte de la sociedad.

“Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, solo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales” AE. Nº 202

“La dignidad de cada persona humana y el bien común son cuestiones que deberían estructurar toda política económica”. AE. Nº.203. “Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico dialogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro tiempo”. AE. Nº,205

Pienso que toda asistencia, si es parcial y solo trata los síntomas, en definitiva no es auténtica caridad, porque no promueve la justicia solidaria que pide el Evangelio.

Se trata por tanto de ser auténticos samaritanos cuidando la dignidad de cada ser humano y de ser constructores del Reino, aquí y en África.

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