Nigeria: Armas, petróleo y robos

25/02/2009 | Opinión

En una poética pieza que sutilmente atraviesa las experiencias post coloniales en Nigeria, Chioma Oruh evoca una historia de desunión, robo, retórica, marginalización y la toxicidad social del petróleo.

Los sufrimientos de una Biafra fracasada todavía viven y se desbordan como el petróleo que perfora su desaparición. Sentimientos de amargura invaden el discurso de ex revolucionarios que ahora visitan La Haya, cada pocos meses para informar a sus empleadores sobre el estado del estado suspendido. Aunque el entusiasta himno “One Nigeria” predica la buena palabra de unidad, su retórica queda expuesta en culebrones diarios como los titulares que cacarean los gallos de páginas que cuentan las historias de políticos que se embolsan beneficios incalculables. Mientras tanto, los proxenetas de la pobreza lloran lágrimas de cocodrilo por los pobres y los privados del derecho al voto, y hacen llamamientos para altos al fuego, mientras que la olla del dolor se desborda al fuego ecuatorial de la locura.

Los úteros expuestos a las llamas tóxicas nunca llegan a su término. Bocas que se alimentan de la tierra que ahora tienen llagas causadas por el suelo envenenado por el petróleo. Manos lo suficientemente fuertes como para construir nuevas naciones, que ahora llevan armas del mercado negro como nuevo plan de marketing. Y esta trágica anatomía de los colonizados, tiene ojos y oídos que son perfectamente conscientes del hecho de que su realidad es una pesadilla. Durante más de 50 años de extracción de combustible fósil no hay nada que enseñar, más que los especiales de la CNN sobre mafias africanas convertidas en algo sensacionalista. Petróleo, petróleo por todas partes y ningún sistema sanitario a la vista. ¡Esto es increíble! Cuando los recuerdos de Boro y Wiwa bajan al precio más bajo, 1.71 dólares por galón, y los nombres desaparecen en los libros de historia para ser reemplazados por influyentes billetes de nairas, de la estúpida bolsa de valores. Esta mancha en la historia es difícil de quitar.

Nigeria vive en un cruce de caminos entre diferentes grados que varían de la implosión a la explosión. La fuerza operante conjunta de los intereses opuestos ridiculiza la conocida ironía de la supuesta unidad. Proxenetas transnacionales juegan a ser amos de marionetas que hacen señas a los zombis partidarios del régimen, para que avancen por el camino de la explosión del mercado. Y para el segundo camino, el de la combustión interna, Sodoma y Gomorra son unas buenas metáforas, para el juego Naija del grupo de secuestradores y ladrones. Como los que dirigen el juego cambian cada día, tanto las armas como la palabra fuego de las llamas del petróleo que ocupan la mente de ricos y pobres… todos los jugadores juegan sin sentido de propósito y viven sin destino.

Mientras los ciudadanos se entretienen vendiendo camisetas de Obama y en festivales de Navidad, en la huelga de celo de políticas fracasadas, y mientras esperan el segundo advenimiento garantizado en la profecía que prescribe que las cosas deben derrumbarse antes de juntarse, los viejos todavía beben vino de palma y cuentan viejos chistes de los árboles de Iroko. Todavía se celebran bodas como un ritual diario. Los funerales detallados de ancianos difuntos todavía llenan los calendarios sociales. Y, aunque los jóvenes se preocupan por encontrar financiación para pagar los sobornos de los resultados escolares, Nollywood toma nota de Gran Hermano y apacigua la respuesta… dejando la tarea de atravesar el cruce para otro día.

Pero para aprovechar el momento, para recuperar el tiempo robado y usarlo para organizar el mañana. Para esperar otro tren que no esté interesado ni en implosionar ni en explosionar. Para desconectar la asociación entre los términos “Delta del Níger” y “Crisis”. Para recuperar la consciencia del sueño de la borrachera de petróleo. Para eliminar la marca de la bestia y renombrarla como libertad. Para no estar hastiado por las mentiras sobre la unidad. Para querer ir al cielo, hay que estar dispuesto a morir antes. Este es el momento en que se restaura la esperanza en una tierra de desesperanza. Esta es la única forma de robo imperfecto que debe llegar a dominar. Este es el único camino que hay para salir de este caos.

Chioma Oruh

La autora es una estudiante graduada por la universidad de Howard, en el departamento de Estudios Africanos, que se ha centrado en música y movimientos de liberación. También es miembro de la Conferencia Internacional Socialista África – Norteamérica.

Artículo publicado en pambazuka News, el 05 de febrero de 2009.

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