Mundo rural africano

15/05/2017 | Editorial

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El 15 de mayo es el Día del mundo rural, y por tanto del mundo rural africano.

El flujo de la población rural hacia las ciudades africanas es masivo, de modo que en treinta años, más del 60% de la población africana vivirá en las ciudades. Esto conlleva más crecimiento económico pero también el aumento de los suburbios urbanos y de la desigualdad social.

Las migraciones de los pueblos, y de los pueblos africanos ha existido siempre. Actualmente esto movimientos sociales aumentan particularmente dentro del mismo país y dentro del continente africano. Solo un 2% de los migrantes salen de África.

Aunque es difícil hoy tener el número exacto de inmigrantes en el propio continente, África acoge a unos 40 millones de inmigrantes, en su mayoría africanos, mientras que Europa y Estados Unidos reciben a unos 18 millones de sus ciudadanos. Las poblaciones de Malí, Burkina Faso y Níger, naciones de origen más activas, emigran tradicionalmente hacia los países de la costa y con nuevas oportunidades.

Por lo tanto, existe una polarización de movimientos migratorios hacia los países con altos índices de crecimiento económico y/o más estable. Estados como Sudáfrica, Kenia, Nigeria, Ghana, Costa de Marfil, Egipto, y Gabón, acogen a los trabajadores de los países pobres del África subsahariana, vecinos o procedentes de otras zonas del continente.

La emigración africana es, pues, más horizontal que vertical: Costa de Marfil, Nigeria, la RDC, Sudáfrica, Kenia, Botsuana y Zambia siempre han sido y son tierras de inmigración, y han acogido a más inmigrantes africanos que Europa.

El flujo del campo a la ciudad afecta a la población más pobre, especialmente mujeres y niños, que huyen del hambre, la violencia y los abusos. Los núcleos urbanos no tienen la infraestructura para acogerlos.
Solo en Kampala, capital de Uganda, existen unos 11.000 niños-as, en trabajos forzados de todo tipo.

Las personas y familias que abandonan sus tierras ancestrales, lo hacen obligadas por la violencia o la pobreza extrema y no poder asegurar una vida digna a los suyos. Buscan nuevas alternativas en las grandes plantaciones de algodón y café en Uganda, en las explotaciones mineras de la RDC, en la industria de Sudáfrica, etc.

Existen además las migraciones de los pueblos de pastores nómadas: los Karimojong, los Turkana, Massai, los Peuls, etc. que emigran buscando agua y pastos para sus ganados, generando en el proceso serios conflictos con los pueblos agrícolas locales de Uganda, Kenia, Burkina, Mali, Costa de Marfil, etc.

Los agricultores están abandonados por los gobiernos en muchos países del ASS.
Por otra parte, los mismos gobiernos africanos están “presos” de los grandes poderes financieros y sus condiciones de préstamo, como la liberación de mercados e intercambio de productos.

Gran parte de los gobiernos africanos prefieren recibir grandes prestamos con condiciones, aunque esto esclavice a sus pueblos, particularmente las sociedades agrícolas.

En los territorios agrícolas de los países de ASS, los gobiernos no han invertido en la creación de infraestructuras de producción ni en la modernización de la agricultura.
He conocido como los pueblos agrícolas de Uganda Vivian con mayor facilidad y dignidad hasta los años 70, cuando podían producir tanto los propios alimentos como los productos de venta en el mercado, especialmente algodón, café, caña de azúcar, etc.

Desde los años 90, los agricultores ya no pueden vender sus productos de alimentación o exportación, porque los mercados extranjeros han llenado los mercados locales con productos importados, a precio subvencionado. Los gobiernos no invierten en la agricultura, ni protegen en sus mercados a los productos locales.

Solo la unión de los agricultores como de los ganaderos y su compromiso para promocionar y proteger sus productos y mercados, podrá obligar a sus gobiernos a cambiar de política agraria y ganadera.

Van surgiendo movimientos sociales y movimientos agrícolas que reivindican y defienden sus derechos y una política justa de sus gobiernos. Solo la convicción y el compromiso decidido de organizar cooperativas agrícolas y ganaderas, podrán defender y proteger sus productos, derechos humanos y elegir líderes más íntegros. Los buenos cambios siempre surgen de la base.

Cuando los gobiernos africanos se comprometan por su parte a potenciar a sus propios agricultores y ganaderos, por encima de los intereses personales y extranjeros, podrán negociar con fuerza, a nivel internacional e intercontinental, para promover el bien común de sus propios pueblos africanos.

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