Namibia: ¿Quo Vadis, presidente Pohamba?

7/09/2009 | Opinión

Tan sólo hace unos días, el 18 de agosto para ser más exactos, celebramos el 74 cumpleaños del presidente Lucas Pohamba. Los periódicos eran más gruesos y, de manera innovadora, estaban llenos de anuncios que le deseaban al presidente toda clase de cosas, “mientras guía la nación hacia las alturas más vertiginosas”.

Yo soy uno de los que piensa que lo ideal hubiera sido desearle al presidente, a estas alturas de la historia, una feliz jubilación, no sólo por su edad, sino también, y más importante, por los muchos años de leal servicio a Namibia. Admitamos que hemos visto los mejor del presidente Pohamba, su integridad y honestidad han sido una inspiración. Sin embargo, la realidad soberana es que el presidente Pohamba, como candidato presidencial del Swapo, tiene muchas posibilidades de ser elegido, una vez más, como presidente de nuestro país, en las próximas elecciones presidenciales, en noviembre. Es en este punto en el que no tengo ni idea de qué desearle al presidente, si va a asumir una segunda legislatura de cinco años de duración. Después de todo, es sabido que soy unos de los que ha argumentado con fuerza que el presidente Pohamba debe interpretar el papel de presidente de una legislatura de transición y servir de puente entre su generación política, que incluye al presidente fundador y a otras dos generaciones, como Nangolo Mbumba por un lado y Pendukeni Iivula Ithana y Netumbo Nandi Ndaitwah por otro.

Mi razonamiento para este escenario de alternancia generacional no está basado necesariamente en la antigüedad, sino que existe otra diferencia obvia entre el presidente Pohamba y aquellos en cuyas manos debería haber dejado el partido, y en definitiva el país, este año. Mientras que el presidente Pohamba pertenece a una generación pionera que sirvió en la lucha por la liberación con honor, también estuvo en el proceso de negar la oportunidad de alcanzar los escalones de una educación superior de calidad.

Las demandas de nuestro tiempo requieren pensar en la complejidad del estado y esto es probablemente un proceso que requiere una generación que tenga las facultades necesarias para internalizar un marco de referencia que es relevante en estos tiempos. No estoy muy seguro de si el presidente Pohamba comprende en su totalidad las necesidades y angustias de mi generación y la generación de la post independencia. La educación nos proporciona la habilidad de querer aprender y saber más, y cuanto más aprendemos y sabemos, más fácil será nuestra tarea de tomar y liderar las decisiones adecuadas. Mi razonamiento no es absoluto, y la educación no es una condición sine qua non para un liderazgo visionario. Pero estoy muy preocupado por la ausencia de cualquier visión cohesiva y sentido de urgencia por parte del presidente Pohamba, en lo que respecta al liderazgo de nuestro país, incluidos los retos multifacéticos a los que nos enfrentamos. La ausencia de cohesión y consistencia ha quedado de manifiesto en la manera en que el presidente duda frente a casi cada una de las grandes decisiones políticas de nuestro país. Este país ha tenido un Fiscal General en funciones durante un año. ¡Es algo sin precedentes! Las cosas se mueven muy despacio o no se mueven en absoluto.

Los tiempos de dificultades económicas en los que se halla nuestro país requieren que el presidente empiece a pensar en lo que significa liderar una nación joven hacia la próxima década. Si no pensamos en los tiempos en los que vivimos, los acontecimientos forjarán nuestra nación y no viceversa. Después de todo, cuando Abraham Lincoln fue preguntado por cuál había sido lo más difícil que tuvo que hacer durante su mandato él respondió que no podía controlar los acontecimientos y aceptó humildemente que eran los acontecimientos los que le habían controlado a él. Cuando miro hacia los últimos cinco años de presidencia de Pohamba, esta descripción es de lo más apropiada en vista de que el presidente Pohamba no ha hecho ni un intento de cambiar o determinar el curso de nuestro país en su joven historia. Se ha quedado excesivamente atrapado en el lenguaje del liderazgo colectivo y los consecuentes riesgos que conlleva una indecisión y encubriendo hasta el último detalle de este tipo de liderazgo.

Así, la revisión parcialmente crítica de los últimos cinco años, el presidente Pohamba debería hacer con su liderazgo es pensar más allá del manifiesto del partido Swapo y el credo del liderazgo colectivo. Hay momentos en que el liderazgo colectivo puede significar paralización e indecisión. El reto para el presidente Pohamba, pues, es empezar a pensar sobre elaborar una visión personas para el país con una propuesta sobre cómo implementaría él su visión.

Alfredo Tjiurimo Hengari

* Alfredo Tjiurimo Hengari es licenciado en Ciencias Políticas, en la universidad de París, Panthéon Sorbonne, Francia.

Publicado en The Namibian, el 21 de agosto de 2009.

Traducido por Rosa Moro, de Fundación Sur.

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