Nigeria: ¿Quiere comprar un título?

18/03/2009 | Opinión

Abuja- El ser “importante” se está volviendo actualmente un asunto serio en Nigeria. Poco importa a qué te dediques o quién seas. En esta era de marketing publicitario y digital, lo que importa es cómo te vean los demás. Por lo visto lo único que importa es el título, y algunos títulos parecen ocultar todas las insuficiencias y la mediocridad.

Nos estamos convirtiendo en verdaderos expertos del autoengaño. De hecho somos tan buenos que nos engañamos incluso a nosotros mismos al pensar que simplemente con apropiarnos de un título, todo el mundo se inclinará en nuestra presencia. Si conseguimos a alguien que nos pueda conceder uno, mejor que mejor. Los símbolos, después de todo, son las herramientas del poder. Personalmente, no tengo ningún problema con las personas que se engañan a sí mismas al pensar que son sólo tan buenas como los prefijos honoríficos que vienen delante de sus nombres, y la sopa de letras que viene detrás. Mi rencilla es que no debe ser a mi costa.

No sólo me refiero al Jefe Alhaji (1) (Dr) Sir Nosequien de Nosedonde, Esq.(2), que cuenta con tantos grados de categorías como un termómetro. Me crean o no, he visto PHF, IOM, DDG, NFIBA, DO, SPD, DHA, GAMA, GFI, LFIBA, DINMA, GCGA después de algún nombre. Tal vez incluso PHCN, BBC, VOA y GSM, no me acuerdo. No sé lo que significa esta sopa de letras y, francamente, no me importa. Los ciudadanos particulares tienen el derecho de verse a sí mismos como reyes, profetas, salvadores o cualquier otra cosa, siempre que no esperen que yo gesticule ante su presencia, o que les haga una reverencia. Me preocupan más aquellos que ocupan una función pública. Cuando las personas son elegidas o nombradas, y aceptan servir, deberían mostrar algo de decencia y decoro. Sin embargo, muchos ni siquiera muestran un sentido común básico. Se ha desarrollado una industria enorme para satisfacer esta moda de los honores y los títulos.

Uno espera que lo primero que cualquier persona sensata debería considerar cuando recibe una carta en la que se le informa que ha sido seleccionada como mejor gobernador o banquero del año y le será conferido cualquier supuesto honor es lo siguiente: ¿Quiénes son estas personas que reparten estos honores? ¿Qué honor tienen ellos mismos? ¿Qué les da derecho, capacidad o sabiduría para decidir quién es el mejor en algo? Simple sentido común, pero estarían impresionados de lo poco común que resulta esta diligencia debida. Las organizaciones oscuras de estudiantes y las asociaciones oportunistas han sido reconocidas por gobernadores, ministros, ejecutivos de bancos o compañías petrolíferas “honoríficos” con placas, copas o diplomas que a partir de entonces se exponen de manera prominente en oficinas y salones. En efecto, si el 419 y Yahoo-Yahoo se están volviendo muy peligrosos, esto parece una estafa más segura ya que los grandes hombres crédulos abundan. Un ego alto es algo simple de manipular. Las personas pagan por el honor de ser “honradas”.

No obstante, cuando el dinero público, confiado a estas personas, se reparte o se utiliza para continuar la farsa es cuando el tema limita con la delincuencia. Y el dinero público está siempre involucrado. Primero, cuando se realiza una donación a la asociación o grupo que honra al presidente, los fondos también se liberan al departamento de Relaciones Públicas para sus anuncios en periódicos, radio y televisión. Se “alquila” a una muchedumbre para que acompañe al tipo y muestre solidaridad. Las mesas están reservadas para la cena de entrega de premios. Aquellos que estén mejor financiados usarán una dirección extranjera: Suráfrica, Ghana, Estados Unidos, poco importa donde. Entonces el dinero empezará realmente a fluir. Se alquilarán los aviones, se reservarán los hoteles y aquellos lo suficientemente afortunados para acompañar a Oga irán de fiesta en fiesta toda la noche.

Incluso después del gran espectáculo, el gasto derrochador continúa. Esos presidentes de gobiernos locales, comisarios del estado y presidentes del consejo que no puedan conseguir que sus mensajes de felicitación se publiquen antes del evento meterán prisa a los periódicos para felicitar al jefe por cualquier “honor bien merecido”.

Nuestras universidades también son culpables de este oportunismo garrafal, los gobernadores que eran incapaces de proporcionar a su población agua potable, electricidad, carreteras transitables, sanidad decente o escuelas primarias son a menudo Doctores honoríficos galardonados. Se extraen por lo tanto millones de nairas de los fondos públicos para felicitarles y celebrar sus “logros”.

Los medios de comunicación también forman parte del problema. Mientras las revistas NEWSWEEK o TIME tienen personas del año, algunos periódicos nigerianos lo han convertido en un fraude con el Mejor Gobernador de esto, el Mejor Presidente de lo otro, para cerca de veinte categorías o más, y ninguna recibe en realidad ningún premio en metálico. En realidad, lo contrario es con frecuencia el maletín, por no decir algo peor.

Algunos titulares de oficinas políticas se niegan a ser excluidos. Si no son propuestos por nadie entonces movilizarán a “su gente” para que les entregue títulos tradicionales. Hemos visto a personas conferidas con Saki Yaki o Garkuwa, por usar fondos públicos para construir el pozo de un pueblo, con un coste dos o tres veces mayor al del pozo destinado a la ceremonia, a la cobertura de la radio y la televisión, al “alquiler” del público, así como al envío de mensajes de felicitación.

Debemos insistir en que las personas deberían ser honradas después de abandonar sus cargos. Deberíamos pedir a la EFCC (Comisión nigeriana contra los delitos económicos y financieros) que persiga a todo aquel que utilice fondos públicos para felicitar a su jefe o jefa por cualquier “honor” aunque se trate de un premio nacional. Que usen su propio dinero, si tanto quieren a su jefe.

Por favor, no me malinterpreten. No estoy condenando todos los honores o títulos. Algunos honores están bien merecidos y muchos títulos en realidad reflejan funciones encomiables llevadas a cabo por sus poseedores. En caso de emergencia me gustaría saber que hay un médico en la casa. Saber quien es Ingeniero o Abogado puede venir bien. Si es usted un Reverendo o un Mallam, es bueno saberlo. No tengo ningún problema con aquellos que hacen algo para conseguir un título. Estos son logros personales para ser elogiado. Pero sinceramente creo que aquellos que se encargan de la paz y la prosperidad de su pueblo deberían concentrarse en hacer su trabajo y no en perseguir sombras y títulos. Deberían esperar hasta que abandonen sus cargos para comprar todos los títulos que quieran. Los fondos públicos y el tiempo deberían perseguirse seriamente.

Como alternativa, podemos empezar a hacer dinero a partir de la situación. Imaginen un gobierno local que decida que todos los que tengan el título de “Jefe” y no sea ni la cabeza de su pueblo, ni lleve a cabo ninguna función diaria seria en la administración del pueblo, deberá pagar el impuesto de un millón de nairas al año por el honor. Los “Altos Jefes” podrían pagar cinco millones cada uno; los “Reyes” podrían pagar hasta diez millones. Imaginen que los pozos, clínicas, escuelas y caminos vecinales pudieran financiarse con todas las recaudaciones. También podríamos empezar a recibir reembolsos por parte de todos aquellos que utilicen los fondos públicos para felicitar a sus jefes por la razón que sea.

La última moda es utilizar los fondos públicos para anunciar las bodas de los gobernadores o de sus hijos, y mostrarnos todas las fotos después. Pero este es un asunto para tratar otro día.

Por Sanusiabubakar.

Publicado en el Daily Trust, Nigeria, el 6 de marzo de 2009

Traducido María Castillo García Andrade, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

(1) Término respetuoso para dirigirse a un musulmán que ha completado uno de los cinco pilares del Islam al acudir al Hajj o a la Meca.

(2) Término de origen británico originalmente empleado para indicar el estatus social y que se posiciona detrás del nombre. En Estados Unidos se emplea para designar a los abogados.

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