“Nos hemos olvidado de llorar” y de comprometernos como adultos responsables.

15/04/2019 | Editorial

Fue un momento lleno de emoción cuando el papa Francisco, con un trozo de concertina en sus manos, dijo: “Nos hemos olvidado de llorar”!

Nos hemos olvidado de llorar, cuando migrantes africanos arriesgan su vida y con frecuencia perecen en el Mediterráneo. Olvidamos que todos fuimos migrantes.

Nos estamos volviendo a veces insensibles a los miles de personas que fallecen cada día por el hambre, la malaria, las torturas y las balas.

Nos resbala con frecuencia, el hecho de que nuestros gobernantes sigan vendiendo armas, explotando los ricos recursos de los países africanos y abusando del presupuesto a su antojo partidista, en vez de priorizar la creación de puestos de trabajo y buscar el bien común.

Demasiados síntomas de la realidad social (político-económica) actual nos delatan el profundo deterioro de los valores humanos y éticos. Lo vemos diariamente en la corrupción galopante, en el decepcionante nivel de liderazgo y gobernanza actual de todos los partidos, en la marginación de una gran parte de nuestra sociedad y en la complicidad internacional en tantos crímenes de lesa humanidad, como en: Siria, Irak, Ruanda, Kivu (RDC), Nigeria, Venezuela, Miammar, etc.

Nos hemos olvidados de llorar, por tanta crueldad, desigualdad, tantas mentiras, insultos y corrupción, y por tanto atropello de la dignidad humana.

Encubrimos con frecuencia hasta los crímenes de lesa humanidad. ¿Por qué en los medios de comunicación solo se habla y se recuerda un genocidio (1994) y se encubren otros (1996-2003)? La complicidad internacional en cubrir a los verdaderos culpables, es indignante. El oro y el coltan valen más que las vidas humanas!

Ya no reconocemos a veces ni la misma dignidad humana, y por tanto no la respetamos. Ahí comienza nuestro actual proceso de deshumanización. Y ahí también debe comenzar nuestro proceso de regeneración personal y social.

Si somos capaces de respetarnos en nuestra igual dignidad, de alegrarnos en la diversidad rica que nos brinda la sociedad actual, aprenderemos a convivir en paz y a trabajar juntos por un desarrollo más sostenible y ecológico. Y aprenderemos también a elegir líderes competentes y gestores responsables, dentro y fuera de los actuales partidos, que sean capaces de colaborar con la sociedad civil para el Bien Común.

Toda la responsabilidad es nuestra. Disponemos de medios tecnológicos que nunca habíamos conocido, de los recursos necesarios y de una sociedad cada día más preparada, para construir un desarrollo sostenible para todos.

Solo nos falta lo más importante: nuestro compromiso solidario de adultos responsables.

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