Nkrumah habría rechazado el “regalo de China para África”

10/02/2012 | Opinión

“Cuando Moisés estuvo cerca del campamento y vio el ternero y las danzas, se enfureció, y arrojando violentamente las tablas que llevaba en sus manos, las hizo añicos al pie de la montaña.”

El aspecto de la nueva oficina central de la Unión Africana en Addis Ababa, en cuyo frente aparece una estatua de Kwame Nkrumah con una inscripción que reza “Regalo de China para África”, es bastante perturbador. De hecho, no se trata de un regalo. Es un soborno. En términos diplomáticos, un regalo es un soborno. No estamos frente a un símbolo de aprecio, como la Torre Eiffel. No le hicimos ningún favor a China, ¿o sí? Se trata del soborno abierto más grande de la historia, según los consejos de las galletas chinas de la fortuna: “Si quieres hacer algo en secreto, hazlo públicamente”.

Este regalo me recuerda una historia que leí cuando era adolescente. En el cuento, el hombre más rico y respetado del lugar era también el jefe de los delincuentes. Como regalo para su pueblo, hizo construir la mejor prisión posible, la más moderna, y a cambio fue ovacionado. Cuando la justicia finalmente lo alcanzó, lo encerraron en esa prisión. Y él escapó. La presencia de Jia Quigin (el cuarto hombre en importancia del Comité de Representantes Permanentes del Comité Central) en la “ceremonia de apertura de la sede principal”, logra que esta historia de Edgar Wallace se convierta en el mito perfecto para enseñar a nuestros niños más pequeños —a los de tres años, tal vez— acerca de la llegada de los chinos a África… en menos de 50 años desde la Independencia… y por qué sus nombres se asemejan más a «Chan» que a John o Jacques… y mucho menos a Kwame.

En realidad, la posibilidad de que África enfrente a un competidor respetable en el ámbito del «neo-colonialismo» despertó las ansias del mercado libre. Algo desafortunado para Occidente y para nuestros otros amos y señores, ya que la competencia a enfrentar sería feroz; y el beneficio, del consumidor. Sin embargo el ritmo de los chinos me sorprendió. Ingenuamente, atribuí la inevitable conquista a dos generaciones previas, olvidando que la última generación, la del “Año del Dragón”, estaba a la vuelta de la esquina. En comparación, solo el ritmo de avance del ejército de Genghis Khan se asemeja al actual.

Con sus $200 millones, el coloso chino cavó, de un solo golpe, cimientos más profundos en mucho menos tiempo de los que requirieron Occidente y nuestros otros amos y señores. En efecto, los chinos harán con nuestros líderes políticos lo mismo que hizo Occidente con los Reyes y tribus de nuestros antepasados. Aunque estos últimos no tenían otra opción, muchos de ellos lucharon, pero la raza de tribus africanas que existe hoy es diferente, son las tribus poscoloniales: las dictatoriales, las democráticas, las militares, las religiosas, las cultas, etc. y todas ellas se han rendido sin protestar.

Al menos una vez por año, todo líder africano deberá asistir a la sede central de la UA. Si consideramos las numerosas reuniones de subcomités que se realizan por año, a las que asisten vicepresidentes, ministros del exterior, representantes de la UA, representantes permanentes, oficiales del ejército, las ONG y demás; veremos que todo el continente quedará expuesto. Una estructura tecnológica de $200 millones requerirá el acceso diario de personal técnico, ingenieros, reparadores, equipos de mantenimiento; y en su mayoría estos serán chinos o entrenados en China y personal capacitado por agentes estatales o el Ejército Rojo.

Un país africano sin ataduras políticas oficiales con China ya no tiene de qué preocuparse. En cualquier momento, un representante africano de algún lugar del continente podría toparse con un agente chino en Addis Ababa, siempre dispuesto a ofrecer una pista, una ayuda, una clave, un regalo, recomendaciones (ninguno de ellos por simple coincidencia) sancionados directa y confidencialmente por el Politburó.

No es necesario viajar a Pequín dejando huellas en el camino. Hoy Addis Ababa es noticia de portada. Aunque todos nosotros somos hijos de Nkrumah, necesitamos desesperadamente que sus devotos descifren los síntomas del neo-colonialismo y del post-imperialismo; que encuentren algún anuncio del Osagyefo¹ respecto a los regalos, o si dijo algo acerca de Oriente. De todos modos, los hechos demuestran que no conviene esperar demasiada ayuda de ese sector. Se los ve muy ocupados adorando al Becerro de Oro frente a la pagoda china de Addis Ababa, absolutamente hipnotizados.

“Después tomó el ternero que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta pulverizarlo. Luego esparció el polvo sobre el agua, y se la hizo beber a los israelitas”.

Akwasi A.Afrifa Akoto

Peace fm online, Ghana, 31 de enero de 2012.

¹Kwame Krumah era llamado popularmente Osagyefo, cuya traducción al español es “Redentor”.

Artículo traducido para Fundación Sur por Magdalena Saux.

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